Letras

Manuel Rojas más vivo que nunca a 100 años de su primera publicación

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 05.01.2021
Manuel Rojas más vivo que nunca a 100 años de su primera publicación Daniel Muñoz R, Manuel Rojas y Mauricio Muñoz R |
Cuentos completos, adaptaciones de su obra al cómic, reediciones y una versión crítica de la tetralogía, son algunos de los eventos que se anuncian, además de la reciente donación de su archivo al Centro de Estudios de Literatura Chilena de la Universidad Católica.

En 1921 un joven anarquista que daba sus primeros pasos en las letras, publicaba una serie de poemas en la revista mendocina Ideas y Figuras. Así lo presentaban hace un siglo: “Hace años en las noches apacibles de diciembre, solíamos encontrarnos con Manuel Rojas bajo el generoso frescor de la vieja Alameda. Era un muchacho de mirada profunda, más bien silencioso, dueño de un robusto organismo. Ambulaba despacio y filosofaba suavemente, con delicada y honda penetración, sobre la bella inutilidad de vivir…”

Hoy Manuel Rojas parece más vivo que nunca. Desde Irán, su nieto, el psicólogo social Daniel Muñoz Rojas, respondió las preguntas de El Desconcierto. Además de trabajar para la Cruz Roja Internacional en zonas de conflicto, Muñoz Rojas es miembro de la Fundación Manuel Rojas y está a cargo de la sucesión del escritor. Por lo tanto ha encabezado las gestiones para la publicación de los libros que se vienen y la reciente donación de archivos a la Universidad Católica.

Hasta Allende en el funeral

-¿Alcanzaste a conocer a tu abuelo Manuel Rojas?, ¿cómo lo recuerdas?

Conocí a mi abuelo de niño, él falleció cuando yo tenía 7 años y sus últimos meses de vida los pasó en mi casa. Los recuerdos que tengo de él son escasos, pero me marcaron profundamente, lo veo contándonos cuentos que nos leía o nos inventaba. En las noches nos leía a Kipling y en El Quisco nos relataba historias maravillosas de tesoros escondidos y piratas tuertos; conocía todos los pájaros de la costa y nos asombraba hablándonos de sus migraciones a tierras muy frías y lejanas. De él heredé el sueño constante de conocer el mundo y de recorrerlo.

Mi abuelo falleció en marzo del 73, pocos meses antes del golpe. Ese día, la casa se llenó de gente, vino incluso el presidente Allende a dejar su sentido pésame. Eran ya meses muy tensos y recuerdo que luego de su funeral los niños del barrio nos amenazaban por “upelientos”: vivíamos en Las Condes. Pero su presencia no terminó con su muerte, durante toda mi vida mi abuelo me ha acompañado, sobre todo a través de sus innumerables amigos que siempre formaron parte de mi familia: los González Vera: La Bisagrita; los Gumucio: Marta Rivas y don Rafa; los Cuevas de San José de Maipo; mi padrino, Jesús del Prado: republicano español; los García-Huidobro y tantos otros, muchos de los cuales ya se han ido.

-¿Cómo has sentido a la distancia la vigencia de su legado entre los jóvenes y en este despertar de Chile?

He pasado los últimos treinta años fuera de Chile, al que he vuelto solo esporádicamente. Mi abuelo, sus libros y su presencia son para mí el cordón umbilical que me liga a mi tierra.

Cada vez que vuelvo veo sus novelas y sus cuentos en los primeros estantes de las librerías, de las bibliotecas públicas, de los vendedores de libros viejos y usados de las galerías del centro y de los mercados persas. También lo veo en las murallas de Santiago, acompañando este nuevo clamor por un trato realmente digno. Mi abuelo salió del pueblo y la pobreza y no dejó nunca de defender su causa y de soñar con un mundo más libre y sin injusticias.

La herencia dictatorial

-Desempeñas una labor en el Comité Internacional de la Cruz Roja en zonas alejadas de Chile que viven guerras y conflictos violentos, que has estado en Irak, Afganistán, Colombia, Venezuela… ¿Qué te parece ver a las brigadas de voluntarios que en el centro de la capital de Santiago y también en regiones arriesgan sus vidas para rescatar heridos de la violencia policial?

En mi juventud, en los años 80, fui militante del MIR y participé de la lucha estudiantil y social en contra de la dictadura, estuve en el exilio y fui detenido, mi familia fue muy golpeada por la represión. Desde entonces mi visión sobre la violencia ha cambiado profundamente, no creo en ella como método de alcanzar el poder (los grupos que llegan al poder por las armas terminan siempre manteniéndose en él con dictaduras, rojas o pardas), y pienso que su uso recurrente en las manifestaciones sociales más bien desarma sus reivindicaciones.

