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«Ir a la universidad ya no garantiza nada»: Constanza Gutiérrez responde al destemplado artículo de Óscar Contardo contra los millennials

Por: Camilo Espinoza | Publicado: 26.08.2017
«Ir a la universidad ya no garantiza nada»: Constanza Gutiérrez responde al destemplado artículo de Óscar Contardo contra los millennials unnamed2 | Constanza Gutiérrez. Foto: La Nación.
La autora de «Incompetentes» y «Terriers» acusó que siempre «las actividades e ideas de los jóvenes —lo nuevo— han sido calificadas de demoníacas por la generación anterior» y defendió a su generación.

Revuelo generó el pasado fin de semana, cuando el escritor Óscar Contardo publicó un artículo en La Tercera titulado «Por qué algunos viejos odiamos a los millennials« donde recopilaba las principales críticas contra la generación nacida a mediados de los 80 y comienzos de los 90.

Desde distintos puntos de vista, el autor de «Siútico» y «Raro» reflexiona por ejemplo sobre los memes y acusa que se trata de «un artefacto visual que secuestró el concepto creado por Richard Dawkins y lo redujo al rango de la broma que se comparte. Los millennials no ironizan, mandan memes«.

También arremete contra los youtubers, a quienes define como «un híbrido de celebridad pop, gurú, guionista consejero y bufón. Una mezcla a la que no se le exige profundidad, sino una suma de efectos de ingenio que sobrevuelen la realidad sin nunca anclarse en ella».

«Quizás lo que los viejos odiamos de los millennials es que encarnan el futuro que no esperábamos. Tal vez los criticamos por la envidia que nos provoca verlos circular sin cargar con un fracaso ajeno –el de la generación de nuestros padres- a cuestas. Quizás también sentimos una especie de compasión burlona al verlos tan empeñados en buscar en Google el mapa que los conducirá a sus propias frustraciones, aquellas que por fin descubrirán cuando los mayores ya seamos pretérito imperfecto», culmina el escritor.

Óscar Contardo. Foto: La Tercera.

Sin embargo, en el mismo rotativo, la joven escritora Constanza Gutiérrez -perteneciente a esta generación- respondió con un artículo propio, titulado «Por qué los millennials somos distintos (y muy parecidos) a ustedes».

En él, la autora de «Terriers» señala que «a lo largo de la historia, los adultos siempre han reprobado las costumbres de los jóvenes» y añade que «toda la vida ha sido igual: lo viejo está contra lo nuevo. Y cuando la novedad por fin es aceptada, tiene los días contados: pronto se propondrá otra cosa».

«La discusión es vieja», subraya Gutiérrez y ejemplifica con hechos, como cuando Platón dijo que la masificación de la escritura atentaba contra la sabiduría, cuando algunos criticaron que la imprenta sólo serviría para difundir información dudosa y confundir a los jóvenes o cuando Lord Byron escribió un poema en contra de «ese inmoral baile, el vals».

«La revista New York llevó en portada una reflexión de Tom Wolfe donde decía que esa, esa sí que sí, era la década del “yo”. Lo mismo de lo que se nos acusa ahora a nosotros, los nacidos después de 1980, los millennials. Dicen que somos sólo egolatría, frivolidad, impaciencia e inmoralidad y temen dejarnos a cargo del mundo«, se defiende.

Gutiérrez acusa que «ahora apenas tienen unos años más que nosotros y nos acusan de flojera y falta de compromiso. Esperan que, en este mundo lleno de ruido y carente de grandes relatos, establezcamos un enemigo y nos unamos contra él. Esperan que seamos jóvenes de una manera en la que ahora es imposible».

«Los que nos tratan de apáticos y flojos nos evalúan desde la comodidad del relato con el que se hicieron adultos, sin considerar que nosotros vivimos otra realidad que no tiene que ver con los emojis y WhatsApp. Ir a la universidad ya no garantiza nada automáticamente, comprar una casa es imposible», argumenta.

La escritora se pone como ejemplo y sostiene que «mi padre y mi madre, nacidos en 1954 y 1960, licenciado en castellano y asistente social, respectivamente, pudieron comprar una casa teniendo 30 y 24 años. Yo tengo 27 años y una licenciatura en literatura, trabajo de manera independiente (a veces corrigiendo libros, otras escribiendo para medios) y, cuando lo intenté, no pude abrir una cuenta corriente. Ni siquiera imagino una propiedad a mi nombre. Mi generación está preocupada de pagar el crédito universitario que prometió mejorar su calidad de vida«.

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