El corredor de senderos (o trail runner) Chris Madrid subió y bajó corriendo el cerro La Paloma en la cordillera de la Región Metropolitana, en 10 horas y media, rompiendo el récord hasta ese momento de un francés que lo había subido en casi 13 horas.
En el proceso de preparación para la hazaña, Madrid se horrorizó con la historia de impactos ambientales del lugar y sumó una motivación al desafío: comprobar con sus propios ojos lo que sucede en el territorio.
Al llegar a la cumbre, describe el atleta, «la vista era hermosa, muchos glaciares que proteger, pero al mismo tiempo horrorizado por el tamaño de las mineras que se encuentran a pocos kilómetros y que amenazan la preservación de estos glaciares.
La historia de los glaciares
Antes de emprender su recorrido, Chris estudió la historia ambiental del sector. «Una de las historias que me sorprendió fue en el libro “17 crónicas sombrías” del montañista y escalador Jozsef Ambrus, donde cuenta que durante la gran sequía de 1955, el gobierno envió a la fuerza aérea a bombardear el glaciar La Paloma para fracturarlo y de esa forma acelerar su derretimiento para aumentar el caudal de los ríos y combatir la sequía», relata.
También conoció la historia de la actividad minera de Anglo American en el sector, y el estudio que encontró que no es el cambio climático el principal responsable de la desaparición de los glaciares de los Andes, sino las emisiones de carbón negro de la actividad minera.
En su ascenso y descenso al cerro La Paloma, que usualmente requiere tres días, Madrid recorrió 42 kilómetros y 3.102 metros de desnivel positivo.
«El ascender y descender esta montaña lo más rápido posible fue para mí una metáfora, demostrar lo cerca que tenemos estos ecosistemas de la gran ciudad, de lo rápido que avanza el calentamiento global y de la rapidez con que la gran minería acelera el derretimiento de los glaciares», reflexiona.