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“L’Escale”: el documental sobre el cabaret parisino que inspiró a la Peña de Los Parra

Por: Cristian González Farfán | Publicado: 01.12.2022
“L’Escale”: el documental sobre el cabaret parisino que inspiró a la Peña de Los Parra El afiche del documental L’Escale |
El realizador francés Antoine Sextier rescató la historia de esta boite del Barrio Latino de París que acogió a Violeta Parra y a sus hijos Isabel y Ángel, entre otras y otros grandes artistas chilenos y latinoamericanos. Su estreno en Chile será en la 18ª edición del renombrado festival de cine y documental musical IN-EDIT, que se celebrará entre el 7 y el 12 de diciembre en Santiago.

Durante sus dos viajes a Europa, a mediados de los 50 y luego a principios de los 60, Violeta Parra mostró su obra imperecedera en el cabaret L’ Escale, ubicado en la calle Monsieur Le Prince del Barrio Latino de París.

La misma huella siguieron sus hijos Ángel e Isabel Parra, para quienes su paso por este pequeño escenario de gran resonancia fue clave en la adopción del repertorio e instrumentos latinoamericanos tras su regreso a Chile. De igual manera, los hermanos Parra se inspiraron en el formato de L’ Escale para fundar la Peña de los Parra, en 1965, en Santiago.

Estos pasajes de la historia de la boite parisina, que modelaron en cierta medida el desarrollo de la Nueva Canción Chilena, son abordados en el documental “L’ Escale”, del joven realizador francés Antoine Sextier.

Autodefinido como melómano desde su infancia y casado con una chilena, Sextier desenrolló la madeja del mito de este templo de la música latinoamericana en París en una película de 44 minutos, en la que diez de sus principales protagonistas, incluido el propio Ángel Parra, fallecido en 2017, entregan sus testimonios.

Ocho años de trabajo -discontinuo, con pandemia de por medio- invirtió Sextier para llegar a este documental que ya fue presentado en ciudades como Estrasburgo, Bruselas y París.

Ahora “L’ Escale” aterriza en Chile, y el público nacional podrá disfrutarlo en el marco del 18° Festival Internacional de Cine y Documental Musical IN-EDIT, que se celebrará entre el 7 y el 12 de diciembre próximos.

La pieza competirá en la sección Largometrajes de la categoría Competencia Nacional. Su presentación será el viernes 9 de diciembre, 18 horas, en el GAM, con entrada liberada.

-¿Cómo era L’ Escale y en qué contexto nace?

-Nace en un tiempo específico de Francia: después de la Segunda Guerra Mundial. Es un tiempo que se puede llamar de los cabarets, donde todos los jóvenes que estuvieron encerrados durante la guerra, comienzan a salir con bastante vitalidad. Son los años del jazz y de los cantores franceses como Georges Brassens y Leo Ferré, y hay lugares donde se puede tocar toda la noche. L’ Escale era eso: un cabaret entre otros cabarets. Lo tenía una pareja de una francesa y un español. El español desapareció y Madame Louise es la persona que se queda en el local. Los latinos que venían con becas a estudiar en la escuela de bellas artes venían a pasar la noche a L’ Escale a tomar un trago y a tocar música informalmente, entre ellos. La escuela de bellas artes quedaba al lado de L’ Escale. Esto comenzó a atraer personas; se vendían los tragos y la mitad ni siquiera iba para los músicos. Esa es la primera etapa de L’ Escale, entre 1952 y 1962. Después se formalizó cuando el grupo Los Machucambos compró el espacio, y dejan el primer piso para música folklórica y el subterráneo para un club de música bailable cubana que antes era una bodega. El cabaret funcionaba en los dos espacios: el primer piso consistía en un bar y un mini-escenario, y abajo, música bailable. Era un lugar muy pequeño, me cuesta imaginar el ruido que había ahí.

-¿Cómo es la primera etapa de Violeta Parra en L’ Escale?

-Violeta llega cuando todavía L’ Escale era más informal. Viaja después de ganar el Premio Caupolicán, cuando aún no había grabado ningún long play. Su gira por Europa incluyó París. No tengo mucha información sobre cómo se conectó ella con L’ Escale. Parece que son historias que Violeta no les contó a sus hijos, porque cuando entrevisté a Ángel, él no lo sabía. Lo que sí sabemos es que cuando llegó Violeta había un chileno llamado Renato Otero dentro de ese club de latinos que frecuentaba L’ Escale, donde también estaba el italiano Romano Zanotti, que tocaba música latina. Busqué mucho en archivos franceses y hubo momentos en que Romano y Violeta fueron juntos a tocar a las radios francesas.

Había mucha cercanía. Incluso existen archivos que demuestran que ambos tocaban temas de Violeta. En la foto del afiche del documental, que es parte de mi investigación y es inédita, aparecen Romano y Violeta en esta primera fase de L’ Escale. Violeta tocó en varios cabarets, no solo en L’ Escale, porque el concepto era estar en un momento de la noche en uno de ellos, pasar por otro y volver al mismo en que se empezaba. Era bastante cansador, se podía alcanzar hasta las 3 ó 4 de la mañana tocando. También se sabe que Margot Loyola se encontró con Violeta en París, y ésta le contó cómo era el sistema de presentaciones en el Barrio Latino. A Margot no le gustó porque era muy cansador.

-Cuando Violeta regresa a París en los 60, ¿se encuentra con una L’ Escale muy distinta a su primera visita?

-Sí, estaba más profesionalizado, más estructurado. A esa altura ya pertenecía al grupo Los Machucambos (trío de música latinoamericana formado en París al que se integró el citado Romano Zanotti). Ellos habían logrado un éxito mayor con su canción “Pepito”.

