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CRÍTICA| «Corsé»: Mujeres anónimas en el Chile de la desigualdad

Por: Rodrigo Miranda, escritor y periodista | Publicado: 24.11.2021
CRÍTICA| «Corsé»: Mujeres anónimas en el Chile de la desigualdad |
Un promisorio debut literario es la colección de cuentos “Corsé”, de la escritora Jessy Chamorro-Salas, quien finaliza su doctorado en literatura en la Universidad de Chile. Son textos mayoritariamente sobre mujeres anónimas del Chile de la desigualdad pre y post estallido social.

Corsé es una producción literaria de gran valor y fieramente antipatriarcal que demuestra de qué manera el cuerpo de las mujeres ha sido sometido a innumerables violencias, simbolizadas en esas prendas de amarre, ajustadas y apretadas, utilizadas para estilizar y moldear la figura por razones políticas, estéticas o médicas. Los cuentos de Jessy Chamorro-Salas recuerdan que hasta hoy las mujeres son invisibilizadas, miradas con sospecha por el poder masculino, sometidas a la dominación y violencia machista. De eso bien saben las protagonistas de estos relatos que logran liberarse de los corsé impuestos que constriñen sus cuerpos, discursos y conciencias.

Los cuentos ‘Las que van quedando en el camino’ y ‘Las flores del mal’ –citas a los títulos de Isidora Aguirre y Charles Baudelaire– denuncian la estructural e histórica violencia de género, la violencia machista que ha asesinado a las mujeres generación tras generación y que la autora espejea en una infinitud de nombres: “Ella fue encontrada en un sitio eriazo tal como Medusa, Electra, Ariadna, Medea, Yocasta, Clitemnestra, Antígona, Penélope, Circe, Calipso, Pandora”. Tras 1973, la tortura, la violación y el aniquilamiento fueron una estrategia estatal de destrucción masiva de las militantes opositoras a la dictadura. Ese maltrato sistémico hasta hoy se expande a todas las esferas: la familia, el trabajo, la calle, el transporte público, las universidades, los colegios, el sistema hospitalario a través de la violencia obstétrica.

La autora demuestra un notable talento narrativo al reflejar el Chile de la desigualdad, al Chile que limita al centro de la injusticia. Corsé abre con la violencia y represión brutal sobre los cuerpos y los rostros que quedaron sin ojos en la revuelta social. Les quitaron los ojos, les gasearon de manera indiscriminada, apalearon, torturaron, vejaron, dispararon, detuvieron, violaron. La mutilación deliberada de los ojos históricamente ha sido una medida cruel de castigo y venganza infringida desde el poder, desde Sófocles con Edipo.

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‘En Baquedano’, el primer relato del libro, presenta dos personajes opuestos. Es un relato narrado desde puntos de vista ubicados en las antípodas de conflicto social. Una inusitada pareja formada por una estudiante universitaria y un paco que se ven enfrentados en diferentes bandos en las calles. La estructura llama la atención por la fragmentación del texto en paralelo al despedazamiento y la mutilación de los ojos de la protagonista. Los relatos de víctima y victimario se intercalan.

Son cuentos de gran rigor formal en que prima el retrato realista con ciertos toques cortazarianos, donde la autora ofrece una fotografía de los oprimidos, los barrios de los extramuros, los excluidos del modelo, de la clase popular, condición que no se vive como limitación sino como gatillante o acelerante para que los personajes se levanten a protestar por la pobreza estructural que perpetúa el sistema neoliberal.

Son 5 minutos

El protagonista de ‘El Bicho’ muere por robar un auto en un portonazo. Asistimos a su funeral con “bengalas, fuegos artificiales y humo que rodea su cuerpo inerte, baleado”. Una muerte anunciada que se origina en sus condiciones socioeconómicas y la exclusión, en la marginalidad donde ya no hay Estado y en el funcionamiento cómplice de las policías al aceptar que el narcotráfico reclute desde niños a sus soldados y los use y sacrifique como carne de cañón. ‘El Bicho’ propone la afirmación del excluido como sujeto, no solo como una cifra o un número más en las estadísticas policiales.

La escritura de Jessy Chamorro-Salas repiensa la desigualdad estructural en la que viven personajes subalternos expuestos a una cadena sin fin de violencias y exclusiones, como el profesor atrapado en la burocracia de la educación neoliberal o la joven que queda ciega por disparos de la policía en la revuelta de 2019. Estos personajes me traen a la memoria los obreros de la canción ‘Te recuerdo Amanda’, de Víctor Jara, la calle mojada, jornadas de trabajo extenuantes, protestas, manifestaciones, la explotación laboral en una fábrica y los cortos descansos, los cinco minutos escasos donde Amanda puede ver a Manuel. Un día todo cambia porque Manuel falta a la cita con su amada, víctima de la injusticia.

Me emociona esa letra polifónica. Está la voz de dos obreros de cualquier fábrica, de cualquier ciudad latinoamericana, la voz de ella, la voz de él, la propia voz de Jara. Hay una opción por una remezcla de voces, lugares y tiempos. En paralelo, hay un punteo temporal, el reloj y las sirenas de la fábrica que marcan los descansos y las horas de trabajo. Los cinco minutos, la vida es eterna en cinco minutos. La canción tiene diferentes puntos focales de donde es narrada. Es una canción antihistórica; uno no sabe en que año está, en qué país está. El auditor arma su propia temporalidad. Es una hermosa canción multifocal. Los cuentos de Jessy me recuerdan esa letra profética y futurista, una canción con sugerentes imágenes, un relato obrero e íntimo y su línea dramática con saltos en el tiempo y espacio a las brutales represiones que siguen y seguirán ocurriendo y a la muerte de un trabajador llamado Manuel. Era el nombre del padre de Víctor, y Amanda, el de su madre.

Lady Di en Cartagena

En otro tono, la ironía social es el eje de ‘Dayana’ –parodia de una Lady Di en Cartagena–, ‘Al ritmo del temporizador’ aborda las falsedades de las redes sociales y perfiles fake de Tinder, y ‘La paseante’ trata sobre una entrañable compradora compulsiva del Costanera Center, la catedral del consumo. Estos anónimos personajes son parte de una generación donde no hay un proyecto social o comunitario, sino solo un sobrevivir en el día a día individualista en las redes sociales o en el mall, ese templo posdictatorial concertacionista. La falta de utopías y de proyectos colectivos lleva a estos seres a quedar atrapadas en un círculo vicioso en la compra de mercancías desechables, fetiches del exhibicionismo y pavoneo en internet que les permiten sobrevivir en piloto automático en el Chile de la desigualdad.

Corsé

Jessy Chamorro-Salas 

Sangría Editora

206 páginas 

Precio de referencia $ 9.000

 

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