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CRÓNICA| Qué Leo Forestal: Hasta que la cultura se haga costumbre

Por: Texto y fotos: Diego Valdés, periodista y booktuber de Letras en Tinta | Publicado: 19.08.2021
CRÓNICA| Qué Leo Forestal: Hasta que la cultura se haga costumbre |
Mario Cerda (54) y Mandina Carrasco (54) viven en la población La Victoria, comuna de Pedro Aguirre Cerda, y desde hace siete años forman la sociedad Qué Leo Forestal, dando lugar a la librería homónima ubicada en Merced 76, frente al Parque Forestal, a un par de cuadras de Plaza Dignidad. Mario estudió electricidad en un liceo industrial, pero al trabajar vendiendo enciclopedias puerta a puerta, se dio cuenta de que la lectura era lo suyo. De hecho, era el único de su familia que leía. “Para salirme del mundo real, de mi pobreza en la infancia y de la falta de oportunidades que visualicé tempranamente, prefería leer”.

Aproximadamente cuarenta personas estaban presentes en la charla sobre el libro Voyager, de la escritora nacional Nona Fernández. El guionista chileno Carlos Reyes moderaba la entrevista con la autora. Era un miércoles de noviembre del 2019, a las 14:00 horas, en plena revuelta social.

Casi todos los días desde el inicio de la crisis social en Chile, decenas de personas se reunían en los alrededores de la entonces Plaza Italia (hoy Plaza Dignidad) para protestar. Los gritos, los sonidos de las piedras contra los postes y el enfrentamiento entre manifestantes y carabineros eran pan de cada jornada, muchos de los cuales se concentraban en el Parque Forestal.

Las esquirlas de la represión solían ir más allá de la plaza en ese tiempo custodiada por la estatua del general Manuel Baquedano en el kilómetro cero de las manifestaciones. Las consecuencias de la misma llegaban al Parque Bustamante, Bellavista, Parque Forestal y algunos barrios cercanos a Plaza Dignidad.

Ese día, los dueños tuvieron que cerrar la cortina, convirtiendo a la librería en una especie de búnker, mientras las nubes tóxicas de lacrimógenas pasaban por fuera del local. Esta es una de las tantas anécdotas que recuerda Lorena Palavecino (45), periodista, quien era una de las asistentes a la presentación del libro Voyager.

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Los organizadores de esa charla son Mario Cerda (54) y Mandina Carrasco (54). Ellos viven en la población La Victoria, comuna de Pedro Aguirre Cerda, y desde hace siete años forman la sociedad “Qué Leo Forestal”, dando lugar a la librería homónima ubicada en Merced 76, frente al Parque Forestal, a un par de cuadras de Plaza Dignidad.

Mario estudió electricidad en un liceo industrial, pero en 1995, al trabajar vendiendo enciclopedias puerta a puerta, se dio cuenta de que la lectura era lo suyo. De hecho, era el único de su familia que leía. “Para salirme del mundo real, de mi pobreza en la infancia y de la falta de oportunidades que visualicé tempranamente, prefería leer”.

Antes de formar la sociedad, Mario trabajaba en la Qué Leo Pedro de Valdivia y Mandina en una ferretería, en la que fue dirigenta sindical. Luego estudió Administración y poco a poco se fue acoplando al trabajo de su pareja. “Yo no lo veía a él trabajando en algo que no fuera su rubro”. Por esta razón optaron por dar el paso a construir algo propio relacionado con el trabajo de Mario, pues él llevaba 20 años como librero. 

8:30 horas. Preparan los pedidos que recibieron desde el sitio web para ir a dejarlos al correo o entregarlos personalmente, según lugar acordado con antelación. Luego de eso se dirigen a la librería en el auto que los ha salvado de apuros en los tiempos de revuelta social. Se estacionan… y antes de entrar al local fuman un cigarrillo. Una vez dentro, hacen el aseo y quedan listos para recibir a las y los lectores.

Últimamente no ha sido fácil el trabajo en la Qué Leo Forestal. Desde el inicio del estallido social se les ha complicado su labor. Tal como la anécdota que recuerda Lorena Palavecino, Mario y Mandina tuvieron que cerrar sin previo aviso y arrancar muchas veces. Antes de salir camino al local ellos se dedicaban a revisar las noticias, hablar con vecinos para saber cómo había estado la noche anterior y/o verificar que no hubiese programada alguna manifestación durante el día, pues no les convenía ir solo por un par de horas.

Sin embargo, casi nunca dejaron de ir. Mandina cuenta que se sentían más seguros estando ahí. “Preferíamos estar en el local con el corazón en la mano que quedarnos en casa. En el caso de que ocurriera algo en la librería por lo menos teníamos la oportunidad de poder razonar con las personas que quisieran entrar a saquear”.

