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Más ferias libreras por doquier

Por: Rodrigo Hidalgo. | Publicado: 18.12.2022
Más ferias libreras por doquier La Furia del Libro en el GAM . | Foto: Cedida.
La Furia del Libro en el GAM y la Marea del Libro en Viña del Mar  son solo dos de las destacadas instancias para los amantes de las letras y les compradores de libros, porque una vez más el panorama es mucho más amplio y diverso.

Hubo una época en que la FILSA era la única feria del libro, si no del país, al menos de la capital. Luego el mundo cambió y el país con él. Hace unas semanas, la FILSA volvió a la vida tras la pandemia que la tuvo suspendida por 2 años, y aunque centró su convocatoria en el patrimonio literario chileno, fue un pálido reflejo de lo que alguna vez fuese. En contraste con ello, pero con la misma estrategia discursiva, otros eventos se multiplican de la mano de decenas y aún cientos de proyectos editoriales locales que dan igualmente el protagonismo a la producción local.

Por ejemplo, este domingo culmina la Furia del Libro en el GAM. Siendo ya un hito consolidado, la Furia coronará una nueva versión con su tradicional lectura furiosa, donde las y los poetas más diversos, consagrados y emergentes, se toman el micrófono para regocijo de la multitudinaria asistencia. Hablamos de un encuentro entre lectores y compradores de libros que tienen en común una cosa: les interesa lo que se escribe, edita y publica acá.

Para ese comprador, o para ese lector, la FILSA nunca fue un lugar idóneo. En FILSA se podía encontrar sí, poemas de Carmen Berenguer o cuentos de Maivo Suárez. Pero tenían un espacio mínimo muy acotado y casi residual. Porque a FILSA acudía principalmente un comprador paseante, de ocasión, que se guía por la intuición y que muchas veces en realidad ni siquiera es un lector, más bien confía en la garantía de calidad que supone el mercado. Sabía que en FILSA están los best sellers de todas partes del mundo, desde novelas de amor tipo Danielle Steel, hasta sagas juveniles tipo Percy Jackson. Una clientela que compra libros sobre todo en estas fechas, y que difícilmente va a cometer la ordinariez de recomendar o regalar libros de escritores locales, salvo claro, un Pablo Simonetti o una Pilar Sordo. Pero eso cambió y este año FILSA le cedió el protagonismo a sellos de raigambre académica como los de la Universidad de Valparaíso o de la Universidad Alberto Hurtado, o a la Sech. Sin embargo no logró volver a ser lo que alguna vez fuera.

Porque así como La Furia, o como la Primavera del Libro, hoy hay una creciente cantidad de instancias para el encuentro entre el público y los autores o las editoriales chilenas, y aún las librerías especializadas, que pandemia mediante, han crecido en el muy conveniente formato digital, las librerías online. Y hablamos de eventos presenciales, para ese paseante vitrineador.

Por ejemplo en Viña del Mar, del martes 20 al viernes 23, tendremos también con un declarado enfoque ciudadano y comunitario, la “Marea del libro”, evento que contará no sólo con editoriales expositoras, sino también con actividades y talleres dirigidos a niños, adultos mayores y profesores, siendo inaugurado nada menos que por Elicura Chihuailaf.

Y del mismo modo, como ya hemos consignado en otras ocasiones, la muy cultural comuna de Ñuñoa cuenta con su propia agenda de ferias en plazas. Así este fin de semana distintos emprendimientos relacionados con el libro, se dieron cita en la Parque Juan XXIII (Grecia con Juan Moya), y otras tantas lo harán en la Plaza Eusebio Lillo (Rafael Prado con Eduardo Castillo Velasco) también hasta el 23 de diciembre.

Digamos en consecuencia, que el panorama ha cambiado para bien, pues se han multiplicado y diversificado las posibilidades. Tanto para quienes compran y leen, como para quienes basta el acto de regalar un libro. De cualquier manera, la oferta alcanza para todos. Y a riesgo de errar el cálculo, le invitamos a convertirse en uno de esos compradores paseantes, de ocasión, con la seguridad de que encontrará sin duda alguna, una feria de navidad en cualquier plaza o parque, y en las que algún vendedor de libros muy probablemente habrá, aunque no tenga sino sandías caladas o lo mismo que abunda el mercado, amén de libros piratas o usados. Pero quien sabe si no se topa de casualidad con algún emprendedor más audaz, un librero de barrio, especializado en niños por ejemplo o por decir algo, o incluso, por qué no, con algún escritor autoeditado. Total a estas alturas, como decían antes, el chancho está tirado.

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