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Qué se lee: Arelis Uribe, en NY a lo Patti Smith

Publicado: 17.10.2019
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Estoy leyendo Just kids (Éramos unos niños), de Patti Smith, cuenta la historia de su vida, su propio viaje del héroe. Empezó con nada, dormía en la calle, comía de la basura, lo único que tenía era el convencimiento tenaz de ser artista. En la calle conoce a Robert Mapplethorpe, entonces se enamoran y empiezan juntos el viaje a ser amantes y ser artistas. El libro parte así: «Estaba dormida cuando él murió». Uf, es tremenda narradora Patti Smith y esa estructura narrativa hábil se enlaza con una prosa poética bellísima. El libro me ha acompañado mucho, porque me encuentro en la tristeza universal de la historia y porque me encuentro en los detalles particulares de NYC ahora que llegué a vivir aquí.

Había leído tres libros de poesía de Patti Smith antes. El primero fue uno traducido por Rodrigo Olavarría, publicado en Chile por la Calabaza del Diablo, me lo compré en una Furia del Libro. Es un poemario hermoso donde encontré frases que fueron combustibles para mí cuando quería empezar a escribir, como «el artista crea desde el lugar de sus heridas». Después me regalaron Tejiendo sueños y no logré conectar tanto, salvo una frase que decía que en su juventud ella había sido «joven y alocada». Le envié una foto de la frase a la Camila Gutiérrez. Fue lo único. Este año, la editorial Random me regaló Augurios de inocencia y me costó entrar al libro, pero una vez dentro, encontré mucha belleza allí. Escribe frases como: «Le rompimos el corazón a nuestra madre y nos convertimos en quienes somos». Cuando llegué a NYC me compré Just kids sin saber nada de él, simplemente tenía muchas ganas de leerlo y paf, el libro ha sido mi hermano estos primeros meses fuera de Chile. Conecto mucho más con la narrativa de Smith que con su poesía, no sé por qué.

Me vine a NYC a estudiar un máster en escritura con una beca Chile, pero la beca todavía no llega, así que vivo de pitutear, pedir prestado y absorber los ahorros a una velocidad impresionante. Esta es una ciudad cara. Vivo en Brooklyn, frente a un project, una vivienda social enorme que me tapa la vista como si fuese una cordillera. El barrio es negro y latino. Se habla mucho español. Hay rincones idénticos a Estación Central. La raza y la migración son lucha de clases. Uso mucho el tren, el transporte público. Hay ratas en todos lados y como vivo con menos del sueldo mínimo gringo, me siento como ellas. Mi máster es en español y hay gente de Chile, Ecuador, México, Colombia, Perú, Bolivia, España. Como mucha pizza barata y me preparo carbonadas y lentejas. Tengo una amiga gringa que me enseña inglés. Tengo dos ramos, en uno estamos traduciendo a una poeta gringa llamada Sharon Olds del inglés al español, el otro ramo es un club de lectura metaliterario poco apasionante. Leo todos los días, escribo todos los días. Me despierto a las siete de la mañana y me acuesto a las diez de la noche. Hace un poco de frío pero no tanto. Estoy esperando la nieve. Me compré un escritorio esta semana y me cambió la vida. Tengo una plantita en la ventana. Empecé un proyecto de fanzines de poesía llamado Editorial Negra. Estoy trabajando con dos traductores gringos y ya llevo tres cuentos de Quiltras en inglés . A veces me subo al techo a tocar guitarra o a tomar cerveza con mis amigos. Hecho de menos a mi familia que está en Chile pero también estoy feliz aquí.

 

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