A pesar de haber vivido un intento de saqueo, la que fue detenida por los mismos manifestantes que se encontraban en el lugar, lo que ellos experimentaron en aquel tiempo de revuelta fue la solidaridad. “Vimos muchas situaciones en la que la gente se sintió completamente desnuda”. La librería en aquel entonces servía como un faro entre la niebla de la represión.

Manifestantes corren del gas tóxico que se expande cada vez más por los alrededores del Parque Forestal. Personas ahogadas por las lacrimógenas son cobijadas por Mario y Mandina dentro del local. “Teníamos siempre agüita con bicarbonato, vinagre y limones para hacer frente a la represión. Vimos morir a una institución frente a nosotros”. De un momento a otro la librería del barrio se convirtió en un lugar de acompañamiento para las y los asistentes a las protestas que pasaban por el lugar.

Hugo Riquelme (36), escritor, cada vez que tiene tiempo libre va a la Qué Leo Forestal a hablar con Mario y Mandina. Desde su casa demora cinco minutos para llegar a destino. Destaca la solidaridad que ve en ambos. “Son dos personas super humanas, que están super conectadas con la sensibilidad social y que, además, son super generosas. Por lo tanto, es difícil no encariñarse con ellos”.

Para Mario y Mandina ser libreros es un oficio que llena mucho, especialmente al tener la oportunidad de conocer diferentes personas, con quienes muchas veces han construido un lazo de amistad. Esta conexión con ellas es lo que los ha llevado a transformar su lugar de trabajo en un centro cultural.

“Espacio Forestal” es el nombre que adoptó la librería para las diferentes actividades que se realizaban en el lugar: presentaciones de libros, charlas, un sitio web homónimo y redes sociales, eran parte de las acciones que Mario y Mandina ofrecían en torno a la literatura.

A pesar de las dificultades que acarreaba la revuelta social en el kilómetro cero de las protestas, día a día la pareja se las ingeniaba para hacer frente a esos obstáculos con acciones concretas. Adelantar la hora de las charlas fue una de ellas, cerrar temprano otra. Pese a haber encontrado una fórmula para seguir sobreviviendo a los enfrentamientos que se realizaban fuera de la Qué Leo Forestal, llegaría algo que los haría temer la quiebra de su proyecto.

Pandemia: un duro golpe 

Durante abril y mayo del 2020 la librería permaneció cerrada. Había que hacer cuarentena. Este fue un gran golpe para ellos, como para muchos chilenos y chilenas. Mandina dice que la revuelta social hizo que disminuyeran sus ventas, pero la pandemia casi los mata. “No es lo mismo abrir cinco horas diarias de lunes a sábado a no abrir y depender de un sitio web que afortunadamente teníamos de antes”.

Carmen Valdebenito (48), traductora de profesión y booktuber, es clienta y amiga de Mario y Mandina desde hace cuatro años aproximadamente. Ella es testigo tanto de los inicios de las charlas en el Espacio Forestal como de la implementación del sitio web de la librería. “Transformaron el sótano en un espacio de encuentro, de presentaciones de libros. Su idea no solo era vender libros, sino que hablar de ellos”.

Así como Valdebenito fue testigo de los inicios de los proyectos de la librería ideados por sus dueños, también vio cómo por culpa de la pandemia estos fueron desapareciendo. “Antes de empezar la pandemia ellos tenían la idea de iniciar con un podcast. Ellos siempre han visto ese lugar como un centro cultural. Querían integrar hasta talleres de cine, pero por la pandemia eso no ha llegado a puerto”.

La frase “mejor tener amigos que plata” nos habla de que la amistad es algo que no tiene valor, que es intangible e inmaterial. Sin embargo, Mario y Mandina le podrían dar también otro significado. “El afecto de nuestros amigos también se demostró durante la pandemia. La librería está en pie gracias a ese cariño que la gente nos tomó durante estos siete años y eso es muy valorado, algo que cualquier librería envidiaría”.

Mario y Mandina han aprendido de esta crisis. Nadie sabe si volveremos a encerrarnos de nuevo. Por este motivo, actualmente promocionan mucho más su sitio web (espacioforestal.cl) y mantienen más activas sus redes sociales. “¿Qué aprender de todo esto? Que uno tiene que ser más solidario, porque uno no sabe si se va a morir al otro día. No hay que estar solo”.

8:30 horas. Preparan los pedidos que recibieron desde el sitio web para ir a dejarlos al correo o entregarlos personalmente, según lugar acordado con antelación. Actualmente la comuna de Santiago se encuentra en fase 3, por lo que pueden atender sin problemas, siguiendo los protocolos que la autoridad sanitaria ha establecido. Antes de entrar a la librería fuman un cigarrillo. Una vez dentro, hacen el aseo y quedan listos para recibir a las y los lectores. Como dicen ellos: “Ven al Forestal, hay un libro para ti”.

Esta crónica fue producida en el Diplomado de Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros del Instituto de la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile
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