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ADELANTO| Pechos al aire, pañoletas verdes y moradas: Las calles, nuestras

Por: El Desconcierto | Publicado: 07.03.2021
ADELANTO| Pechos al aire, pañoletas verdes y moradas: Las calles, nuestras La revuelta chilena |
«La revuelta chilena» (Pehuén Editores) es un libro colectivo con textos de una veintena de intelectuales y dirigentes del campo social y popular, convocados por el Grupo de Pensamiento Crítico y Memoria Histórica (GPM) buscando calibrar las miradas tras el 18-O desde el prisma del pensamiento estratégico y transformador. En el contexto del 8M y marzo feminista, presentamos el capítulo escrito por la abogada y activista ecofeminista Camila Musante, candidata constituyente D14 y colaboradora de El Desconcierto.

Feminismos constituyentes: Articulando mayorías para un nuevo Chile

Los cuerpos en la calle expresan su oposición a la legitimidad del Estado. Gritos de renuncia y apropiaciones de espacios públicos, al mismo tiempo, los cuerpos en las manifestaciones sociales hablan políticamente. La persistencia del cuerpo en su exposición pone esa legitimidad cuestionada en tela de juicio, y lo hace precisamente a través de una performatividad del cuerpo.

Cuando la legitimidad estatal es cuestionada justamente por reprimir con violencia esa forma de aparecer en público, el cuerpo en sí mismo ejerce un derecho que ha sido activamente combatido y destruido por las fuerzas militares y que, al resistirse a dicha fuerza, expresa su modo de vida, mostrando su precariedad y su derecho a la persistencia.

El cuerpo resiste frente a esas fuerzas que tratan de debilitarlo, erradicarlo o mutilarlo; y esta resistencia necesita de la utilización de los espacios públicos, las plazas, las avenidas, los monumentos. Estas reivindicaciones políticas son formuladas por cuerpos que se presentan y actúan, que resisten, re-existen y continúan en condiciones bajo las cuales su insistencia amenaza con deslegitimar al Estado.

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La revuelta popular del 18-O ha devenido en diversos cambios tanto culturales, como políticos e incluso normativos. El comienzo de un proceso constituyente a raíz del llamado a plebiscito en octubre pasado es una expresión del poder constituyente originario y de cómo la soberanía ha regresado al pueblo, manifestándose en las calles, siendo los movimientos feministas claves en la manifestación del poder constituyente originario.

El primer hito post 18-O fue el fenómeno de LasTesis y su intervención “Un violador en tu camino”. La canción, que se transformó para muchas en un himno, es la reivindicación de la soberanía sobre las mujeres, sus cuerpos, derechos, libertades y trato digno e igualitario. Nos dimos cuenta de que era necesario que se nos reconocieran nuestros derechos, que un proceso constituyente solo podía llevarse a cabo con una perspectiva feminista. El mismo fenómeno sucederá cuando elaboremos el nuevo texto constitucional, que estará empapado de un enfoque feminista sin limitarse a una norma o un capítulo, sino que atravesando todo el texto y estructura constitucional.

El segundo hito en el camino a la Convención Constitucional fue el 8 de marzo de 2020. Cientos de miles. Una Alameda absolutamente copada de mujeres que se manifestaron en forma pacífica, en una convocatoria que superó con creces las manifestaciones realizadas en años anteriores. Mujeres de todas las edades llenaban la Alameda con cánticos. Pechos al aire, pañoletas verdes y moradas, lienzos, banderas, música y resistencia. No éramos miles, ni cientos de miles, éramos millones. Esa cifra, en ese instante, nos pareció infinita como la agitación de la bandera de la jineta de Plaza Dignidad. Valientes, unidas, derretidas por el calor, mezclando nuestro sudor con sangre, con lágrimas, júbilo y rebeldía. Las calles, nuestras. El metro, nuestro. Las voces, nuestras. La historia, nuestra.

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El tercer hito que marcó la senda a la Constituyente, no fue una conglomeración de cuerpos en Plaza Dignidad, ni una marcha camino a La Moneda, diría que el tercer hito que nos marcó, desde el encierro y la intimidad del hogar fue: “Tocan a una y nos tocan a todas”. En medio de una pandemia, con estado de excepción constitucional declarado, comunas en cuarentena, toque de queda, y un sinnúmero de limitantes a la movilización de los cuerpos, tomamos nuestras cacerolas y cucharones y nos pusimos a tocar. En cada ciudad de Chile “El violador eras tú” se escuchó más fuerte que nunca.

En la realidad nacional, hemos visto que la articulación de mayorías está surgiendo desde los espacios feministas, a través de la Asamblea Feminista Plurinacional, la articulación política denominada “Mujeres de oposición”, el trabajo realizado por la asociación de abogadas feministas (ABOFEM) y la unión de organizaciones sociales y fuerzas políticas alrededor de la Agenda Género COVID, entre otras coordinaciones feministas. Debemos articular una nueva política que tenga por finalidad asegurar el bienestar de los pueblos que habitan en Chile y para ello es fundamental dejar de lado los egoísmos, las cuotas de poder y los fraccionamientos internos de las fuerzas progresistas. Para dar paso a la gran política gramsciana. Creo que las izquierdas, debemos articular una política que dé paso a un gran pacto social como objetivo superior.

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Por otra parte, hay que desarrollar un amplio trabajo con organizaciones sociales. Para ello, es importante estar presente en los territorios, trabajar en conjunto con las asambleas y cabildos que contribuyeron a promover la participación de las comunidades en sus territorios.

El proceso constituyente canaliza las demandas de una sociedad desgastada por el modelo neoliberal, que ha construido una economía en apariencia exitosa, pero en el fondo muy frágil. Por ello es que el rol de las fuerzas progresistas es apoyar el proceso constituyente, entendiendo cuál es el rol que tenemos dentro de este proceso y que la soberanía reside en los pueblos. Es nuestra labor conducir el proceso constituyente para asegurar que efectivamente los independientes puedan ser parte de una convención constitucional, que las organizaciones sociales se vean representadas y puedan participar directamente en la toma de decisiones de lo que serán las bases de una nueva sociedad chilena, de un gran pacto social.

Política es lo que han hecho los pueblos de Chile desde las calles, como vimos el 18-O. Y forzaron al mundo político y parlamentario a reaccionar frente a esta realidad. No hay que olvidar lo que consiguió el movimiento social y en este sentido nuestra labor es continuar apoyando a la movilización para que continúen realizándose las transformaciones que Chile necesita. Las fuerzas progresistas debemos respaldar el actuar de la movilización popular. Pues a partir de ahí, comenzaron a surgir las transformaciones políticas que se pensaban increíbles.

(Extracto)

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