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Crítica de cine: “El efecto ladrillo” en Sanfic, todavía hay esperanza

Publicado: 25.08.2022

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En octubre de 2019 todo cambió.

La capital se paralizó porque la ciudadanía salió a las calles para manifestarse en contra de muchas cosas; el abuso, la corrupción, la educación, y, por sobre todo, contra el sistema económico. El movimiento se replicó en el resto del país. La plaza Baquedano, pasó a llamarse “Dignidad”. Y sobre la estatua de bronce de un personaje olvidado se izaron banderas chilenas, mapuches, LGBTQ+, y demás, mientras el Presidente de turno hablaba en cadena nacional de una guerra.

Banderas, cacerolas, piedrazos y enojo repartidos por las calles. Así comienza el documental El Efecto Ladrillo estrenado este 2022, en la versión número 18 del Festival Internacional de Cine de Santiago (Sanfic 2022). Este documental está dirigido por Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, y participó en el certamen dentro de la Competencia de largometrajes nacionales.

Estamos ante lo que parece una coherente segunda parte del aclamado documental Los Chicago Boys de 2015, en que se nos mostraba cómo en plena Guerra Fría la Universidad de Chicago becó a un grupo de estudiantes chilenos para ir a estudiar economía bajo las enseñanzas de Milton Friedman. En aquel casi obligatorio documental se seguía el nexo causal entre el llamado “El Ladrillo” (propuesta económica neoliberal para Chile), su implementación en la dictadura, hasta la actualidad.

Lo extraordinario de Los Chicago Boys es que es contada de manera orgullosa por sus protagonistas, mientras el resto de la sociedad les sirve de contexto. En esta ocasión, esto se mantiene, aunque en este caso, en esta revuelta que no tuvo caudillos, los actores principales son dos sujetos que han sabido asumir toda su vida las consecuencias del actual sistema económico.

Así encontramos a Mariana, de cincuenta años, que es una de las víctimas del modelo; y a Ramiro, de setenta años, que es uno de los beneficiados. Este último, incluso es del mismo grupo de los Chicago Boys, lo que nos sirve, por un lado, de vínculo entre ambos largometrajes, y, por otro, como reflexión de que quiénes son aquellos que resultaron favorecidos de las teorías de los setenta.

Aunque no solamente es Ramiro el vínculo, sino que, como su nombre lo indica, se expone la coherencia ideológica entre el ladrillo que sirviera de programa para el Ministerio de Hacienda de la dictadura de Pinochet con la que sería la Constitución Política del Estado. “No se puede entender una sin la otra”, se señala en un momento.

El cine es un arte que toma tiempo, es por esto que moviliza tanto cuando es coherente con lo que sucede fuera de las salas de exhibición. Y aunque tras la pandemia, que poco a poco dejamos atrás, las imágenes del estallido social parecen recuerdos más allá del 2019, fue sin duda, un año inolvidable. Estar sentada en la oscuridad junto a otros desconocidos en donde el conflicto en la pantalla es el mismo con el que lidiamos todos, es por sí misma una cualidad que hará perdurar este film en la memoria. Es que ese país que se observa es el mismo que aquel que está mirando, y que tiene al fin la posibilidad país de reformar el modelo mediante la creación de una nueva Constitución.

Y bueno, en la exploración de este momento de cambio se acompaña a ambos protagonistas, quienes más que hacer un contrapunto entre ellos, son más que nada personajes lúcidos que se mueven en paralelo. Por lo que este relato se escapa de intenciones históricas para encontrar lo épico de los gestos cotidianos, en la capacidad de cambiar de opinión, en la valentía de tomar decisiones.

Al final de la primera función se dio oportunidad a las preguntas del público: ¿Acaso Ramiro y Mariana se encontraron finalmente?, ¿Acaso ambos siguen votando Apruebo?, ¿Acaso estamos todavía de acuerdo en cambiar el modelo?

No hubo respuestas concretas, porque todo estaba allí en la pantalla.

Porque todos regresamos a nuestras casas, sabiendo que como espectadores y protagonistas nos tocará elegir muy pronto entre el miedo o la esperanza.

Ficha Técnica

Dirigida por Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano

Guion: Carola Fuentes

Casa productora: La Ventana Cine

Producción: Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano

Dirección de fotografía: Sebastián Caro

Montaje: Andrés Acevedo

Sonido: Marjorie Lastra

 

*Artículo publicado en alianza con Culturizarte.
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