Casi nulas son las probabilidades de encontrarse en la vida con un grillo rosado, pero es justamente esto lo que encontró una niña que participaba en un taller y expedición sobre insectos chilenos en Villarrica.
El vibrante color del grillo se debe a una mutación genética llamada eritrismo, que en animales se manifiesta con un exceso de pigmentación roja y poca pigmentación negra.
Son muy pocos los grillos rosados que existen en la naturaleza, y suelen tener una vida corta debido a que su mutación los vuelve más notorios a sus depredadores, por lo que no suelen llegar a la edad adulta.
El taller donde se halló el insecto fue dictado por el especialista Cristóbal Spratz, que se dedica a la divulgación científica y la educación ambiental sobre insectos, haciendo talleres educativos y expediciones con niñas y niños.