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Entre medidas y pataletas: El ministro de Salud y sus arrebatos

Por: Pía González Suau, escritora | Publicado: 06.04.2021
Entre medidas y pataletas: El ministro de Salud y sus arrebatos El ministro de Salud, Enrique Paris |
Críticas de sus pares, superiores e incluso diarios internacionales, son algunos de los que han hablado de la gestión del ministro Paris, quien ha demostrado no tomarse muy bien los comentarios.

El ministro de salud se va de pataleta en pataleta. Se enoja en el Congreso porque se siente disminuido en el trato, alegando que nadie le advirtió que a esa contienda podía llevar refuerzos. Un alegato que más parece una rabieta porque se siente perdedor de entrada, como si se tratara de una competencia por quien gana y no una exposición de hechos y decisiones en su manejo de la pandemia.

En la cuenta diaria en televisión, molesto comienza diciendo que él va a agradecer al equipo médico y a todas las buenas personas, aunque esto le incomode a otros. Taimado, repite que lo hará igual. Todavía no se entiende a quienes se refería.

Y lo más reciente, nos enteramos que dos diarios norteamericanos coincidieron para publicar el mismo día, sus análisis del manejo de la segunda ola en Chile y al ministro no le gustó. Si está muy sensible a las críticas, es su problema.

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Debemos leer el fondo de esto y dilucidar cómo seguir alertas, no sólo para lavarnos las manos y protegernos con la mascarilla, sino para cuidarnos de una autoridad que en su afán de ser el ganador de un concurso autoimpuesto, ha repartido una sensación de normalidad y relajo que ahora se volvió en contra de todos/as. Su rabieta, ministro, es lo de menos. Son sus buenas o desacertadas estrategias las que nos afectan. A ver si usa el espacio televisivo para explicar reglas eficaces y no como un desahogo temperamental a su ego herido.

Este ministro, que al principio nos dio alguna esperanza en su modo calmado y sereno, ahora está parecido a Quico. Si para el anterior, las medidas aplicadas se desmoronaron como un castillo de naipes, ahora, en esta segunda vuelta, parece que estamos frente a un consejo de curso, donde gritan todos a la vez, mientras otros/as levantan la mano y nadie les hace caso. Finalmente, las conclusiones son tan enredadas que ni ellos/as las entienden.

Es cuestión de ver como la subsecretaria Daza y el ministro Paris discutían si los diplomáticos podían o no entrar a Chile con un PCR positivo y mientras el periodista les leía la norma que lo afirmaba, ellos lo seguían negando.

La cuestión es que estamos en una situación de una gravedad como nunca antes vivida. En una carrera desesperada por reconvertir camas UCI y con esto, arriesgando al o la paciente a una mortalidad que sube a 70% en relación a un 15% o 20% de tratarse de una cama originalmente destinada a ese fin. Por lo que no se trata de aumentar la cifra para la platea. Tampoco de hablarnos con frases estridentes tipo ministro Belollio, y creer que esa es la manera de convencernos. O de tratarnos como párvulos, con cara sonriente como la ministra Rubilar que insiste en confundir la caridad con soluciones contundentes.

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Finalmente, los espectadores/as tratamos de entender un mapa enredado de medidas, un verdadero catálogo de reglas de lo que se puede y no comprar.

Por ejemplo, está permitido comprar alimentos y alcohol, porque sólo se trata de lo que usted necesita para la sobrevivencia. No puede comprar ropa, sí electrodomésticos, por ningún motivo un plasma. Remedios también, pero no artículos inútiles. ¿Una crema de mano? ¿Perritos para colgar la ropa? ¿Bebidas? ¡Estas últimas estarían dentro de las necesidades vitales! Para la piscola, digo.

¿Cómo se ordenarán las góndolas de los supermercados? Nos toparemos con pañales desechables, luego un vacío donde estaban los móviles y los zapatitos o, si no hay tiempo de esconder productos, habrá una huincha de “Peligro” para delimitar la zona. Lo otro es que la cajera/o decida lo que pasa y lo que no, a riesgo de recibir toda clase de insultos.

No se sabe bien qué tiene que ver esta lista con la disminución de la movilidad. Si el repartidor de una tienda tiene permiso para entregar una lavadora, no se entiende por qué no un televisor ¿Es más corto el trayecto por la primera? ¿El virus no ataca a los delivery de electrodomésticos?

A ver si se ordenan de una vez. Esto parece chiste.

Un chiste cruel, con un ranking de fallecidos por el cual debieran pedir disculpas. No pues, ministro, no están los tiempos para sacar partido de nada, ni siquiera de las vacunas. Sabemos que es la herencia de una buena política pública que nació hace décadas. Eso pasa cuando se instala un bien común y a largo plazo. No han hecho más que continuar una senda ya trazada, y si hay que dar gracias y aplausos, es para los y las profesionales de la salud que aún aplican la idea que la medicina es un servicio y no un lucro.

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