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VIDEO| Juan Carlos Maldonado y filme sobre Caso Quemados: “Rodrigo (Rojas) pensaba que con su cámara podía cambiar el mundo”

Por: Iván Ávila, periodista, escritor y guionista. | Publicado: 08.04.2021
En esta entrevista, el actor revelación nos cuenta cómo asumió el desafío y la responsabilidad histórica de convertirse en el joven fotógrafo Rodrigo Rojas Denegri en «La mirada incendiada», el nuevo largometraje de la directora Tatiana Gaviola, que se estrenará próximamente. Revisa la entrevista completa en el video.

Juan Carlos Maldonado tiene recién 32 años y ya se ha convertido en uno de los actores más aplaudidos del último tiempo en nuestro país, también de los más requeridos, desde que la rompió entre la crítica y el público con su interpretación de Jaime en El príncipe (Sebastián Muñoz, 2019). 

El filme se basa en los brutales sucesos ocurridos el 2 de julio de 1986, cuando un piquete militar detiene a Rodrigo, que trabajaba como gráfico para una agencia internacional, y a Carmen Gloria Quintana en el transcurso de una jornada de protesta contra la dictadura de Pinochet. Ambos fueron rociados con combustible, quemados vivos por los uniformados y abandonados en un sitio eriazo, sobreviviendo solo Gloria al salvaje ataque.

Sobre cómo llegó este papel a sus manos, el trabajo actoral e investigación que realizó para retratar al joven fotógrafo y la relación de la película con la represión hacia la prensa independiente durante el despertar social a partir de octubre de 2019, conversamos con Juan Carlos. También del éxito de El príncipe, sus próximos proyectos y el doble estándar del Estado hacia el arte y la cultura, temas que no rehuyó este actor de 32 años, que comenzó su carrera en teatro hace casi una década, en teleseries el 2012, y en el cine hace muy poco tiempo, encumbrándose de inmediato como uno de los intérpretes jóvenes con más proyección en Chile.

«Le sacaba fotos a los pacos en la cara»

-¿Cómo asumiste la responsabilidad de convertirte en Rodrigo Rojas Denegri?

-Siento que esta película es un aporte para el cine, para la memoria y la justicia de este país. Y se cuenta desde un lugar poco ambicioso. Es un relato muy íntimo, familiar y sensible que se construye desde la honestidad. También vemos esta fuerza interna que tenía Rodrigo cuando iba a las marchas. Yo creo que era una persona a la que le quedaba chico este país. Él tenía 19 años y medía un metro noventa, era muy grande, entonces su manera de fotografiar tenía otra perspectiva. Cuando empecé a comprender cómo él componía la imagen, empecé a entender cómo pensaba. Le sacaba fotos a los pacos en la cara. Imagínate, estando en el año 86, donde cualquier gesto era peligroso. Era una persona muy valiente para su edad.

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-¿Cómo relacionas la época en que vivió Rodrigo con la represión que ha sufrido la prensa independiente en el despertar social? ¿Qué ves de su valentía en los colegas de los medios que han asumido la responsabilidad de mostrar lo que está ocurriendo en las calles del país?

-Se conecta de forma muy clara porque siguen ocurriendo las mismas cosas, siguen volando ojos, siguen matando personas, y eso se conecta absolutamente con lo que le pasó a Rodrigo. Siento que la historia de este país se escribe desde la impunidad. Hay tantas heridas que es difícil sanar porque no hay justicia y esta película se relaciona con el Chile de hoy y lo que estamos viviendo. La represión y la impunidad siguen. O sea, las penas que recibieron los milicos que asesinaron a Rodrigo fueron bajísimas, fueron una burla. Esta película es importante para la verdad, para la memoria, para la justicia. Es bueno levantar estos relatos, sobre todo en un momento tan importante para el país como es la elección de constituyentes, donde es importante que la gente reflexione, que esté informada. Muchas veces, los huevones –perdonen la expresión– que quieren escribir la Constitución, son los mismos que defienden a estos asesinos y las esferas del poder.

Los fotógrafos en primera línea

-¿Cómo ves la fotografía como parte del rescate fundamental de la memoria de nuestro país, sobre todo en nuestras épocas más oscuras?

-Hoy, cuando vemos las marchas en Plaza Dignidad, los fotógrafos son los que están en primera línea y ponen su cuerpo y su vida para hacer este ejercicio de memoria absoluta. Tienen una fuerza y una valentía muy importante, también para las nuevas generaciones. Yo creo que Rodrigo pensaba que con su cámara podía cambiar el mundo. Él llegó a Chile a fotografiar la dictadura y creía que con ese registro que mostraría al mundo, podría decir que aquí se violaban los derechos humanos y se estaba matando gente.

-¿Cómo están viviendo los actores y actrices la situación que tan fuerte ha golpeado a las artes durante la pandemia?

-Estamos viviendo un momento muy crítico y complejo y no hay respuesta, no hay políticas culturales que nos ayuden, que entiendan que necesitamos lo presencial o buscar otras formas de trabajar, sino nos dejan a la deriva. La hemos pasado muy mal. Ha sido brutal. Estamos desprotegidos, así como todas las artes, pero se abren los malls. Nosotros no somos importantes, la misma ministra [de Culturas, Consuelo Valdés] lo dijo. Somos innecesarios y eso es violento. Cada vez toman peores decisiones en este país, lo hacen pésimo y se ha deshumanizado a las personas.

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