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Tanto me duelen los suicidios en la Chile

Por: Javiera Catalán Soto | Publicado: 18.12.2018
Tanto me duelen los suicidios en la Chile Casa Central de la Universidad de Chile |
Duele ir a sus funerales, duele no verlos más en la U, duele pensar en sus familias. Duele que la U no se hizo cargo.

Si se busca “suicidio” en Google, y en el mismo enunciado se incluye “Universidad de Chile”, no aparecen muchos resultados directos. La mayoría de los enlaces de esa primera página de búsqueda son informes del alza del suicidio a nivel nacional o de uno que otro caso que se ha colado en la prensa, que es por sí solo, bastante preocupante. Pero quienes hemos pasado por las aulas de la “prestigiosa” U. de Chile, siendo estudiantes, académicos o funcionarios, sabemos que este tema no se trata de un par de casos aislados, de un único estudiante que decidió quitarse la vida durante su paso por la Chile, contra toda expectativa. Y esto no es coincidencia.

El suicidio dentro de la universidad pública con el plantel de estudiantes más grande de Chile es un secreto a voces, todos sabemos que está ahí, acechando, pero lo cierto es que se hace poco o nada por mejorar o siquiera hacerse cargo de la salud mental del alumnado.

Y esto duele, por la cresta que duele. Duele que hayan esperas de hasta tres meses para tomar una hora psicológica o psiquiátrica en cualquiera de las sedes del Servicio Médico y Dental (SEMDA), duele que a quien le preguntes, reconozca que alguna vez tomó antidepresivos o ansiolíticos para poder sobrellevar la carga académica. Duele que se automediquen tomando drogas para la concentración y así rendir mejor y mantener las notas, porque la competencia es brutal y nos destruye cada día.

Duele que en los foros de estudiantes y en las páginas de confesiones abunden las declaraciones de ganas de morir, de no querer seguir ni tener fuerzas para vivir, como esta: “Acá estoy. En mi cama, acostado. Me siento una mierda. Soy una mierda de persona. No debí haber nacido. Soy asqueroso. (…) Tengo intensos deseos de matarme”, publicada anónimamente en la Fanpage “Confesiones JGM – El Regreso». Y duele que nadie tome en serio esos llamados de ayuda.

Duele que en Chile se suiciden en promedio ocho jóvenes por cada 100 mil habitantes al año, y que en la Casa de Bello esa cifra sea diez veces la realidad del país, es decir, casi 25 suicidios anuales.

Y puta que duele enterarse que un amigo, un compañero, un conocido, alguien con quien compartiste el mismo ambiente y la comunidad, la estaba pasando tan mal que decidió suicidarse. Puta que duele cuando llega ese mail indolente de las autoridades con condolencias y suspendiendo clases, como si esa impotencia que te quema por dentro desapareciera por llegar antes a la casa. Duele ir a sus funerales, duele no verlos más en la U, duele pensar en sus familias. Duele que la U no se hizo cargo.

En un estudio hecho por la universidad, y que publicó Publimetro el 7 de diciembre, se dice que más del 40% del estudiantado ha tenido pensamientos suicidas durante el transcurso del año y que han atendido 7 mil consultas psicológicas. Parece que sus esfuerzos no son suficientes, no bastan y no alcanzan a cubrir ni el 25% de la comunidad, que consta de más de 30 mil estudiantes solo en pregrado.

En la Chile falta compromiso con la comunidad que repleta las salas y que los ubica en los rankings de calidad más importantes a nivel latinoamericano y mundial. Porque a la “prestigiosa” se le olvida que antes que números en una lista, los estudiantes somos personas.

En la “prestigiosa” faltan medidas integrales de salud mental. No bastan esas horas en el SEMDA que se ocupan antes de las 8:30 am, no basta con la psicóloga de la DAE, que no da abasto con tantas solicitudes de consulta. En la Chile ya falta suficiente como para permitir que nos falten más compañeros.

Javiera Catalán Soto