Tipos Móviles

CRÍTICA| Twin Peaks o la exégesis perfecta del patriarcado

Por: Antonia Piña, filósofa feminista | Publicado: 14.12.2020
CRÍTICA| Twin Peaks o la exégesis perfecta del patriarcado |
En abril de 1990 David Lynch estrenaba su serie Twin Peaks, que causaría un inmediato revuelo y con el tiempo se volvería de culto. Al cumplirse 30 años de ese estreno, presentamos una lectura que cuestiona la mirada lynchiana.

A 30 años de su estreno, Twin Peaks fue para muchos una revelación de la genialidad profundamente surrealista de David Lynch y Mark Foster. Su historia logra deslumbrarnos con una narración de ensueño, considerada aún hoy de culto por ser única en su género. Sin embargo, en esta historia subyace un mundo donde la violencia de género se naturaliza hasta tal punto que perdemos de vista la sutil perspectiva masculina que seduce aceptando el fetiche del incesto, exhorta una estética de la prostitución adolescente y la morbosidad del feminicidio. 

La muerte y la desesperanza, mezcladas con los excesos de drogas entre jóvenes mujeres de sectores precarizados, escogidas y tasadas como mercancías en “One Eyed Jack”, constituyen la realidad persistente de este relato lynchiano. Twin Peaks nos presenta una exégesis del patriarcado dominante, donde las mujeres y la tierra son territorios de conquista. 

Extractivismo y feminicidio: dos lados de una misma moneda

La historia comienza con un aserradero cortando árboles milenarios, y la música del compositor Angelo Badalamenti nos introduce lentamente en el encuentro del cuerpo sin vida de Laura Palmer. El impacto de la noticia atraviesa la vida de los vecinos, en un pueblo donde se vive un extractivismo feroz que deja al descubierto el frágil equilibrio entre la belleza natural de las montañas y la tala de su bosque nativo. La dependencia de la clase trabajadora versus la riqueza ostensiva de una clase dominante que recita el mantra capitalista: “en Twin Peaks, la salud y la industria van de la mano”. 

La vida de una comunidad cohesionada en el respeto, el cariño y la calma, expresada en vínculos estrechos de cuidadoso amor sincero, enamora y enternece al espectador. Es allí donde aparece el agente del FBI Dale Cooper, un hombre sensible y profundamente intuitivo que se fusiona con el ambiente para entregarse a la bondad de ensueño de esta comunidad. 

Es el sheriff Harry S. Truman quien advierte que en los viejos bosques habita una fuerza oscura que acecha desde otros planos. La presencia en el bosque que atrapa por su radical perversidad materializada en la figura de Bob, pareciera no tener mucho que ver con el bosque en sí (lugar de sabiduría milenaria). Podríamos sostener que la oscuridad profunda que acecha al pueblo es su pasado colonial que constituyó un proceso de violento despojo de las comunidades indígenas de la zona.

[Te puede interesar]: Sean Connery o la imposición de la violencia misógina en la pantalla grande

Si bien esta perspectiva no se revela en la historia principal, aparecen sus indicios en las fotografías de los múltiples escenarios donde Lynch posa su mirada recordando el pasado de la tala de árboles magnánimos milenarios, de las manos de hombres blancos. La estética del hotel es indígena, el agente Cooper resuelve misterios a través de sueños (lenguaje ancestral) y el único conocedor de la profundidad del bosque es el único nativoamericano de la serie, el agente «Hawk”. 

Estas son claves para entender esta profunda herida abierta fruto de la violencia patriarcal colonial capitalista, que instauró como verdad inmutable el despojo de sentido originario del cuidado de la vida y de los vínculos humanos, donde la mujer estaba en el centro; alejándonos de nuestra profunda relación espiritual con la naturaleza, cosificando los vínculos sagrados en relaciones utilitarias comerciales. 

No nos puede sorprender que en Twin Peaks la maldad metafísica tome posesión solo de algunos hombres y que la prostitución y la venta de bosques sean parte de la transacción comercial extractivista (entre los mismos poderosos), quienes exhiben la verdadera relación del sistema patriarcal con las mujeres y el territorio: son objetos comercializables en el mercado del capital y, por lo tanto, víctimas inevitables del progreso de la humanidad. 

Laura Palmer 

Siendo el personaje que atraviesa toda la serie, es una víctima muda, narrada por hombres que no admiten responsabilidad sobre su muerte. En la primera temporada somos espectadores de una extraña escena entre el Doctor Jacoby y  Bobby Briggs, quienes responsabilizan a la joven de traficar droga a adolescentes para financiar su consumo, ya que vivía inmersa en una ensoñación mortal de seducción y peligro. Sin embargo, la pregunta del Doc alienta a entender las profundas razones de su vida autoflagelante:  

–¿Crees que ella escondía un terrible secreto, tan malo que quería morir? ¿Tan malo que la llevaba a buscar las debilidades de la gente para tentarlas, quebrarlas, llevarlas a hacer cosas degradantes y terribles? ¡Laura quería corromper a la gente porque ella se veía así misma de esa manera: corrupta!

Como millones de mujeres en el mundo, Laura había sido sistemáticamente abusada por su padre desde los 12 años de edad, por eso Doc era su psiquiatra secreto. Laura tuvo que cargar con la vergüenza, el pudor, la rabia y la culpabilidad que configuraron desde niña sus marcos de referencia sobre el mundo. Se instaló en su corazón frágil de víctima, la idea de que su belleza física era un arma frente a un mundo corrupto y abusivo (que otros explotaron). Y que sería su herramienta para manipular a todo quien quisiera dañarla. A pesar de su valentía como mujer y de su hermosa bondad expresada en las tareas que realizaba diariamente para alimentar los vínculos amorosos con su comunidad, este secreto transformado en abismo la obligó a buscar refugio en las drogas, los excesos y la prostitución para evadir su dolor. 

La trama principal se centra en el agente Cooper y el imaginario de sueños excéntricos y de grandes batallas metafísicas masculinas entre el bien y el mal. En el plano concreto de los vínculos sociales, el feminicidio y el incesto de Laura, las relaciones abusivas entre Shelly y Leo Johnson, la injustificada relación de Norma con su exesposo abusivo, el encuentro de Audrey con su padre en el prostíbulo, no son suficientes para que Lynch redirija su mirada, poniendo fin al incesante despliegue de violencia patriarcal de su propio universo.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.