Letras

Floridor Pérez: Lo más importante es aprender a borrar

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 25.09.2019
Floridor Pérez: Lo más importante es aprender a borrar Foto Taller (1) | Los becarios del 2001 junto a sus maestros Floridor Pérez y Jaime Quezada. En la foto David Bustos, Rodrigo Olavarría, Macarena Urzúa y María José Ferrada, entre otros.
El poeta Floridor Pérez fue despedido el domingo en la SECH. Normalista, fue autor de libros donde se ve su rol pedagógico como Cielografía de Chile y su historia como preso político en Cartas de prisionero. Cielografía es un libro dedicado a los niños, pero que también pueden disfrutar adultos, donde aparecen volantines y trompos, entre otros juegos típicos chilenos. En su primera edición por Quimantú alcanzó los 30 mil ejemplares. Desde su creación en 1988, Pérez tuvo un rol quizás menos conocido como formador de poetas, dirigiendo junto a Jaime Quezada el Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda. Gran parte de los poetas actuales aprendió el oficio conversando con él.

A pocas horas de morir Floridor Pérez, el escritor Alejandro Zambra subió a Instagram una foto que lo muestra como un joven poeta en la biblioteca de quien fuera su maestro en La Chascona. “En el primer taller de la Fundación Neruda estaba Sergio Parra, Víctor Hugo Díaz, Andrés Morales, Bárbara Delano, estuvo también Malú Urriola. Y más adelante Javier Bello, Andrés Anwandter, Alejandra del Río, la mayoría de los nombres que están dando vueltas han pasado por ahí”, dice el narrador y poeta David Bustos, becario el 2001 junto a Rodrigo Olavarría, Macarena Urzúa y María José Ferrada.

Germán Carrasco, Paula Ilabaca, Julieta Marchant, Ernesto González Barnert, Daniela Catrileo, Enrique Winter, entre muchos otros, fueron becarios con una modesta asignación mensual, que sin embargo muchos agradecen. “Servía para tomar los lunes, las clases eran ese día de 7 a 9 de la tarde, también servía para comprarse libros”, dice Cristóbal Gómez becario el 2013. 

Alejandro Zambra en sus años mozos junto a Floridor Pérez

Cada año desde fines de la década de los 80, Pérez junto a Jaime Quezada, se encargaron de formar nuevas generaciones de poetas, incluido el propio Zambra. Hace unos años el poeta Floridor se retiró y dejó de reunirse semanalmente con los talleristas en la casa de Neruda en el barrio Bellavista. Según Bustos, “se acercaba a los alumnos de manera muy horizontal, no andaba dando cátedra de nada, uno aprendía de él en las conversaciones cotidianas. A uno se le quedaba lo que decía porque te hablaba desde su propia experiencia. Tenía esta idea de no tener discípulos. Me gustaban sus gestos, cómo se arremangaba la camisa hasta los codos, cómo se echaba la gorra para atrás cuando había algo que aclarar, cómo cruzaba los dedos de las manos, el maletín de cuero que le colgaba del hombro siempre, que era como una actitud ante la vida. En ese maletín estaba contenida la poesía. Era un poeta muy abierto, capaz de autocriticarse, decir no, yo me equivoqué mucho en esto, te lo decía; alguien que mostraba sus imperfecciones y eso lo hacía querible”. 

Cristóbal Gómez publicó en su cuenta de FB al enterarse de la noticia: “¿Y ahora quién heredará la goma gigante borradora?”, y luego explica: “El primer día en la Fundación aparecía con la goma gigante y decía algo así como: lo más importante es aprender a borrar”. De él aprendió a contar sílabas y evitar ripios.

Sus talleristas lo tenían en alta estima. “No conozco a nadie que haya hablado nunca mal de Floridor”, dice el poeta Bustos. “Si algo lo distingue es que era un poeta muy intuitivo, que detectaba muy claramente cuáles podían ser los problemas de un poema. Su técnica era el oído y el sentido común, de un conocimiento de las cosas, podía acertar fácilmente a un comentario y a uno lo dejaba pensando, decía dos tres cosas y uno se iba con eso a la casa”. Lo recuerda en el Venecia, como alguien cercano con quien los jóvenes poetas se podían tomar un botella de vino y hablar de igual a igual. De él aprendió la importancia de guardar los manuscritos y dejarlos reposar un tiempo, y del escritorio o mesa para escribir. “Quizás por eso desde hace veinte años cargo de mudanza en mudanza con el mismo escritorio”, escribió también en su cuenta de FB.

Otro extallerista es Héctor Hernández Montecinos, quien compartió estas palabras en su cuenta de FB: “Estuve en el taller de la Fundación Neruda el año 2005. Yo estaba armando el [coma] y no les gustó ni a él ni a Jaime porque era en prosa y no tenían títulos los poemas. Eso es un detalle… Como taller viajamos a La Serena y Montegrande, donde lo escuchábamos contarnos historias a la hora del almuerzo como hacen quienes ya han vivido tres vidas y aún tienen ganas de una cuarta».

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