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Cristián Cuevas: “Me voy porque había caminos que estaban cerrados”

Por: admingrs | Publicado: 26.06.2014

crstian-cuevas¿Cuál es la explicación política para que Cristián Cuevas se vaya como agregado laboral a España?

Esto nace de una profunda reflexión personal después de pasadas las elecciones parlamentarias, de la necesidad de buscar nuevos lugares para rearmar un proyecto de transformación. Fue una reflexión personal, pero también una decisión colectiva de la Confederación de Trabajadores del Cobre. Además, soy militante del Partido Comunista, miembro de su Comité Central, y a partir de nuestra participación en el Gobierno de la Nueva Mayoría surge la idea de tomar alguna responsabilidad política a través de esta agregaduría laboral. Esto permitiría también abrir un espacio hacia una relación internacional de los trabajadores para contribuir al fortalecimiento del movimiento sindical chileno. Finalmente, también creo que era necesario salirme en este tiempo de cierta confusión, podríamos decir, de tensiones, y salir de la escena pública.

¿Qué es lo que hace un agregado laboral? ¿Existía ese cargo antes, en el caso de la embajada en España?

No existía antes, en otros periodos quizás, pero hoy no existía. También creo que obedece a la propia necesidad del Gobierno y de la presidenta Michelle Bachelet, de dar un impulso a la agenda laboral y para eso requiere también de actores que puedan ayudar a su implementación. Los agregados laborales, sin duda, pueden ser el último eslabón, lo que va a depender de la necesidad que el Gobierno tenga en función de esta agenda. Ahora es una presencia todavía deficitaria, desde mi punto de vista. Mi función va a ser llevar la agenda del Gobierno, que se pueda conocer en España y abrir puertas en Europa, pero también con el énfasis de dar cuenta de la realidad de los trabajadores chilenos y permitir los nexos necesarios para fortalecerlos. Eso es lo que en estricto rigor debería hacer un agregado laboral, que es un embajador de un gobierno, pero en un área específica que para nosotros es fundamental y a la que no se le ha dado la relevancia que debe tener.

Tú eres uno de los dirigentes sindicales más destacados que milita en los partidos de la Nueva Mayoría ¿No existía un lugar más cerca para que pudieras colaborar con el Gobierno?

Esa decisión no me corresponde a mí tomarla, había otras posibilidades y tareas dentro del Gobierno a partir de la presencia del Partido Comunista, pero en lo personal las deseché porque no creía que pudiese contribuir tanto. Por eso después surge este tema de la agregaduría, no sin tensiones, porque todas las negociaciones generan dificultades.

¿Por qué crees que más cerca no hubieras podido hacer una buena contribución?

Porque tampoco había tantas alternativas. Las propuestas no estaban, desde mi punto de vista, a la altura del rol social, sindical y político que he tenido. Eran propuestas que no gravitaban, si pudiéramos decirlo así.

Cuando se conoció tu nombramiento en las redes sociales hubo muchos mensajes de felicitación, pero también hubo quienes pensaron que te habían “mandado a Siberia”. ¿Qué podrías decir sobre esta hipótesis?

Soy respetuoso de las organizaciones sociales, sindicales y políticas, pero quizás este dirigente genera tensiones o dificultades. Es lo que me ha tocado vivir no más, con la experiencia en Lota en mi candidatura parlamentaria, con el camino hacia la CUT, con la experiencia de la parlamentaria en Calama. Efectivamente hay enemigos poderosos que en nuestro país evitan que los trabajadores tengamos voz propia, rostro propio y podamos acceder al poder político.

Leí todo: los cariños, las odiosidades y también la justa crítica. En las redes la mayor expresión era de afecto y reconocimiento, pero también de mucha crítica en función de no comprender esta decisión. Yo tengo una responsabilidad con todas esas miradas. Lo que puedo decir, sinceramente, es que esa decisión se tomó porque había caminos que estaban cerrados. Soy respetuoso de las organizaciones sociales, sindicales y políticas, pero quizás este dirigente genera tensiones o dificultades. Es lo que me ha tocado vivir no más, con la experiencia en Lota en mi candidatura parlamentaria, con el camino hacia la CUT, con la experiencia de la parlamentaria en Calama. Efectivamente hay enemigos poderosos que en nuestro país evitan que los trabajadores tengamos voz propia, rostro propio y podamos acceder al poder político. Si yo miro la historia hace cien años atrás, Recabarren diría lo mismo: en la soledad absoluta,  muchas veces golpeado por los propios trabajadores, acusado desde las propias militancias. Yo he vivido eso y eso hace quizás necesario marcar una distancia, tomar un respiro y luego volver.

 

El presente de la organización sindical

 

Durante estos primeros meses de gobierno, fuiste una voz nítida en advertir críticamente la excesiva cercanía de la CUT con el Gobierno. A propósito de tu nombramiento ha habido dos tipos de comentarios: uno es que esa voz crítica ya no va a estar, y la otra es ¿cómo aquel que criticaba entra ahora al Gobierno?

Primero, yo soy parte del Gobierno, contribuí a la victoria de la Nueva Mayoría y de Michelle Bachelet. Soy militante de un partido político que es parte del Gobierno. No debe haber sorpresa si yo asumo un rol político.  Ahora bien, en mi calidad de dirigente sindical, y ahí lo separo, y por eso hago la crítica, el movimiento sindical no es un instrumento de los gobiernos. Tiene que tener voz propia que signifique incidir en las políticas para proteger a los que nosotros representamos.

¿Sigues sosteniendo que la CUT ha mostrado excesiva cercanía con el gobierno estos meses?

