Feministas cuestionan cafés con piernas: «No sirve combatirlos sin antes educar a los jóvenes en igualdad»

¿Por qué los cafés con piernas son un fenómeno típicamente chileno? ¿Ha aceptado la sociedad chilena con demasiada facilidad la existencia de estos cafés? ¿Entiendes que estos cafés sean una sorpresa para el turista? ¿Cómo se puede combatir activamente a los cafés con piernas?

Son algunas de las preguntas que el sitio español PlayGround planteó en el artículo dedicado a analizar el fenómeno de los cafés con piernas.

En el texto, tres mujeres, María José Clunes de la Fundación Margen, que trabaja para los derechos de las trabajadoras sexuales, Leyre Agustín, periodista española que trabajó en Televisión Nacional de Chile, y María Ignacia Banda del colectivo Feministas Tramando (Femtram), desmenuzan esta realidad típicamente chilena desde tres perspectivas: social, periodística y activista.

Preguntadas por la aceptación social de estos establecimientos, las expertas se refieren a aspectos como «la doble moral, algo muy propio de nuestra idiosincracia» y la «normalización» que la sociedad chilena ha hecho de estos locales.

Entre algunas de las reflexiones más destacadas, destacan las relativas a la educación: «No creo que sirva de nada combatirlos directamente sin antes educar a las generaciones de jóvenes en la igualdad entre sexos. Creo que por ahí está la clave del asunto», indica Leyre Agustín.

«Los cafés con piernas son sólo una consecuencia anecdótica, quizás curiosa para ojos extranjeros, pero no más grave que las altísimas cifras de madres solteras, que el número de violaciones o de agresiones físicas y verbales o que la enorme cantidad de abortos clandestinos por falta de educación sexual. Primero habría que combatir todo eso, después los cafés con piernas irían desapareciendo de forma natural», señala la periodista. Y agrega: «Creo que deben ser los chilenos quienes lleguen a la conclusión de que esos lugares no fomentan unos valores sociales sanos, pero cada sociedad lleva sus tiempos y hay que respetarlos».

Sobre la posibilidad de cerrar estos establecimientos, Agustín opina que “desde luego, por presión mediática o política, no. Para la clase política es un tema que se ve con cierta simpatía y casi con orgullo diría, se considera un atractivo turístico más de Chile. Por presión popular, puede ser».

Por su parte, María Ignacia Banda indica que “en general hay muchas ‘tradiciones’ que para la sociedad chilena son difícil cuestionar y para las feministas enfrentar porque quedamos como ‘amargadas’, como pasa con el acoso y los ‘piropos’ por ejemplo”.