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CRÓNICA| Pepe Cuevas: Hacerle bromas pesadas al sistema

Por: Rodrigo Hidalgo, escritor y periodista | Publicado: 19.11.2021
CRÓNICA| Pepe Cuevas: Hacerle bromas pesadas al sistema |
Se define como un poeta del zarandeo, no de escritorio. Y recuerda las fiestas, el entusiasmo, la algarabía. En realidad, reflexiona, su identidad poética surgió más bien del rock and roll, de esa juventud que quería revolucionarlo todo.

El 31 de agosto pasado se realizó de manera remota, online, el lanzamiento del libro Antología Poética Ex Chile que reúne gran parte de la obra de José Ángel Cuevas, por parte del sello editorial de la Universidad de Valparaíso. Con prólogo de Soledad Bianchi y epílogos de Raúl Zurita y Jaime Pinos, el volumen compendia la pulpa esencial de la lírica de Cuevas.

Con esa excusa, nos juntamos dos o tres días después, con Jaime Pinos y Pepe Cuevas, y compartimos un almuerzo a pasos de la Plaza Dignidad, contemplando un monolito absurdo, sin estatua, resguardado por una decena de hombres armados y un muro que sería postrera y festivamente derribado.

Ahora, para comentar ese hito así como varios otros sucesos, lo llamo por teléfono, esperando que no se vuelva a producir una falsa alarma de desaparición. Hola Pepe ¿cómo estás?

Pucha, me dice, triste. La tristeza de Pepe se relaciona con la muerte de la Lola, su compañera de toda la vida y madre de sus hijos, que dejó este mundo en mayo. Y claro, no es fácil, no se recupera uno de una pérdida sentimental como esa. Así que le expreso mis sentidas condolencias y propongo cambiar el tema, aunque arrancamos de ahí mismo, vamos destejiendo la madeja.

Porque la tristeza de la poesía chilena es largo tema. Somos un yaraví, me dijo alguna vez un salsero caribeño. Y a Pepe Cuevas se le llegó a convertir, injustamente acaso, en un sinónimo de esa actitud depresiva, lacónica. Es que la derrota es siempre triste, y Pepe es un hombre que encarnó acaso como ningún otro escritor el proyecto frustrado que fue la Unidad Popular, el sueño de una patria más justa y solidaria, un pueblo donde obreros y estudiantes se abrazaban enfiestados mirando el horizonte con la esperanza de construir el futuro esplendor. Y luego tanta muerte, tanta impunidad, tanta falta de corazón, de humanidad. Qué pena por la conchadesumadre.

Esperanza en el lumpen

Lo cierto es que tengo la suerte de conocer a Pepe Cuevas desde hace 20 años, somos amigos. Y lo conocí gracias a La Calabaza del Diablo, en la imprenta de la familia Montecinos. Lo entrevistamos para la revista y se convirtió en un colaborador asiduo. En esa primera entrevista, Pepe dice que su poesía es espontánea, vital. Se define como un poeta del zarandeo, no de escritorio. Y recuerda las fiestas, el entusiasmo, la algarabía. En realidad, reflexiona, su identidad poética surgió más bien del rock and roll, de esa juventud que quería revolucionarlo todo. Nada de tristeza, qué bah. Eso vendría después. Cito:

“Tengo recuerdo de borracheras tremendas, pero después me hizo mal. Porque me venía una angustia muy grande.  Me di cuenta que a una persona triste no le conviene tomar. Ahora, si el alcohol viene con alegría, con baile, como era antes, esa es una buena borrachera. Exaltadora, dionisíaca. La otra no, porque desencadena fantasmas y te produce un sentimiento de cercanía con la muerte(…) El proyecto de la dictadura se consolidó y eso me llena de amargura y escepticismo. Lo hizo a través de los objetos y del consumo, por ejemplo. O a través del lumpen como resultado de la descomposición de un sector social. Aunque hay algunos que tienen esperanza en el lumpen” (Revista La Calabaza del Diablo, nº7, junio 2000).

Conversando ahora con Pepe recordamos sus colaboraciones con la revista. Cuevas escribió una columna titulada “30 años de poesía” en los números 11, 12 y 13 (entre septiembre del 2001 y enero del 2002), donde entre otras anécdotas, por ejemplo, confiesa que ahora se da cuenta que “es tonto mantenerse tan afuera de todo, yo nunca fui donde Nicanor ni donde Gonzalo Rojas, que era lo que había que hacer”. O donde rinde un homenaje a un poeta desconocido: “hay un acontecimiento increíble de un poeta desconocido. No sé si a fines del 73 o ya el 74, apareció un texto en La Segunda, alabando a los militares y el ‘pronunciamiento’. Pero leído como acróstico decía ‘milicos asesinos’”.

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En sus columnas Pepe retrata esa permanente fiesta antes de la dictadura, bares, lenocinios, boites. Luego la noche de 17 años con todo proscrito, y ya en los 90, la euforia desatada pero sin trasfondo, light, con una nueva bohemia que tiene su paroxismo en el barrio Bellavista, una fiesta de la que ya no participa. No es lo mismo. “Hubo un gran encuentro de todos los poetas de Chile el año 90, organizado por una institución de gobierno, o por una ONG. Estaban todos, desde Gonzalo Rojas hasta Rosabetty Muñoz, la menor, durante tres días con ponencias, mesas, trago, en el mejor hotel de Viña, quizás por qué, quién lo pagó. No se sabe. Recuerdo el último recital en El Cinzano, en los platos unos perniles grandes, rojos, que casi nadie quiso, Stella Dïaz Varín los echó en una bolsa gigante, Juvencio Valle dormía, de pronto se paró a leer Redolés y gritó ‘Viejo culiaooo’, Juvencio dio un salto. Juan Luis Martínez estaba detrás. Le di un abrazo al terminar mi lectura. Nunca más hubo un encuentro así”. (Revista La Calabaza del Diablo, nº13, enero 2002).

Cuevas asegura estar aún entre impresionado y divertido por el revuelo que en enero pasado se produjo cuando lo andábamos buscando y no contestaba su celular, apareciendo en colectivo tras pasar un fin de semana en Renca donde un amigo. Le recuerdo la proyección de su poema en la Plaza Dignidad, la visibilidad que ha alcanzado gracias a eso. Su nombre es cada vez más conocido, y seguirá sumando lectores gracias a antologías como la que se lanzó recién.

Le recuerdo las esperanzas renacidas tras el estallido del 18 de octubre. La derrota es siempre breve, decía Patricio Manns. Logro así dejar atrás la pena y seguimos hablando ahora de la contingencia. La nueva constitución, las elecciones de fin de año, lo que se viene. Le pregunto por quién va a votar. Por Boric, me dice sin asomo de duda. Pero se apresura en aclarar que en realidad no le gusta, es muy cabro. Pero es el que salió. Y no votar es hacerle el juego a la derecha, así que si queremos avanzar con la nueva constitución, hay que votar por él nomás. Le pregunto por Provoste. Noooo me dice, sería como volver atrás, a la Concertación. Pepe sigue siendo un hombre de convicciones, lo tiene todo muy claro, no se confunde. Y es que como él mismo ha dicho: “¿Qué puede hacer la poesía con este mundo? Todo. La realidad cabe en el lenguaje”.

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