En mi trabajo profesional con el Comité Internacional de la Cruz Roja he vivido en zonas de conflicto en tres continentes, desarrollando una labor de asistencia humanitaria para las víctimas de guerras y represiones; he visitado presos, negociando con grupos armados el respeto del derecho humanitario en tiempos de guerra… Conozco la guerra desde adentro y estoy convencido que la violencia solo trae más violencia, perpetuándose en un círculo vicioso de deshumanización del otro y de venganza. Chile necesita sanar sus heridas, reformar su policía y acabar de una vez con su herencia dictatorial, los chilenos necesitamos recuperar la confianza entre izquierda y derecha, dejar atrás la guerrilla permanente que mendiga por intereses mezquinos.

La labor que desarrollan esas brigadas de las que me hablas es muy valiosa e indispensable, tengo amigos que ha estado en ellas, pero para perdurar esa labor debe hacerse de manera imparcial, preocupándose por todos los heridos, incluso por aquellos de las fuerzas policiales.

Manuel Rojas en cómics

-Estás a cargo de los temas editoriales en la Fundación Manuel Rojas, ¿cómo ves el interés de las editoriales por dar nuevas miradas a la obra de Manuel Rojas? En el caso de Ocho Libros, publicando Hijo de ladrón como novela gráfica y próximamente Lanchas en la bahía. Me comentabas también que próximamente Tajamar reeditará la tetralogía de novelas de tu abuelo.

-En este momento la Fundación Manuel Rojas está sin financiamiento, y en período de receso. Esto no nos ha impedido, a todos los que hemos participado en su gestión, de continuar el trabajo en torno a mi abuelo y a su obra, manteniendo por ejemplo su página web: www.manuelrojas.cl

A pesar de la pandemia, hay varios proyectos editoriales nuevos y diversos que darán sus frutos este año 2021, como son la aparición de la novela gráfica de Hijo de ladrón en formato ebook y la adaptación de Lanchas en la bahía a cómic con Ocho Libros. Luego, la publicación por primera vez de sus Cuentos Completos en Alfaguara, los que incluyen varios inéditos; la U. Alberto Hurtado publicará una edición crítica de los mismos, preparada por Ignacio Álvarez. La editorial Catalonia publicará por su parte el último libro de Rojas, Viaje al país de los profetas, en el que relata su visita a Israel y su entusiasmo por los kibutz. También se espera que Tajamar continúe publicando una excelente edición crítica de la tetralogía, con su segundo volumen: Sombras contra el muro, editado por el profesor Fernando Moreno y que lleva un prólogo de Gabriel Salazar. Luego vendrán La oscura vida radiante y Mejor que el vino.

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Además de estos proyectos editoriales, hay varias otras investigaciones y adaptaciones gráficas y musicales de las obras de mi abuelo que están en gestación, varias son realizadas por jóvenes artistas que enriquecen su legado con nuevas energías y miradas.

-¿Qué materiales incluye la reciente donación de los archivos de Manuel Rojas al Centro de Estudios de Literatura Chilena (CELICH) de la Universidad Católica y qué nuevas luces sobre la vida y obra del escritor aportarán estos documentos?

-Este año se cumple el centenario de la edición de la primera obra de mi abuelo: Poéticas de 1921, obra que forma parte de su archivo y que es una recopilación de sus primeros poemas publicados en una revista anarquista de Mendoza. Una copia de Poéticas se puede encontrar en libre acceso en nuestra página web. Este aniversario lo celebrarán la U. de Chile y la U. Católica con dos números especiales de sus revistas de literatura dedicados a Manuel Rojas.

Como señalas, es al CELICH al que le entregamos en comodato el archivo personal de mi abuelo, para su digitalización y difusión; hoy ya se puede consultar en línea. En él hay numerosos tesoros: textos inéditos, escritos sobre la naturaleza y los pájaros, obras de teatro, guiones de cine y televisión, además de fotografías e innumerables ensayos y artículos para la prensa. Mi abuelo era un incansable escritor que no dejó nunca de explorar nuevos géneros y formas de expresión, pues vivía de su pluma. En torno a su archivo, el CELICH ha realizado varias conferencias y últimamente reunió a varios profesores para dar una clase magistral titulada Manuel Rojas: Historia, Estética y Política. “Y ahí vamos…”, como decía él.

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