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La agitada vida política de Maradona: De su admiración a Fidel Castro a su lucha eterna contra la FIFA

Por: Carolina Ceballos | Publicado: 25.11.2020
La agitada vida política de Maradona: De su admiración a Fidel Castro a su lucha eterna contra la FIFA |
«Fidel, si algo he aprendido contigo a lo largo de años de sincera y hermosa amistad, es que la lealtad no tiene precio», le escribió el 10 en una de sus cartas correspondientes a una época de un intenso intercambio epistolar entre ambos, cuando transcurría el año 2015.

Hace exactos cuatro años murió Fidel Castro. Hoy, también un 25 de noviembre, el turno de partir fue de su gran amigo, Diego Maradona. Fueron más de 30 años de amistad. Se conocieron en 1987 y desde ese momento forjaron un vínculo tan significativo que el deceso del referente cubano impactó profundamente al argentino. Tanto así que el 25 de noviembre de 2016, cuando Castro falleció, Diego estaba desconsolado.

La devoción por el líder comunista de la isla del 10 de Argentina y la ideología que representa, lo llevaron a inscribir su rostro en un vistoso tatuaje que tenía en una de sus piernas, mientras en uno de sus brazos tenía impresa la cara del «Che» Guevara. Qué duda cabe que Diego fue un referente internacional del deporte con amigos que siempre corrieron por la banda izquierda.

«Es el más grande de la historia», dijo en más de una oportunidad Maradona al referirse a Castro, con quien su vínculo lo llevó a viajar muchas veces a Cuba. Tal era la relación que tenían que el argentino incluso lo entrevistó para su programa «La noche del 10», cuando corría el 2005.

Cinco años antes, Fidel ayudó al deportista más importante de su natal Argentina, a desintoxicarse de las drogas, lo que hizo en la isla donde se sometió a un tratamiento en el año 2000, en la Clínica Internacional La Pradera.

«Cuba me abrió las puertas cuando me las cerró mi país con muchas clínicas que no me aceptaban. Fidel me abrió las puertas de Cuba y gracias a dios hoy estoy pleno, bien, me levanto todos los días, la enfermedad quedó atrás», decía en esos tiempos.

«Fidel, si algo he aprendido contigo a lo largo de años de sincera y hermosa amistad, es que la lealtad no tiene precio», le escribió Diego en una de sus cartas correspondientes a una época de un intenso intercambio epistolar entre ambos, específicamente el 15 de enero de 2015.

En medio de sus encuentros, «el Pelusa» incluso le regaló varias camisetas a Castro, como la de su emblemático debut en Newell’s Old Boys o la albiceleste con su mítico número 10 autografiado.

Cuando Fidel falleció, Maradona admitió haber llorado desconsoladamente la partida de su amigo, a quien consideraba su segundo padre. Cada vez que se refería a él, siempre relevaba su sabiduría e incluso decía que los políticos actuales tenían mucho que aprender de él.

«Murió el más grande. Era el más grande porque lo sabía todo, anticipaba las cosas y le daba al pueblo lo que el pueblo se merecía», aseguró en una oportunidad en una entrevista con la agencia DPA en Zagreb.

«El legado que deja es inmenso. Ojalá los políticos de mundo aprendan el 5% de las palabras y del legado que deja Fidel» dijo Maradona, quien viajó a la isla a despedirlo en una sentida visita que aprovechó para pedir a los cubanos que continuaran la lucha y mantuvieran vivo el espíritu de la revolución.

Las convicciones y los ideales de sociedad que abrazaba Maradona, también lo llevaron a tener gran sintonía con el actualmente extinto Hugo Chávez, para quien tuvo sentidas palabras tras su deceso, el 2013.

«Lo que me dejó Hugo fue una gran amistad, una sabiduría política increíble. Chávez ha cambiado la forma de pensar del latinoamericano, nosotros estábamos entregados a Estados Unidos y él nos metió en la cabeza que podíamos caminar solos”, transparentó en una conversación que tuvo con Telesur.

La ideología de Diego también lo vinculó estrechamente a Bolivia, donde fue condecorado por su adhesión a los movimientos sociales. Su cercanía con Evo Morales fue tan evidente como pública. Al país altiplánico, de hecho, se refirió en términos que el actual ex mandatario respondió en su momento a través de Twitter.

“Gracias, hermano Diego Maradona, por decir que Bolivia está en las grandes ligas de la política mundial. Te queremos y admiramos”, dijo en esa oportunidad.

Lejos de Macri, cercano a los Kichner

El campeón del mundo con Argentina en 1986, siempre reconoció su adhesión a los Kichner. Primero a Néstor y posteriormente a Cristina, a quienes en varias ocasiones les celebró la adopción de algunas políticas públicas.

En el caso de Mauricio Macri, no ocurrió lo mismo. De hecho, cuando el ex presidente asumió la propiedad de Boca Juniors en la década de los 90, Maradona todavía vestía esa casaquilla. Nunca tuvieron buena relación y el vínculo se vio más afectado aún, cuando el empresario se transformó en el anfitrión de la Casa Rosada.

