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CRÍTICA| La historia de Frederick Douglass, el esclavo que se liberó a través de la letra

Por: Tomás Henríquez | Publicado: 03.08.2021
CRÍTICA| La historia de Frederick Douglass, el esclavo que se liberó a través de la letra Frederick Douglass |
Acaba de editarse en Chile una nueva traducción al español de la «Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (Escrita por él mismo)» (La Pollera Ediciones, 2021), clásico de la literatura antiesclavista y los derechos civiles en el sur de Estados Unidos. Originalmente publicado en 1845, se trata de los relatos de juventud de un hombre que sobrevivió a la barbarie, propició su libertad, se formó como intelectual, y que hoy es recordado como un ícono de la cultura política abolicionista en Norteamérica.

Cree haber nacido en 1818. Quizá un año antes o uno después. Carente de registro, como todo esclavo, nunca supo con certeza su edad. Solo escuchó rumores, datos imprecisos sobre su origen. Lo que Frederick Douglass sí sabía es que era hijo de una esclava negra y un hombre blanco del que perdió todo rastro. De niño lo pusieron a trabajar en plantaciones en Maryland, Estados Unidos. Allí no solo fue testigo, sino que él mismo padeció suplicios indignantes. Golpes, patadas, azotes. También pasó hambre y frío. Pero quizás lo peor para él era ver cómo los demás esclavos, temiendo represalias, se acostumbraban a decir que estaban contentos y que sus señores eran amables. Poco le costó aprender que «una lengua muda hace una cabeza sabia».

Con 7 u 8 años, pudo viajar a Baltimore, una ciudad algo más amable, donde su nueva señora le enseñó primero el abecedario, luego a juntar algunas letras, y después a formar palabras simples. Cuestión que de inmediato indignó a su marido, un hombre blanco que veía en la instrucción de un negro, una ofensa imperdonable. Alfabetizar a un esclavo parecía algo más que un vicio o una ilegalidad: anunciaba el inicio del fin de su patrimonio. Tanto miedo sintió el niño Frederick en ese hombre que rápidamente entendió que el ejercicio de la lectura, lejos de ser trivial, podía llegar a ser importante, y por qué no, subversivo.

Así, incluso sin profesor, se propuso a aprender a leer. Con los meses, la lectura devino en un acto de rebeldía que ejercitaba en secreto. Cambiaba pan por libros, se escondía periódicos, aprovechaba cada momento de soledad para aprender un poco más de lo que durante años le fue negado. Y cuando era sorprendido leyendo debía darle explicaciones a sus amos, o sino simplemente era castigado. Pero Frederick nunca se rindió, necesitaba ir más allá. Entendió que también debía aprender a escribir. Primero lo hizo sobre trozos de madera, ladrillo o lo que fuera encontrando. Después sobre viejos cuadernillos que se pudo conseguir.

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Expuesto a la mezquindad de sus patrones muchas veces debió pedir comida, incluso robar. Conforme crecía fue vendido y pasó por distintos dueños. Incluso algunos con vocación religiosa, quienes sin asco ni remordimiento, con una mano rezaban y con la otra le daban de azotes a sus cautivos. Tal era el abuso que Frederick muchas veces debió defenderse a golpes. Por ende, no es casual que en su relato abunden escenas de una violencia escabrosa, desmedida, inhumana. Sin embargo, también incluye reflexiones de alta lucidez, refinado estilo y de una actualidad asombrosa. «No importa bajo qué términos engañosos se disfrace, la esclavitud persiste siendo horrorosa».

Así, Frederick Douglass cultivó una disconformidad, que aunque todavía tímida, no dejaría de crecer. Creció tanto que un día leyó la palabra ‘abolición’ y su vida cambió. Empezó a hacer clases. Alfabetizaba de forma clandestina a otros esclavos. Tiempo después armó un grupo, un plan de escape, falsificó de su puño y letra salvoconductos que les permitirían ir más allá de las fronteras del estado. Pero él era cauto. Entendía que fugarse implicaba peligro. No solo podía ser encarcelado, también podían matarlo. Por eso, en su relato sospecha de todo el mundo y deliberadamente se guarda detalles: las formas de organizarse, los modos en los que pudo escapar, los compañeros de ruta que lo acompañaron. Sabe que su experiencia es ejemplar, pero no quiere darle ventajas a sus enemigos: los patrones blancos.

Tras varios intentos logró huir. Se casó y pasó buen tiempo en Nueva York. Presume que tiene 27 o 28 años cuando escribe estas experiencias. La Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (Escrita por él mismo) se convertiría en un clásico de la literatura antiesclavista y los derechos civiles en el sur de Estados Unidos. Relato originalmente publicado en 1845, se trata de los relatos de juventud de un hombre que sobrevivió a la barbarie, propició su libertad, se formó como intelectual, y que hoy es recordado como un ícono de la cultura política abolicionista en Norteamérica. Un hombre a quien le fue arrebatada la posibilidad de conocer sus orígenes, pero que se liberó del yugo de la esclavitud y terminó siendo dueño de una de las armas más poderosas que a la fecha conoce la humanidad: la facultad de escribir su propio destino.

 

Frederick Douglass

 

Frederick Douglass

Narración de la vida de Frederick Douglass, un esclavo americano (Escrita por él mismo)

Traducción de Nicolás Medina

La Pollera Ediciones, 2021

152 Páginas

Precio Referencial: $12.000

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