José Amaro desde el Hospital |
Vestido con una bata del Hospital Salvador, donde se encuentra en observación clínica tras ser intervenido quirúrgicamente por la gravedad de sus heridas, José Amaro recitó cómo huyó de los perdigones disparados por los militares que se encontraban reprimiendo las movilizaciones en Lo Hermida. Esto, tras intervenir al observar que los uniformados detenían y golpeaban a un joven de la población.
Este fin de semana, el poblador de Lo Hermida, José Amaro, quien resultó gravemente herido después de participar de las movilizaciones ocurridas en Peñalolén, relató su versión de los hechos a través de sentidos versos.
En su composición personal, Amaro entregó un relato de lo ocurrido durante la fatídica noche del 31 de julio, cuando perdió varias piezas dentales, y posiblemente la vista en su ojo derecho, a causa de disparos efectuados por militares, denuncia.
«Era noche de protestas, en la TV habló el innombrable, con sus mentiras a cuestas / la fogata en su auge, por Grecia se divisaban, los vecinos conversaban, se ríen, platican, unas chelas / otros juegan a la pelota, otros se calientan en la fogata, la noche está fría, llego en mi bicicleta», comenzó diciendo a través del soneto.
Vestido con una bata del Hospital Salvador, en donde se encuentra en observación clínica tras ser intervenido quirúrgicamente por la gravedad de sus heridas, José Amaro recitó cómo huyó de los perdigones disparados por los militares que se encontraban reprimiendo las movilizaciones en Lo Hermida. Esto, tras intervenir al observar que los uniformados de las Fuerzas Armadas detenían y golpeaban a un joven.
«Voy llegando a Tobalaba, está desatada la pelea, los militares arrojando piedras toman detenido a un muchacho, como lo golpean / «no le sigan pegando», yo les grito, «Alto, no estamos en guerra, ¿Si ya lo detuvieron, por qué tanto le pegan?» / comienzan los perdigonazos, la gente está corriendo, los militares se repliegan, y hacen una remetida», continuó.
Así, el poblador relata que comenzó a sentir que se desangraba, buscó ayuda entre los vecinos de la población. Cuenta que los pobladores lo socorrieron, le lavaron las heridas, y lo llevaron al recinto médico más cercano, mientras le aseguraban que cuidarían su bicicleta y que «esto no quedará así».
