|
El doctor en Filosofía Jorge Polanco, autor del libro «Juan Luis Martínez, poeta apocalíptico» publicado el 2019 por la Editorial Universidad de Valparaíso, arriesga tres años de cárcel producto de la querella que interpuso en su contra la Fundación Juan Luis Martínez, presidida por la hija del poeta fallecido en 1993. La misma pena de presidio, además de una elevada multa, deberían enfrentar junto a Polanco, Cristián Warnken, director de la casa editorial; el editor Ernesto Pfeiffer; y el diseñador Felipe Cabrera, como responsables de la publicación, en la cual se habrían vulnerado los derechos de autor.
La noticia golpeó inmediatamente a la escena literaria. Polanco escribió en sus redes sociales este lunes por la tarde: “Acabo de hablar con la PDI. Me informan que la familia y la Fundación Juan Luis Martínez se ha querellado penalmente solicitando 1080 días de cárcel y cifras de dinero medidas en UTM por ser el escritor de Juan Luis Martínez, poeta apocalíptico”. Inmediatamente se llenó de muestras de solidaridad y respaldo, además de apasionadas invectivas contra la Fundación Juan Luis Martínez.
Apenas tres horas más tarde, también en su Facebook, la poeta Zenaida Suárez publicaba: “Con fecha 1 de marzo de 2021, comunico públicamente mi decisión de dejar de formar parte del directorio de la Fundación Juan Luis Martínez. Motivos ético-profesionales me impulsan a tomar esta decisión irrevocable de la que dejo constancia por este medio, después de haber informado internamente a los afectados”. Y también llovieron las palabras de reconocimiento y muestras de aprobación por su salida de la organización a cargo de familiares y herederos del poeta. Suárez prefirió no obstante, no hacer más declaraciones al respecto.
La misma pena de presidio, además de una elevada multa, deberían enfrentar Cristián Warnken, director de Ediciones Universidad de Valparaíso; el editor Ernesto Pfeiffer; y el diseñador Felipe Cabrera; además del autor Jorge Polanco, como responsables de la publicación del libro Juan Luis Martínez, poeta apocalíptico, publicado el 2019 por Ediciones Universidad de Valparaíso, en el cual se habrían vulnerado los derechos de autor que la fundación y sus familiares reclaman. El libro cita abundantemente a Juan Luis Martínez, introduciendo cambios a los originales, modificaciones en la tipografía o de tipo de letra, así como la ubicación espacial de textos en la página, diseño de páginas, y cambios en los filtros aplicados a algunas imágenes; además de varios textos que se citan o reproducen sin haber mediado permiso o autorización de los herederos.
Al teléfono, Polanco confiesa una vez más su angustia e impotencia, declara sentirse abandonado por el sello editorial que dirige Cristián Warnken, y criminalizado injustamente por el simple acto de haber escrito su tesis doctoral: “yo solo escribí un texto académico que la editorial convirtió en libro, yo no me metí nunca en los derechos de autor, se supone que eso lo hace la editorial,” alega.
“Las faltas son graves, lo que se hizo vulnera la obra y el derecho de autor de mi padre”, insiste Alita Martínez, hija del poeta. “Polanco si escribe un libro sobre otro autor, tiene que saber un mínimo de derechos de autor. Y si no ha hecho nada malo, entonces no tiene nada que temer. ¿Por qué están tan asustados? Me ponen de victimaria siendo yo la víctima. Todos los escritores están en mi contra, será porque está Cristian Warnken, no sé, pero no les tengo miedo. Operan como corruptos. Un miembro del directorio acaba de presentar su renuncia porque pertenecer a esta fundación en estos momentos le hace temer perder pegas en otros lados. Así operan. No les tengo miedo. Me respalda el mundo del arte,” responde airada Alita Martínez, pero se le quiebra la voz y no contiene el llanto. La hija de Juan Luis Martínez está sobrepasada con la situación. “Pero no voy a ceder”, sentencia.
La académica Zenaida Suárez, ayer martes escribió: “Quiero aclarar que, cuando todo empezó, Jorge Polanco me borró de las redes sin hablar previamente conmigo, dando por sentado (como mucha gente! ) que yo manejo los hilos de la fundación. Mis acciones están motivadas por la necesidad de resguardar mi nombre y mi propia salud mental. No involucran a nadie y no van contra nadie, pero tampoco son una defensa abierta a nadie.” Esto, ante la presunción del poeta Bernardo Colipán Filgueira, quien la saludó interpretando su renuncia como un gesto de empatía con Polanco.
