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Opinión

Lo que esta visita del Papa terminará de causar

Por: Antonia Atria Fuentes | Publicado: 11.01.2018
Lo que esta visita del Papa terminará de causar papa |
Hoy la Iglesia Católica se basa en una enorme hipocresía. Da sermones sobre amor y compasión, pero se dedica a discriminar y condenar a aquellos que no entren en sus limitadas categorías de lo “natural” y “correcto”. Apoya la caridad, y ayudar al pobre, y le pide al Estado chileno (que según la misma derecha conservadora y religiosa está pasando por difíciles momentos económicos) una suma de $4.000 millones.

Esta semana, el diputado socialista Fidel Espinoza ha propuesto atrasar la discusión de la Ley de Identidad de Género porque le parece “un poco provocativo” hacerlo cuando el Papa inicia su visita oficial “por cuanto todos sabemos que es un tema complejo”, y nos acusan a quienes nos oponemos a aplazar estas discusiones de ser “intolerantes”. Pero, ¿por qué intolerantes? En un Estado laico, que la agenda legislativa sea determinada por la venida de la figura máxima de cualquier credo religioso es inconcebible. Sabemos que hay un tema político, que es aprobar esta ley antes del cambio de gobierno, antes de que un presidente apoyado por el sector más conservador pueda interferir en la aprobación de esta ley.

Entonces, ¿qué es lo intolerante? ¿Criticar que una figura religiosa venga a costo de todos los chilenos y chilenas, que pueden o no ser católicos? ¿Qué se tengan que suspender aproximadamente 800 cirugías? ¿Qué sea necesario un horario especial de apertura del Metro? ¿O es intolerante, acaso, aplazar la discusión que posiblemente posibilitará que muchas personas puedan vivir su vida diaria de acuerdo al género que las identifica, sin ser discriminadas por el Estado? Ciertamente, lo menos intolerante, lo más democrático e ‘institucional’, es promover que se mantenga la agenda legislativa y se discuta esta importante ley.

Sin embargo, lo que se esconde detrás de esta tensión no es únicamente un conservadurismo y catolicismo al interior de un Estado supuestamente laico, sino que es la posición de la propia Iglesia, que no sólo acepta, sino que exige este trato privilegiado. La Iglesia reclama defender valores como la solidaridad, la compasión, el amor, la fraternidad, el respeto, y muchos otros. Pero, en los hechos, se sustenta en el conservadurismo, la discriminación e, incluso, el odio.

¿Por qué la Iglesia condena a los homosexuales? ¿Por qué se ha opuesto históricamente a medidas como la igualdad de los hijos, el divorcio o el aborto? ¿Por qué discriminan a las personas trans? ¿No que debo amar al prójimo como a mí mismo? ¿No que quien esté libre de pecado tire la primera piedra?

La Iglesia Católica es una de las instituciones con mayor poder económico en el mundo. Con todos estos recursos, ¿es realmente necesario que el Estado deba aportar con una cantidad absurda de dinero para financiar el evento? Este dinero podría ser usado en el financiamiento de educación y salud, por ejemplo. Se supone que la religión católica impulsa un espíritu de compasión con los pobres, a no buscar la abundancia. Pues, ¿No era la biblia la que decía que “es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”? (Lucas 18:25) Que uno debe ayudar a su prójimo, “Pues si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da, ¿cómo puede tener amor de Dios en su corazón?” (1 Juan 3:17).

En el fondo, hoy la misma Iglesia Católica se basa en una enorme hipocresía. Da sermones sobre amor y compasión, pero se dedica a discriminar y condenar a aquellos que no entren en sus limitadas categorías de lo “natural” y “correcto”. Apoya la caridad, y ayudar al pobre, y le pide al Estado chileno (que según la misma derecha conservadora y religiosa está pasando por difíciles momentos económicos) una suma de $4.000 millones.

Lo que esta visita del Papa está causando, y terminará de causar, es lo contrario a lo que busca. Busca un acercamiento de las personas con la religión y lo único que ha hecho es demostrar, de manera aún más marcada, el profundo alejamiento que tiene respecto del gozo y las esperanzas, las alegrías y las tristezas del pueblo chileno.

Antonia Atria Fuentes