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ADELANTO| El Nacho me invita a manifestarse: Una desaparición en la Estación Baquedano

Por: El Desconcierto | Publicado: 19.10.2021
ADELANTO| El Nacho me invita a manifestarse: Una desaparición en la Estación Baquedano |
«Nacho, ¿estás?» (Trayecto Editorial), la primera novela de Juan Cristóbal Ulloa, ficciona con una desaparición en Metro Baquedano durante el estallido social. La historia es una excusa para mostrar la realidad de Chile, la importancia de la salud mental y el imaginario colectivo que dejó la revuelta.

El Nacho me invita a manifestarse por la tarde-noche. De pura rabia acumulada le digo que sí y que necesito salir. Me hace saber que ya era hora. Que nunca lo apaño. Que, por ende, debemos ponerle hartas ganas a luchar juntos. También me hace saber que la Karen está donde una amiga y que nos juntemos con ella a sacar la voz en la primera marcha de nuestro querido Pudahuel. Los vecinos comienzan a salir a las calles. Nacho me abre los ojos, diciéndome que soy inactivo en la lucha de un Chile invisible y mudo.

Admito que voy a marchar por querer salir de la casa y juntarme con el Nacho y la Karen. Necesito desahogarme. Además, con lo que pasa en el país me da un atisbo en la garganta.

Dejo a mi abuela en su cama con todos sus remedios al día y le digo que se acuerde de que el lunes tenemos hora en el consultorio. No podemos perder el cupo. Demora años conseguir hora con un especialista como el neurólogo.

Care’malo se aproxima desde una esquina y me quiere acompañar. Le digo que se devuelva a la plaza. Me persigue y le grito que salga. Agarro una piedra de cemento para asustarlo, pero el perro ni se inmuta. Su terqueza me vence y camino junto a él, a un rápido paso enérgico. Voy con varios vecinos, entre ellos muchos papás con sus cabros chicos. En sus manos llevan cacerolas y en los pies su calzado viejo.

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Con el Nacho nos juntamos en el cacerolazo, cerca de Avenida San Francisco con La Estrella. La gente marcha pacífica, en familia. Hacen sonar sus ollas viejas de la casa. Datan de cuando se instalaron los humildes y primeros matrimonios en democracia. Son las mismas, quemadas y raspadas por el uso diario en las modestas cocinas de las hacinadas primeras viviendas subsidiadas del sector.

Se forma una que otra barricada cercana a la manifestación. Carabineros se hace presente para resguardar el sector. Nosotros nos vamos a Baquedano, a apoyar a los amigos del amigo desaparecido del Nacho. Él está comprometido a cooperar. Con la Karen y su amiga no estamos muy convencidos en la micro. No somos capaces de decirle al Nacho. Ya le prometimos que lo apañaríamos. Nos preocupa lo sensible que está con toda la situación de su madre. Atravesamos casi todo Santiago hasta llegar a la superficie de la estación.

En Baquedano hay barricadas por la Avenida Vicuña Mackenna. Destrozos y escombros hay cerca a la estación. Uno que otro periodista reportea en vivo los desmanes de los encapuchados. Se ve uno que otro zorrillo a la vista. Los pacos están vestidos con traje especial. Se asemeja a la armadura de la franquicia Marvel en su peor versión chilena. La gente se manifiesta, alzando su voz frenética y de acción pacífica. Los carabineros limitan su protesta. Uno de los uniformados comienza a reprimir a la gente y esta corre desesperada. 

Se exhibe en vivo un mensaje presidencial por la televisión abierta y es replicado por las radios y redes sociales. El mensaje se expande a velocidad de la luz. Provoca el resurgimiento del terror por las calles santiaguinas y posteriormente por algunas regiones del país. A poco rato de llegar a Baquedano, se pronuncia estado de sitio en Santiago. El motivo señalado es resguardar el patrimonio y a las personas, misión a cargo del general de división Javier Iturriaga del Campo, como jefe de Defensa Nacional. Entiendo ahora la violencia de Carabineros hacia los protestantes y hacia las demás personas, previo a iniciarse el estado de emergencia.

Los amigos del Nacho tienen un par de carteles pidiendo igualdad y NO+AFP. Se manifiestan sin destruir nada ni golpear a nadie. Pero los pacos comienzan a disparar. Nunca he presenciado tal violencia. Ni siquiera en mi pobla. Nos alarmamos y más caos provoca. La pequeña manifestación se disuelve.

El Nacho besa a Karen y nos obliga a escapar hacia el Parque Forestal. Tiene la esperanza de encontrarnos allí. Nosotros no atinamos a hacerlo. Preferimos estar pendientes del Nacho. Él les explica a los carabineros, en buenas palabras, que por favor los escuchen. Ellos siguen disparando.

Nacho corre hasta Karen. Tres carabineros jóvenes le obstaculizan el paso. Nacho trata de zafarse de ellos. Corre hacia un lado y hacia el otro, en un vaivén de esos que hacía cuando jugaba a la pelota. Estar cojo no le deja soltarse con destreza y no consigue pasar. No consigue llegar al arco. Se pone violento. Tiene rabia de ver a su polola sangrando por manos de Carabineros. Consigue un poco de visibilidad a empujones y patadas contra los señores verdes. Toman al Nacho por detrás y lo golpean a palos y patadas. Yo veo esto desde lejos. Me da una impotencia tremenda. Saco mi celular, lento y nervioso. Grabo todo lo que está pasando en este momento. Uno de los pacos se me acerca. Representa cuarenta años y es gordo. Quizás su chaleco antibalas hace agrandar su cuerpo. Me ordena que no grabe. Medio tiritón, sigo grabando. Él me quita el celular. Lo tira al cemento con nula delicadeza y con su luma hace tiras el tarro. Posteriormente lo patea, repartiendo pieza por pieza, por toda la cuadra. Yo le digo al tipo que por qué hizo eso. De la nada me da vuelta.

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