Hasta 1962, Madame Louise era dueña de L’ Escale. Una noche llegó un integrante de Los Machucambos, y Madame Louise le anunció que iba a vender L’ Escale para hacer un almacén. Gracias a la venta de siete millones de discos por “Pepito”, Los Machucambos lograron comprar L’ Escale. Eran músicos que tocaban ahí y que ahora eran dueños del lugar. Aparte de sacar la bodega y armar un club de música bailable abajo, en la parte folklórica tocaban grupos paraguayos, venezolanos y argentinos, y también había música andina. Violeta ya estaba en París cuando llegaron Isabel y Ángel en 1962. Estaban peleados con Violeta. Ambos hermanos Parra llegaron a La Candelaria, un cabaret que quedaba al lado, y se reencontraron con Violeta en L’ Escale.

-¿Cómo fue la participación de Violeta en L’ Escale?

-No creo que la participación de Violeta en L’ Escala haya sido realmente un éxito. Estaba en un ambiente bastante parisino, cerca de los intelectuales, pero no diría que fuera un éxito mayor. Según lo que dice Paco Ibáñez, los franceses no pescaron mucho a Violeta, ni la primera ni la segunda vez. Ella se hacía respetar por la forma de ser de Violeta, pero estaba en competencia con otro tipo de repertorio. Los latinos trataban de usar un repertorio entretenido. Violeta fue respetada y ganaba su plata, pero no tuvo un éxito masivo. Eso sí, en París tuvo la suerte de conocer a Ariane Ségal, del sello Barclay, con quien Violeta, Isabel y Ángel grabaron su primer disco Au Chili avec Los Parra de Chillán en 1963, con recopilaciones del folklore chileno.

-¿Cuánto influyó L’ Escale en los hermanos Ángel e Isabel Parra?

-Los instrumentos latinoamericanos ya eran conocidos en L’ Escale y en esos cabarets: el cuatro, el charango, la quena. Y el dúo que tenían Isabel y Ángel trae ese repertorio e instrumentos latinoamericanos a Chile. Cuando vuelven, tienen un repertorio que aprendieron claramente en L’ Escale: la música folklórica de Perú, Venezuela. Eso es lo nuevo.

-¿Y qué elementos de L’ Escale logran instalar en la Peña de los Parra que crean en Santiago?

-Bueno, usan la misma red de pescadores que estaba en L’ Escale. Pero la idea en general viene de ahí. Hay un aspecto que es la fórmula cabaret: un lugar un poco informal en las sillas, en la decoración. La gente viene a escuchar música, también a tomar un vaso, pero lo primero es escuchar música. Y el tour de canto (tour de chant) es organizado, es decir, no es jam o algo improvisado. La gente que iba a L’ Escale sabía que vería a tres artistas o conjuntos diferentes que a veces no conocía. Los franceses querían ver cosas nuevas.

-¿Dirías en ese sentido que la experiencia en L’ Escale fue más provechosa para los hermanos Parra que para la propia Violeta? 

-Yo diría que sí. Ellos venían con toda la juventud y querían cortar la relación con la madre. A mi modo de ver, la oportunidad de Ángel e Isabel para conectarse con estas músicas les abrió un panorama más amplio y diferente. También se corta la conexión con la mamá musicalmente, y ellos van por otra dirección.

-En Argentina, por ejemplo, las peñas ya existían antes de la Peña de los Parra, y resulta curioso comprobar cómo el modelo de peña que se diseminó en Chile viene de París.

-Sí, pero no quiero que se vea como algo colonial. Para mí no lo es. En L’ Escale había un encuentro entre latinoamericanos y otras nacionalidades. Más allá de que las peñas vengan de París, aquí se producía un intercambio cultural de personas que procedían de diferentes zonas.

-¿Los artistas percibían a L’ Escale como un espacio de trabajo?

-Ciertamente a Madame Louise, quien administraba L’ Escale en su primera etapa, la gente le tenía mucho cariño. La consideraban una segunda mamá en el barrio. Luego, Rafael Gayoso (integrante de Los Machucambos) era alguien bastante más formal y le pagaba a todo el mundo en la manera que correspondía.

-¿Tenía cobertura de prensa L’ Escale?

-Se llenaba sin ninguna publicidad o prensa. La gente hacía colas esperando que alguien saliera para poder entrar. Uno de los músicos me contó que estaba entrando en L’ Escale con su instrumento, y venía la gente haciendo filas en la nieve y que eso le había marcado. Había prensa para eventos más grandes: hicieron una semana entera con un show de música Latinoamérica en el Olympia de París, con mayoría de músicos de L’ Escale. Hay que decir también que no solo pasaron músicos: aquí estuvo Gabriel García Márquez, Miguel Ángel Asturias (ambos, futuros Premios Nobel de Literatura), Brigitte Bardot, Paco Ibáñez, Pablo Neruda, entre otros. Había un músico paraguayo, Virgilio Rojas, amigo de Violeta y considerado un pilar en L’ Escale, que salía a caminar por las calles con Neruda para hablar después de las noches de música en el local.

-¿Por qué el público chileno tendría que ver tu documental?

-Porque permite abrir un espacio de la música chilena a través de otras fuentes. Era importante describir esta historia y conocer cuál es la importancia de la música folklórica latinoamericana en Francia. Es una historia humana con la que el espectador se logra identificar. Estos músicos vivieron un momento especial. La gente que vio el documental me ha dicho que le da nostalgia, y eso que no vivió el período. Pero se proyecta en esta historia. Pienso que logré transmitir una atmósfera de lo que ocurrió en L’ Escale.

 

 

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