VOCES| 101 Anitas: Gobernar es educar y no corromper, hacer negocios, reprimir

Anita Concha, acompañada de su hija Alicia, en su afán de ubicarme, incluso llegaron a un recital mío a la Sala SCD. Fue muy emocionante poder abrazar a mi profesora de, en ese momento, 99 años.

El 9 de agosto, Anita Concha, la “señorita” Ana, como se nos enseñaba a los niños y niñas decirle a las profesoras en aquella época (*) cumplió 101 años. Y por eso, la saludo desde mi encierro, su exalumno de tercero primario, hoy de 68 años.

La visité en marzo del 2020, al filo de la pandemia que se cernía sobre el planeta. Me sorprendió la lucidez de Anita y su compromiso con la revolución social vulgarmente llamada “estallido”. Me contó de su compromiso con la educación desde que recibiera su diploma de profesora de parte del presidente de la República Pedro Aguirre Cerda, consecuente en su lema de “Gobernar es educar”, y no “Gobernar es corromper, hacer negocios, reprimir” puesto en boga en el actual gobierno. 

Anita, en aquella ocasión, además me manifestó a sus 100 años, su deseo de recuperar su colegiatura en el Colegio de Profesores. Hice un llamado a esa institución y no manifestaron mayor interés en concederle una colegiatura honorífica a tan insigne maestra. Me hablaron de “cuotas al día” y otras sandeces burocráticas. 

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-¿Qué recuerda de mí? -le pregunté. 

-Te gustaba la poesía y el fútbol -me respondió muy segura. 

Pensé entonces que a los 9 años ya se prefiguraba el poeta de “La persecución del poema y la poesía según mi padre conmigo jugando fútbol” del álbum Bello Barrio. O el track “Poetas Vivos versus Poetas Muertos” del álbum Bailables de Cueto Road.    

Esa tarde Anita me contó algo que ignoraba, es decir la razón de como llegué a ser su alumno. Ocurrió que el año 1961 yo era alumno de tercero primario del curso cuya profesora era mi madre la “señorita” Flor Bustos Rodríguez. Pero no era buen alumno. Y mi madre era primero profesora y después mamá. Por lo tanto, me dejó repitiendo. Pero ahí, nuevamente emergió la madre que dejó atrás a la profesora que había cumplido su misión de dejar repitiendo a su propio hijo remolón. Entonces doña Flor Bustos Rodríguez buscó a Anita Concha Donoso, como mi futura profesora del tercero primario del año 1962. ¿Podría haber sido otra profesora? Sí, podría haber sido otra profesora. Pero mi madre escogió a Anita, la “señorita” Ana, y me hizo el mejor regalo de mi vida.  

(*) Cuando volví a Chile me llamó la atención el tratamiento de “tía” que les daban los niños y las niñas a sus profesoras, o “tío” a sus profesores, generando un fingido parentesco, que me parece de mal gusto, por decir lo menos. O peor aún, en otros colegios, de arribista índole se usa el aspiracional “miss”, como si fuésemos un estado libre asociado yankee o una colonia británica.

Nota a las fotografías.- Adjunto a esta nota la foto de un ejército de Anitas recibiendo sus diplomas el año 1938 en un patio de La Moneda. Adjunto además fotografía de nuestro encuentro en marzo del 2020.