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Yerko Puchento: Sólo el humor tiene libertad de expresión

Publicado: 13.07.2017
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Sólo el humor y la ironía permiten poner temáticas de interés nacional en la pantalla chica -cada día menos chica-.

Yerko Puchento, un personaje ficticio, se ha transformado en el posibilitador de escuchar lo que la opinión pública piensa y lo que se desarrolla en redes sociales. ¿Será que sólo toleramos cierta crítica cuando esta se hace en un escenario ficticio, por un personaje ficticio y desde la tribuna del humor? Al parecer sí.

La última rutina desarrollada por el actor Daniel Alcaíno y establecida a partir del guión de Jorge López (su oreja), deja entrever muchas cosas, como el pensamiento de Tomas Moulian (sociólogo y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales) por fin es puesto masivamente en parrilla. Permite por primera vez escuchar una idea que pocas veces se plantea en la televisión chilena y esta es que, en palabras del personaje y a raíz de uno de los invitados al estelar de farándula “Vértigo”, “lo único que no ha cambiado es la Constitución del ’80, por eso estamos como la callampa”. Obviamente Moulian no plantea de la misma manera esta idea, pero en su libro “Chile actual, anatomía de un mito”, deja entrever cómo la “transición” a la democracia sólo se desarrolla en torno a un «gatopardismo», que encubre un continuo absoluto de todo lo desarrollado en dictadura.

Muchas veces hemos visto cómo el humor –y muchas veces la cuestionada farándula- es el condicionante para que la televisión, cada día más pacata y con menos contenido, se permita desarrollar algún tipo de ideas. Podemos estar de acuerdo o no, pero son ideas al fin y al cabo. El problema es que se queda ahí.

Ya lo dije en otra columna, sería interesante ver qué es lo que provoca el bufón de Vértigo en los invitados (insisto que lo de bufón no es peyorativo), qué piensan realmente de lo que él provoca. Sería bueno saber si efectivamente todos esos personajes que pululan por nuestro mundo del espectáculo -al que la política también pertenece- tienen alguna idea de lo que es y lo que significa para el Chile actual la Constitución del ’80, o qué les parece que Javiera Blanco sea premiada con un sueldo vitalicio en el Consejo de Defensa del Estado, después de una gestión altamente cuestionada incluso por su propio sector. O, más allá de las palabras de buena crianza que nos llevan a decir lo obvio sobre el Sename, que desarrollen alguna idea de lo que significa la infancia en el Chile actual.

Poner en el tapete la otra mirada, mojarse el poto, dejar de lado esa idea de que se es neutral u objetivo y que en la televisión sólo queremos distraernos. Esa es una mentira que sólo perjudica y que engaña. No existe tal neutralidad, como no existe tal objetividad y no es malo asumir esas posturas porque así se va creando pensamiento, juicio crítico, tendencia e ideas, cosas que tanta falta nos hacen en un Chile cada día más alejado de la posibilidad de tener esas características que tanto admira en los países desarrollados.

Efectivamente Yerko Puchento dice lo que tantos pensamos, nos enrostra y provoca. Pero queda ahí, porque al parecer comentar lo que dice sería una fomedad o algo peligroso, sería develarse en el pensamiento que cada uno de nosotros tiene, correríamos el riesgo de no gustarle a todo el mundo y eso comercialmente no sirve.

No nos olvidemos que hoy esta maravillosa industria cultural se ha transformado fundamentalmente en una empresa que permite establecer líneas editoriales, que no son ni más ni menos que enfoques de pensamiento, propios del canal que las contiene y están al servicio de la consolidación de la sociedad de consumo en la que vivimos. Ejemplo claro de esto es ver cómo los noticiarios se han transformado muchas veces en verdaderos infomerciales donde se incita a comprar.

Más de una vez me ha tocado ver que en los espacios de noticias se muestra el ofertón del momento o la manera de ahorrar frente a la posibilidad de tener unas buenas vacaciones. Ver cómo un espacio informativo que debería generar opinión se transforma en una nueva forma de publicitar y construir un pensamiento o una conducta no deja de ser lamentable, sobre todo si pensamos que las vías de escape a estos verdaderos encuadres a la hora de mostrar la realidad son instancias que en general se miran en menos.

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