-Alita, ¿te das cuenta de que yo si cuento esta historia, a cualquiera que la lea le va a parecer cruel e injusto, desmedido por donde se le mire, que un escritor y académico admirador de la obra de tu padre pueda terminar preso por haber hecho un libro sobre él? ¿Te das cuenta que estás pidiendo cárcel para alguien por escribir un libro? ¿Entiendes que quedas en la posición del injusto, del censurador, no?
-Sí. No me importa.
En Francia, adelanta Alita, está próxima a salir una edición facsimilar en francés de La nueva novela, como parte del trabajo de un museo de artes visuales, respetando cada mínimo detalle de la edición original. Y lo refiere como ejemplo de lo contrario a lo que hicieron con el libro de Polanco, en el que la obra de Juan Luis Martínez fue vulnerada, a juicio de su hija, como en una “carnicería”. Cambiar la tipografía de un poema de Juan Luis Martínez, por las características de la obra juanluismartiniana, es efectivamente tergiversarlo, suplantarlo, falsificarlo. Cualquier editor de poesía sabe que ese tipo de detalles jamás se pueden dejar pasar. «Si publicaran un estudio sobre Parra y en los dibujos imitan la letra original de Nicanor, ¿cómo crees que habrían perseguido al autor de algo así? ¿o la Fundación Neruda cómo habría actuado? ¿y yo soy la mala?», se descarga Alita.
Las acciones de este caso vienen de bastante atrás. Por un lado está la demanda civil contra la Editorial Universidad de Valparaíso, que implicó un monto como reparación por daños y perjuicios, y la sustracción del mercado y posterior destrucción de todos los ejemplares del libro polémico. Si bien no nos consta que se hayan destruido ejemplares, el libro de Polanco efectivamente hoy es inencontrable. Pero por otro lado, aparece esta querella penal, que parece querer ir más lejos, como un castigo ejemplar, en contra de cuatro personas, quienes serían los que perpetraron la violación de los derechos de autor de Juan Luis Martínez, representados por la familia y la Fundación homónima.
“La subcomisaría de la PDI que me llamó para notificarme, tampoco entendía muy bien cómo era posible que este asunto del derecho de autor que yo habría violado, pudiera llevarme a la cárcel, estaban ellos mismos confundidos”, dice Jorge Polanco, que pasa además por un delicado estado de salud. “Es absurdo, si lo pienso y yo no he matado a nadie, no le he robado nada a nadie, yo solo escribí un texto, mi tesis doctoral”, insiste.
Consultada por El Desconcierto, la casa de estudios cuyo sello editorial publicó el fatídico libro, contestó esta tarde con un escueto comunicado: “La Universidad de Valparaíso lamenta que la publicación del ensayo del destacado académico Jorge Polanco sobre la obra de Juan Luis Martínez, cuyo único objetivo era difundir la obra de ese autor, termine en una querella en tribunales. La universidad defenderá en todas las instancias su convicción de haber actuado correctamente. Reafirmamos nuestro orgullo por el trabajo de nuestra editorial, sin fines de lucro, en difundir la poesía y el pensamiento, trabajo que ha concitado la valoración de los lectores y el medio editorial en Chile e Hispanoamérica.”
Hoy comenzó a correr una carta firmada por escritores que señala, en solidaridad con Jorge Polanco, “que ninguna disputa en torno a los procedimientos y formas válidas de reproducción y preservación de la obra de un artista, puede implicar que se conculque el derecho a la libertad de creación e investigación de otro creador, investigador o artista; que las medidas y acciones impulsadas por la Fundación Juan Luis Martínez contradicen la que debiera ser su misión, toda vez que el trabajo de Polanco busca justamente promover el conocimiento y la lectura de la obra de Juan Luis Martínez, tratándose además de un ensayo sustentado en una larga investigación cuyo valor literario y rigor académico han sido ampliamente reconocidos”.
Lo cierto es que el hilo se corta por lo más delgado, y si una fundación y una universidad o su sello editorial, tienen o disponen de recursos y abogados, el autor acá es una persona, un individuo que enfrenta en desesperado soliloquio la kafkiana maquinaria del poder. Lo cierto también es que se cumple como una autoprofecía, el poema sobre la desaparición de una familia, y le sucede al propio poeta, a su progenie, que parece haber confundido las señales de ruta, y de esta vida al fin haber perdido toda esperanza.
