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VOCES| El disparo “inocente”: Fotografía, morbo y consumo banal

Por: Trinidad Vercellino Ortúzar, Periodista y máster en Periodismo de Viajes | Publicado: 07.06.2021
VOCES| El disparo “inocente”: Fotografía, morbo y consumo banal |
De seguro ya todos y todas estamos enterados de lo que está ocurriendo en Gaza, debido a los conflictos de años entre Palestina e Israel. El tema va por otro lado. ¿Cómo es posible que estando en 2021 se siga haciendo este tipo de fotografías? Apareciendo en los medios, y que a nadie le parezca al menos, escandaloso.

Hace unas semanas, cuando me desplazaba hacia abajo en el inicio de Instagram me encontré con la fotografía de un padre en Gaza que lloraba con la cabeza posada en la pared mientras sostenía en brazos el cuerpo de su hija fallecida, envuelto en una bolsa. Su sufrimiento era evidente, pero además de impresionarme, una sensación de incomodidad me invadió, sentí que ese momento debía ser algo privado, íntimo y no estar saliendo en el perfil de la red social de un diario para que miles de personas lo viéramos.

Quiero ser enfática, no se trata de tapar el sol con un dedo. De seguro ya todos y todas estamos enterados de lo que está ocurriendo en Gaza, debido a los conflictos de años entre Palestina e Israel. El tema va por otro lado. ¿Cómo es posible que estando en 2021 se siga haciendo este tipo de fotografías? Apareciendo en los medios, y que a nadie le parezca al menos, escandaloso.

 

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Tal vez lo vemos como algo cotidiano a fuerza de costumbre o aún peor, quizás normalizamos la realidad, adormecidos por los constantes estímulos que recibimos. Para Pierre Bourdieu, “aun cuando la producción de la imagen sea enteramente adjudicada al automatismo de la máquina, la toma sigue siendo una elección que involucra valores estéticos y éticos”. ¿Es el afán por mostrar la realidad más importante que la privacidad o el sufrimiento de una persona? ¿Lucrar con ella aunque estemos pasando a llevar la dignidad de un otro u otra? Yo no lo creo.

Como bien destacaba Susan Sontag, “las fotografías no pueden crear una posición moral, pero sí consolidarla; y también contribuir a la construcción de una en ciernes”. De ahí la necesidad de hacer un ejercicio de alteridad; no porque las personas estén en guerra o en una situación precaria dejan de tener derechos o estos valen menos. No se trata de dejar de mostrar la realidad, sino de hacerlo con una finalidad informativa, repensar los viejos métodos y comunicar sin que primen el morbo o el consumo banal. Podemos –y debemos– hacerlo mejor.

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Exhibiciones como World Press Photo premian estos registros, los incentivan y masifican, para que personas como nosotros y nosotras vayamos a verlas. ¿Qué hacemos luego de salir de la muestra? Probablemente volver a casa y seguir con nuestras vidas. Solo un ejemplo de lo trastocada que está nuestra percepción del mundo, adoptamos una neutralidad dolorosa. Es un acto similar al de ir al zoológico: vemos a otro ser siendo oprimido y eso no nos conmueve lo suficiente como para implicarnos y hacer algo, siempre desde nuestra posición distante y cómoda.

Durante una entrevista en 2018 el galardonado fotógrafo de Agencia Magnum, Martín Parr comentó: “Hay una gran hipocresía en la fotografía humanitaria. Van a la guerra, a las zonas con hambruna, hacen sus fotos y sus retratados nunca las ven. Su elemento de explotación está clarísimo […] Pero camuflan su hipocresía bajo el argumento humanista del periodismo activista”.

Seguí mirando esa fotografía por algunos segundos, minutos tal vez. Recordando cada visita que hice a exposiciones de este tipo ¿Pasividad? ¿Doble moral? Pensé también en todos los años de mi infancia y adolescencia en los que deseé ser fotoperiodista. Al avanzar un poco más hacia abajo en el inicio de la red social, todo se hizo más evidente: memes de gatos, publicidad y fotos de influencers. Con el corazón dividido saqué mis propias conclusiones.

Entonces… ¿Podemos hablar de un disparo inocente? La fotografía no tiene nada de inocente, la cámara no se dirige sola y el lente es la extensión del ojo de quien enfoca. Desde la etimología, fotografía significa escribir con luz. Ahora que se ha dominado y masificado el arte, podríamos preocuparnos de qué escribimos con esa luz. Se cuenta que antiguamente diversas tribus indígenas se negaban a ser retratadas porque la fotografía “robaba el alma». Me parece que no estaban tan equivocadas, solo que no era el alma del fotografiado, sino la de quien la captura y la de quienes la miramos.

Esta columna fue producida en el Diplomado de Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros del Instituto de la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile
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