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Réplica a carta abierta de Nadia Silhi a LATAM: «En Chile no es posible mencionar la palabra “Palestina” o “Israel” sin desatar polémica»

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 17.12.2018
Réplica a carta abierta de Nadia Silhi a LATAM: «En Chile no es posible mencionar la palabra “Palestina” o “Israel” sin desatar polémica» israel |
«Ni siquiera los propios chilenos de origen palestino somos admitidos a entrar a Palestina…» escribe Nadia Silhi. Estoy casi seguro que, según mi propia historia familiar, esta definición me incluiría también a mí. Pero en Chile, si uno no participa del radicalismo, las políticas de identidad, el movimiento BDS, etcétera, no es considerado «un verdadero palestino», sino que pasa a ser automáticamente un «traidor vendido a los Sionistas».

La principal aerolínea de Latinoamérica debuta con un nuevo destino directo al Medio Oriente, publica un promocional turístico en su revista, y se desata una batalla campal.

¿Soy el único que al que le parece ridículo?

Llevo suficientes años observando el frente chileno del conflicto para presagiar lo que LATAM acaba de descubrir: que no es posible mencionar la palabra «Palestina» o «Israel» en Chile sin invocar a los respectivos repudios, articulados en elegantes palabras por los versados representantes oficiales de alguno de los dos bandos. Como de costumbre, los textos van acompañados de una tormenta de violencia, ignorancia y grosería de los siempre presentes comentaristas de redes sociales. «IsraHell«, «Asesinos«, «Genocidas«, «Lacra a extirpar de la faz de la tierra«, son algunos de los predecibles epítetos que pueden apreciarse en los comentarios, siempre en contra de los judíos por supuesto.

«Ni siquiera los propios chilenos de origen palestino somos admitidos a entrar a Palestina…»  escribe Nadia Silhi.  Estoy casi seguro que, según mi propia historia familiar, esta definición me incluiría también a mí. Pero en Chile, si uno no participa del radicalismo, las políticas de identidad, el movimiento BDS, etcétera, no es considerado «un verdadero palestino», sino que pasa a ser automáticamente un «traidor vendido a los Sionistas». Algo similar se escucha cuando alguien –por moderado que sea- discrepa con el pack ideológico izquierdo-progresista; automáticamente es acusado de ser “fascista”, “opresor”, “racista-colonialista” o “machista patriarcal”.

En fin, sea yo considerado “palestino” o no, el asunto es que sí he entrado, más veces de las que puedo recordar, a todos los territorios palestino-israelíes excepto la franja de Gaza. He entrado por el aeropuerto Ben Gurión, por el puente Allenby, el Wadi Arabah, por Aqaba-Eilat, y desde Taba. Les aseguro que no tengo ningún «arreglo con los Sionistas». De hecho, la mayoría de estas veces me han interrogado, y me han revisado el equipaje. Cada una de esas veces me han preguntado por mi segundo apellido, y mi respuesta ha sido siempre «es árabe, de Palestina». Nunca se me ha negado la entrada.

En octubre de este año pasé una semana en la República Islámica de Irán. Irán es un país de paisajes extraordinarios y personas honradas, distinguidas, y cálidas; pero muy golpeado por las sanciones económicas. Mi apreciación por el país y su gente, ¿es un signo de que estoy de acuerdo con las políticas del régimen? Francamente, no me parece razonable restringirse de visitar países por este motivo. Todo lo contrario: mientras más uno pueda bañarse de las distintas culturas, ser testigo de la realidad política, e intercambiar distintas posturas y opiniones con los locales, podrá tener una postura mejor fundamentada a la hora de elegir bandos. Y dado que las ideologías de izquierda dependen del adoctrinamiento de las masas, no es de sorprender que se busque censurar la diversidad de opinión. De otra manera, ¿cómo se explica que la Sra. Silhi sea Máster en Derechos Humanos y sea invitada a aparecer en medios chavistas como TelesurTV?

Soy el primero en manifestar mi descontento cuando los medios promocionan únicamente a Israel, negando e invisibilizando la existencia, la historia, la dignidad, y el sufrimiento de los palestinos. Como bien señaló Nadia Silhi, es cierto que la gastronomía y la ciudad de Yafa son originalmente palestinas. También es cierto que la mayor parte de los israelíes vive (y prefiere vivir) en una burbuja respecto a lo que sucede con sus vecinos. Pero no es tan así en Tel Aviv. Tel Aviv-Yafa es el corazón consciente, cosmopolita, liberal, tolerante y progresista de Israel, donde no hay ojos ciegos hacia el asunto palestino. Y el reportaje de LATAM no promociona a Israel –el país- sino Tel Aviv –la ciudad.

De hecho, ya sea por LATAM, Air France, o la aerolínea que sea, mi recomendación es, vayan a Tel Aviv-Yafa. Disfruten todas las atracciones de la ciudad, vivan su multiculturalidad; pero no olviden poner atención en el rol que los árabes han tenido históricamente en ella. Compartan con los árabes israelíes de Yafa, Ramle, Haifa, Nazaret, y Jerusalén oriental. Pero visiten también los territorios; al menos Betlehem y Ramallah; vean las murallas, los checkpoints, y los asentamientos. Conversen con quien puedan; sea judío, árabe, druso, samaritano, ruso o beduino, y noten que todos tienen historias familiares con dolor y dificultades. Lleven una mente abierta en la maleta y verán que la situación allá es mucho más compleja que sólo blanco y negro; pues en la medida que más personas vean y toman consciencia de la situación, es la única manera de acercarnos a hacer cambios positivos.

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