El festival que iniciara en su momento como una gira itinerante creada por el líder de Jane’s Addiction, Perry Farrell, terminaría convirtiéndose en uno de los iconos de la cultura occidental.
Las mejores bandas y artistas del momento en un solo lugar, esa era la promesa con que Lollapalooza comenzó en 1991, con un cartel que incluía a Jane‘s Addiction, Siouxsie & the Banshees y Nine Inch Nails entre sus principales exponentes.
En los años posteriores, y tras la buena recepción de la audiencia, artistas como Metallica, The Smashing Pumpkins, Beastie Boys, y The Flaming Lips también fueron parte del evento, demostrando la búsqueda de un cartel variado año tras año.
Un concepto que traspasa generaciones
La variedad y la capacidad de adaptación a los nuevos tiempos han sido vitales en la continuidad del festival, teniendo que convivir temporalmente con el Festival Woodstock, que intentó mediante sus ediciones 94 y 99 adaptarse sin éxito a una nueva generación de espectadores.
La llegada a Chile
Ya tras años de dejar el formato de gira y establecerse de manera definitiva en Chicago durante el 2005, Lollapalooza llegó a Chile con una primera versión a realizarse el 2 y 3 de abril del 2011 en el Parque O’Higgins, teniendo como principales novedades la primera y única visita en nuestro país de Kanye West, además de la participación de The Killers y 30 Seconds to Mars.
Luego de años de realización en nuestro país con pandemia y cambio de recinto incluido, la versión chilena del festival se encuentra posicionada como uno de los eventos musicales más esperados por el público chileno, agotando rápidamente entradas en cada edición.
Un modelo de negocio internacional
Tras la expansión a Chile, primer país en recibir al festival fuera de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Alemania, Francia, Suecia e India se sumarían a la ruta de Lollapalooza, llevando el formato de festival que ya conocemos al resto del mundo y transformándose en un modelo a seguir para otros eventos musicales dentro de la industria cultural.