Fiel a su mordaz y frontal estilo, Diego no escatimó al momento de desacreditarlo. «No sabe leer y es presidente. Sigue siendo un cartonero y llegó a ejecutivo por su padre”, dijo en televisión.

Cuando enfrentó a la FIFA y tildó a sus referentes de mafiosos y ladrones

Joseph Blatter se transformó también, en su momento, en el blanco favorito de Maradona al momento de referirse a la FIFA, a cuyos referentes desacreditó reiteradamente. A él, particularmente lo acusó de corrupto en tiempos en que nadie se atrevía a cuestionarlo públicamente. Los años le dieron la razón y el presidente de la poderosa entidad terminó destronado por graves ilícitos. «Hay dentro de la FIFA una anarquía total. Hay un solo hombre que decide todo y no sabe absolutamente nada, un ignorante», dijo en una ocasión el deportista fallecido este miércoles.

Diego no era un hombre de pocas palabras y su opinión la dejaba clara a punta de un carácter forjado en medio de una infancia adversa marcada por las carencias. Transcurridos los años, se transformó en un referente internacional que se paseó por el mundo haciéndose escuchar mientras no fueron pocos los que se sentaron en la vereda de sus detractores, lo que sin embargo, nunca lo hizo enmudecer.

«Le ha hecho mucho daño al fútbol», «ha sabido rodearse de ladrones», «Blatter le enseñó a robar a (el francés Michel) Platini», son algunas de laa declaraciones a las que apeló para referirse al escándalo de corrupción FIFA-Gate.

«Blatter es un dictador vitalicio. Carece de la inspiración y la pasión que se encuentran en el mismo corazón del fútbol», le cuestionaba Maradona al tiempo en que daba por sentada una suerte de «admiración enferma que existe por Blatter, al igual que la que se le otorga a un antiguo jefe de la mafia que se las ha arreglado para permanecer fuera de la cárcel».

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Antes, ya había encarado al brasileño Joao Havelange, también presidente de la FIFA, por el horario de unos partidos del Mundial de México-1986, agendados a mediodía, cuando el sol arreciaba.

Maradona incluso se dio a la tarea de crear un sindicato de futbolistas para reforzar su embestida hacia el poder que tanto cuestionaba. «Havelange jugó al waterpolo, no puede hablar de fútbol», decía.

«Este chico nunca estuvo en sus cabales», respondía el aludido intentando bajarle la tensión al complejo vínculo, llegando a tratar al argentino incluso de «hijo» o «nieto».

«Mi viejo (padre) es un santo al lado de este tipo», se apuraba en responder un rebelde Diego, fiel a su impronta.

A Gianni Infantino, actual presidente de la FIFA, también lo cuestionó luego de mantener una buena relación con él que acabó por deteriorarse. «Le mandé una carta a Infantino porque desde que se fue Blatter, no cambió nada. Hay falta de respeto total. Ahora sí voy a empezar a decir lo que pienso de la FIFA ‘nueva'», sostuvo en una oportunidad.

Su tensa relación con Julio Grondona

A nivel local, Maradona tampoco mantuvo un vínculo sano con Julio Grondona (quien llegó a ser presidente de la Asociación del Fútbol Argentino y Vicepresidente Senior de la FIFA). Tanto así que lo acusó de entregar «a Argentina en la final del Mundial de 1990 ante Alemania».

Lo anterior porque en opinión del deportista, Grondona no hizo nada para evitar que Edgardo Codesal arbitrara la final de ese Mundial. El uruguayo decretó un penal inexistente contra la albiceleste cuando quedaban cinco minutos para llegar al alargue. Como consecuencia del discutido cobro, la final fue para los alemanes.

«Pongo las dos manos en el fuego que él no peleó en absoluto que no dirija Codesal. Nos entregó como nos entregaron los chilenos en las Malvinas», aseguró posteriormente.

«Cuando fuimos a jugar la final del 90, viene Grondona y me dijo, ‘hasta acá llegamos’. Estábamos entregados, salí de la ducha y le dije, ‘entregados de las pelotas, aunque esté desgarrado, aunque me duela el hombro, usted a mí no me va a decir lo que yo tengo que hacer dentro de la cancha'», transparentó luego Maradona.

El día que insultó a Juan Pablo II

Su carácter controvertido lo definía a cabalidad. Tanto así que incluso en una de sus biografías confesó haber tratado de «hijo de puta» al papa Juan Pablo II en una visita al Vaticano. “Vi el techo y me dije ‘cómo puede ser tan hijo de puta de vivir con un techo de oro y después ir a los países pobres y besar a los chicos con la panza así’. Dejé de creer”, dijo en su momento.

No sería este episodio el único que marcaría su distanciamiento con la Santa Sede, a la que se atrevió a acusar de “traficar con órganos, armas y drogas”, luego de leer un libro sobre el Banco Ambrosiano que se vinculaba al Banco del Vaticano.

 

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