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VOCES| Primarias: Las franjas presidenciales inundaron otra vez de testosterona la TV

Por: Antonia Piña, filósofa feminista | Publicado: 15.07.2021
VOCES| Primarias: Las franjas presidenciales inundaron otra vez de testosterona la TV |
El contraste entre la nueva experiencia de politicidad –que genera alegría– encarnada por voces plurales de constituyentes llenas de experiencia de los territorios, con la opacidad indeterminada de las franjas presidenciales electorales que inundaron una vez más la televisión de testosterona, ha sido sorprendente. 

Estas semanas son un verdadero terremoto para la clase política nacional, pareciera ser que la Convención Constitucional ha desestabilizado la escisión clara entre partidos políticos y movimiento social. Desde el ámbito sutil, característica íntima de la dimensión simbólica de nuestros imaginarios colectivos –que mueve emociones y nos conectan con la imaginación– se desplegó una crítica profunda a las viejas formas de representación política patriarcales, no desde el discurso sino desde una práctica concreta.

Los medios de comunicación hegemónicos –territorio de expresión de la política en la medida de lo posible– han tenido que ceder una ínfima fracción de su tiempo televisivo, a quienes no necesitan interpelar directamente para tensionar las actitudes políticas que hasta hace poco –según los entendidos–, eran las únicas formas de ejercer cargos de representación. Si bien, la televisión asume indiferente la Convención Constitucional, su impacto en Chile es irreversible.

Las figuras de Elisa Loncon y Jaime Bassa rompen los esquemas tradicionales. Si bien es importante reconocer que ellxs pueden llegar a representar posturas ligadas a afluentes partidistas, lo interesante es su performática que genera inéditos imaginarios sociales en la arena de lo político. 

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Elisa Loncon es una mujer mapuche con una trayectoria académica brillante. Se presenta sencilla y vestida tradicionalmente. Habló de los cuidados y con una humilde responsabilidad asumió el cargo. Acepta un aprendizaje que apenas comienza sin demostrar que todo lo sabe, porque no asume un liderazgo desde un podio asimétrico de poder; no proyecta un ego arrogante con discursos ensayados, porque sabe que su rol es la conducción serena de las voces concertadas que componen la Convención. 

Elisa nos recuerda a las millones de mujeres que en Chile paran las ollas comunes, crían a hijxs, nietxs y vecinxs –porque en ellas recaen la responsabilidad de los cuidados–. Que escuchan atentas en las asambleas territoriales y están al servicio del consenso mutuo y cuando hablan lo hacen con nerviosismo y firmeza en sus voces, transformando las formas patriarcales de comunicar –tan dominantes y viriles, ensordecedoras y violentas–; abandonando el sueño de eternos discursos elocuentes que esconden el enmudecimiento y el silencio histórico de la gran mayoría. 

La figura de Elisa Loncon muestra el agotamiento del ideal mitológico de la feminidad chilena que vende la imagen de la mujer-madre-abnegada, que todo lo puede con esfuerzo y sacrificio. Mujer mestiza blanqueada que no tiene raíz. Elisa Loncon encarna desde su ser mapuche: un rol que pocxs soñaron pero que muchxs reconocen. El sueño de libertad y de autodeterminación –de nuestros territorios, cuerpos y formas de vida socio-políticas y éticas–; donde nuestro linaje e historia ancestral, no es el puente vinculante a nuestra condición opresiva de clase precarizada, sino nuestro cable a tierra espiritual que en un contexto de la peor crisis socioecológica del mundo, nos orienta como brújula de sentido.

Jaime Bassa es un preparado abogado constitucionalista y en su tono de voz suave y sus pausadas ideas –tal vez sin quererlo–, deconstruye la imagen patriarcal del político agresivo. Junto a lxs demás convencionales representantes y vocerxs de los movimientos sociales y comunidades, tensionan la política hegemónica por el solo hecho de existir. Pese a todas las dificultades que el gobierno impuso para que sesionaran por primera vez, gestionaron la resolución de conflictos sin ira, el avance en acuerdos sin concesiones éticas ni oscurantismos, encausando alianzas posibles con instituciones que evocan el mismo ánimo de encaminar, no solo una nueva Constitución sino una nueva forma de organizarnos. 

El contraste entre esta nueva experiencia de politicidad –que genera alegría– encarnada por voces plurales llenas de experiencia de los territorios, con la opacidad indeterminada de las franjas presidenciales electorales que inundaron una vez más la televisión de testosterona; fue sorprendente. 

Fuimos testigos de una franja que viajó en el tiempo al encuentro con un lenguaje visual y argumentativo del marketing y la venta publicitaria digna de los 90; llenas de sketches y canciones que solo sirven para moderar y manipular audiencias –no para parlamentar verdades–. Sumado a esto nos enteramos a medio camino, que los equipos creativos de la franja fueron compuestos en su mayoría por hombres. El único equipo que incluía mujeres fue el de Gabriel Boric.

Estas lógicas son reflejo del viejo paradigma de la política del espectáculo performático, donde no solo se escoge a un equipo masculino de expertos que deciden cómo encarnar Chile, sino que se apropian de las reivindicaciones de justicia social nacida de los territorios –de las feministas, pueblos originarios y disidencias entre otrxs–; sin invitar a estas legítimas miradas epistemológicas, a participar concretamente en la construcción de otro modelo de organización social. Esto provoca una distorsión en el entendimiento de las demandas sociales y lejanía por una buena parte de personas que se sienten utilizadas, siendo  muestra de un patriarcado dominante incapaz de revisarse e integrar las criticas; reproduciendo las lógicas de poder verticales donde el liderazgo presidencial –encarnado en el gran patriarca de turno– viene a iluminar al resto de los mortales.

Pudor sentimos algunxs al observar la ceguera epistémica de la derecha incapaz de propiciar una autocrítica y aceptar la herencia de su pasado ¡Solo Lavin puede crear una narración donde el escritorio presidencial lo admira¡  Desbordes naturaliza la deuda del CAE diciendo que fue una vía para ser mejor persona. Briones intentar borrar las continuidades históricas que encarnan nuestro presente con una imagen que lo dice todo: con una retroexcavadora. 

Enojo sintieron otrxs, por la utilización de los símbolos de Plaza Dignidad por parte de Boric y Jadue; en una campaña que juega con la revictimización de las mujeres a través de una historia de violencia de género insoportable, que no es propia de las diversas voces feministas, que hablan de una sociedad sin violencias y donde el cuidado esté en el centro de nuestras preocupaciones. 

Estamos viviendo momentos históricos que se reflejan en estos dos grandes experiencias de la política institucional. El desapegarse de estas formas antiguas y aprender herramientas horizontales de organización social parece ser un buen camino colectivo a recorrer.

 

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