Las organizaciones sindicales deben caminar con agendas propias, coincidir con los Estados, con cualquier gobierno y obviamente también diferenciarse. En ese sentido hay que ser cuidadoso en cómo se verbalizan las acciones, porque de pronto se pueden cruzar ciertas fronteras que el movimiento sindical no debe cruzar, especialmente cuando necesitamos una fuerza que sea el eje principal para generar los cambios.

Vamos a un plano más político. El Partido Comunista dio un paso histórico al concurrir a formar una coalición con partidos con los que fue oposición durante los gobiernos de la Concertación. Existe la posibilidad de que el PC arrastre a la izquierda a la vieja Concertación, y por tanto hacer de esta coalición algo nuevo, o que naufrague en el intento ¿Cómo crees que se proyecta esa apuesta?

Cristian CuevasEl Partido conmemoró hace poco sus 102 años, donde su presidente, Guillermo Tellier, planteó la agenda del PC y su posición de apoyar al Gobierno, la agenda y el programa. Éste no es un gobierno de nuevo tipo, así ha sido claramente establecido desde el Comité Central, sino un gobierno desde donde se pueden generar los cimientos para una mayor democratización de nuestro país. La entrada del PC ha permitido abrir puertas que antes estaban selladas para el sector que vivimos los 17 años de dictadura y los más de 20 años de la democracia de los consensos. Que hoy día existan ministros y subsecretarios comunistas ha posibilitado que muchos temas se traten, pero la perspectiva de un gobierno que vaya a superar el neoliberalismo hay que pensarla para mañana. El que piense que eso va a pasar en estos cuatro años, no es así.

El Partido Comunista ha concurrido a esta coalición como un partido de izquierda pero junto a partidos de centro, por tanto en una coalición de centroizquierda ¿Cuánto riesgo existe de que esto tensione las relaciones con los sectores de izquierda que durante 25 años estuvieron en la oposición?

Lo primero que el Partido Comunista es necesario para la izquierda, es un actor importante, relevante, histórico. Algunos piensan que destruyendo al PC se levanta lo nuevo, lo joven. Yo creo que en general hay una falta de generosidad de la izquierda, en cómo hacemos caminos de debate y de encuentro que permitan configurar una correlación de fuerzas de izquierda más gravitante, más influyente. El enemigo o adversario no somos nosotros, ni la izquierda en sus distintas articulaciones o miradas. Uno debería  contribuir a que avancen las posiciones de izquierda, pero hay un antagonismo de acusaciones que a mí me impactan por lo pequeño, porque no es contribuyente a nada, ni siquiera para hacer viable un proyecto distinto. Nos erosionamos entre nosotros. Yo no tengo ninguna dificultad de ir a un foro, y así ha sido con una posición amable y discrepante,  a conversar con la UNE, con la propia Melissa Sepúlveda hemos debatido con mucho respeto y fraternidad, con sindicatos que no están en la CUT, como la Unión Portuaria de Chile, con organizaciones de derechos humanos, indigenistas, de la diversidad sexual. A la izquierda le falta ser más visionaria y no ser tan contestataria, ni tan ritualista, ni tan discursiva. Tenemos que apelar a lo que está ocurriendo en la vida cotidiana de los ciudadanos. Y creo que uno, como parte del Gobierno, no tiene que defender todo a priori, debe tener una mirada más crítica, incluso con el Gobierno, para hacer cumplir el programa, teniendo en cuenta además que las demandas sociales no se van a resolver solamente en el parlamento, sino también con la influencia de la movilización.

La Fundación Emerge

Respecto a la Fundación Emerge, que estás inaugurando, ¿Cuál es la señal política? ¿Es, como diría la canción de Camilo Sesto, que “te vas pero te quedas”?

Podría ser, podría ser. Lo que ocurre es que cuando terminó la campaña en Calama, pensamos cuál es el factor del que los movimientos sociales carecemos para hacer posible el proyecto donde tengamos poder. No he celebrado hasta hoy, como celebraron los trabajadores el año 70, no hemos visto esa imagen hasta ahora, porque los trabajadores tenemos extraviada nuestra línea y nuestro proyecto de clase, porque estamos, en cierta medida, secuestrados por el modelo. Y todos los centros de referencia del pensamiento son sostenedores del modelo y evitan que los trabajadores estemos en el poder, ¿Por qué hoy un trabajador, un asalariado que tenga las capacidades. no puede ser ministro?

¿El sentido de la fundación sería dotar de fuerza técnica, de fuerza propositiva al movimiento de los trabajadores?

Así es, y al movimiento social. Ser un espacio de pensamiento crítico, que permita elaborar propuestas a partir de equipos técnicos, pero también de autodidactas, desde la educación popular y que obviamente contribuya al movimiento, sin sustituirlo. Que ahí confluya el mundo popular con el mundo académico, y que contribuya a un planteamiento ideológico, donde los trabajadores no tenemos aún un proyecto claro y nítido.

Una crítica que generalmente se le hace a las fundaciones en Chile es que ocupan un lugar en el movimiento social sin tener legitimidad de base, y por lo tanto control democrático…

Nosotros no queremos transformarnos en una ONG. No queremos transformarnos en una fundación sin conexiones con el territorio, por tanto todos los que estén en esta fundación, voluntarios todos, están vinculados a la creación de pensamiento y también a la organización. Así tenemos compañeros que son dirigentes sociales en Coronel, en Lota, en Rancagua, en Los Andes, en el Norte del País, Tocopilla, Calama, que están a disposición porque sienten que hay una orfandad y que creemos que nosotros mismos tenemos que escribir nuestra historia. Se trata de levantar con fuerza el imaginario colectivo político del sujeto trabajador.

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