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QUÉ SE LEE| Rodrigo Mundaca: “Rati” y la democracia pactada

Por: Diego Bravo Rayo | Publicado: 31.05.2021
QUÉ SE LEE| Rodrigo Mundaca: “Rati” y la democracia pactada |
Uno de los grandes triunfos electorales lo obtuvo el mundialmente conocido Rodrigo Mundaca, emblema en la defensa del agua y de las figuras que encarnan los nuevos tiempos políticos chilenos. Desde su cuarentena, el nuevo gobernador de la Región de Valparaíso cuenta de sus últimas lecturas y las emociones íntimas de su irreprochable victoria electoral.

Por la campaña tuve poco tiempo para leer, sin embargo durante el recorrido que hicimos por la región (de Valparaíso) estuve leyendo Revuelta popular del historiador porteño José Ignacio Ponce. En tanto, hace un par de días terminé Rati de Javier Rebolledo, de quien he leído su Trilogía de los cuervos.

Rati habla de La Oficina (Consejo Coordinador de Seguridad Pública), organismo que cumplió rol clave en la llamada ‘Transición a la democracia’ y lo recomiendo porque es extraordinariamente necesario para las nuevas generaciones. Es brutal y muestra las oscuras prácticas que tuvieron los primeros gobiernos de la Concertación, cuyos protagonistas algunos son hoy diputados como Marcelo Schilling (PS), o fueron ministros como Jorge Burgos (DC), y otros conspicuos del alto poder político como Belisario Velasco. La salida pactada de la dictadura configuró un consenso elitario y que permite una serie de hechos injustificables como tener senadores designados y vitalicios como el dictador Pinochet. 

Lo que más me quedó de este libro fue constatar las formas de quebrar a quienes sostuvieron la lucha armada contra la dictadura y que no fueron parte del conciliábulo que dio origen a la democracia pactada y tutelada de 1990 en adelante. La delación compensada, que luego se volvió ley, y los vericuetos del poder para transgredir cualquier límite formal de acción, siendo La Oficina un agente represor y emblema de la impunidad.

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La historia es un elemento necesario no solo para analizar el presente sino también para proyectar el futuro, por lo que obras como las de Javier Rebolledo son imprescindibles. Respecto a otros libros y autores, soy de clásicos: periódicamente vuelvo a Gabriel García Márquez, siendo mi última lectura Crónica de una muerte anunciada, y de Eduardo Galeano con sus historias de fútbol. De ellos leo todo, así también de Mario Benedetti. 

Respecto a las elecciones estoy con la emoción a flor de piel aún. El 16 de mayo, en la noche del triunfo, nos quedamos en Valparaíso y la noche del 17 llegué a mi casa. Allí estaba mi gata; la echaba de menos. Le tomé en brazos, la acaricié y cuando me senté le dije a ella, a mí mismo: ¡chucha, ganamos! Ganamos bien, a pesar de las enormes asimetrías materiales en la campaña: era la que tenía menos recursos y que semanas antes recibió los comentarios de todos los opinólogos de patio, como Francisco Vidal y Pepe Auth, que nos daban en una segunda vuelta con Aldo Valle; o Marco Moreno, conspicuo de los canales de televisión, quien dijo que en esa eventual segunda vuelta el pueblo no iba a votar por radicales como yo.

El consenso elitario nos ha mirado en menos y subestima al rol de movimiento social y estos operadores políticos lo intentaron hasta el último momento. Sin embargo, nosotros teníamos confianza: cuando pasábamos por las calles muchos levantaban sus puños apoyándonos. Para mala fortuna, no he podido salir a los territorios a agradecer todo ese apoyo ya que terminada la elección entramos a cuarentena pues tuvimos un foco de COVID en el equipo. Estos días me han servido para mirar por la ventana y pensar que lo que logramos fue extraordinario. Esta vez ‘los nunca’, ‘los sin’ y ‘los nadie’ ganaron.

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