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CRÍTICA| «Érase una vez… Un estallido»: rabia regionalista y desafíos editoriales

Por: Darwin Caris, crítico y librero | Publicado: 17.09.2021
CRÍTICA| «Érase una vez… Un estallido»: rabia regionalista y desafíos editoriales |
La voz de rabia desde las regiones, Antofagasta en particular, tiñe este grito desesperado que lanza a la cara, en formato de columnas de opinión, el autor de estos textos Francisco Javier Villegas, rememorando el inicio del estallido social de octubre de 2019.

El discurso contextual de opresión y la territorialización desde la calle como plataforma de la revuelta social son los elementos que, a manera de marcas textuales, guían la lectura de este volumen de Francisco Javier Villegas. Docente y poeta nortino, a través de columnas y artículos aparecidos en medios regionales y de alcance nacional e internacional, configura un llamado a la descentralización de la empatía para, desde ahí, hacernos cargo de la revolución de amor instalada en cada ciudadano, paso necesario para mirar al otro como un igual. Desde esa tesis Villegas configura esta entrega ordenada en capítulos “temporales”: Octubre – Diciembre de 2019; Enero – Junio de 2020 y Otras columnas de opinión.

Dicho esto, valga decir que la situación de la calle es la escenografía desde la cual el autor se dedica a observar la configuración de este estallido regional que es también leído en una simultaneidad replicada en todas las ciudades del país. Porque octubre de 2019 es marca calendarizada en que los sujetos, las voces y las corporalidades todas se vieron remecidos y remecidas por los hechos de violencia callejera que respondieron a una Historia e historias de silenciamientos, abusos y violencias sistémicas. Los tiempos convulsos que relata el autor en un afán explicativo que no cae en la pedagogía, vinculan la crisis a la fractura del modelo económico “pero que de la noche a la mañana desapareció y quedó desbordado por una añeja manera de hacer las cosas” (p. 18).

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En un país que duele, ‘El país nos duele’ es el nombre de una de las columnas, la unidad textual está dada por el retrato de los sujetos anónimos que van adquiriendo protagonismo a medida que avanza el calendario de la movilización social.

Los poetas anónimos, las abuelas, los jóvenes son la corporalidad desde donde Villegas va trabajando los temas que le interesan y que, por cuestión de extensión temporal de sus columnas en los medios, alcanzan a perfilar la necesidad de una constitución, escrita desde la poesía de la transformación en virtud de la elección de la Constituyente y una atinada alegoría acerca de la evidencia de lo viral como lectura de la situación histórica de Chile en relación con la aparición del coronavirus. “En cierto sentido, la pandemia verdadera no es el COVID-19, sino los modos afectados y trastocados que tenemos en esta sociedad y modelo neoliberal (…)” (p. 83).

Muy interesante la columna ‘La primera línea’ donde se reseña la dinámica de la calle en esos viernes agitados en que los jóvenes de capuchas congregaban su batir de cuerpos en orden de presentar lucha a las fuerzas policiales que cumplían la labor administrativa de ejecutar la represión oficializada por las autoridades. El retrato de los jóvenes de la llamada primera línea juega con la opacidad del anonimato, del trabajo colectivo en la calle y, lo que es doloroso de sobremanera, con el anonimato forzado al que son sometidos por las lógicas del sistema mercantil al que ellos dieron pelea. Este “Sumar” si parafraseamos el título de Diamela Eltit que también narrativiza una marcha de los postergados, es configurado por Villegas como un retrato de la fraternización, perfilando que “quedarán en la historia nacional sin tener grados, estrellas o distinciones” (p.23).

A partir de esa afirmación, y como desafío, podría configurarse una manera de narrar ese trabajo desde la calle, dotando de identidad a quienes participaron detrás de los “escudos fabricados de tambores y latas para detener las bombas y balines” (p. 23), porque desde el relato que siempre oficializa la Historia –habrá que ver si esas lógicas se replicarán como narrativa oficial en el Chile posconstituyente– será atingente si esos jóvenes temerarios quedarán en la historia con mayúscula. ¿Existirán esos cuerpos para una literatura que los rescate? ¿Algún relato les dotará de identidad? ¿Podrá modelar el mapa literario una grieta por donde se cuelen esos nombres, esas piedras, esos ojos cegados por el balín? ¿Existirá una posibilidad editorial como repositorio para esas memorias?

Érase una vez… un estallido 

Francisco Javier Villegas

RIL Editores, 2020

104 páginas

Precio referencial: $6.990

 

 

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