Avisos Legales
Opinión

«Los Arrepentidos»: Un elogio al fracaso

Por: Jorge Díaz | Publicado: 31.05.2018
«Los Arrepentidos»: Un elogio al fracaso ALFREDO 1 |
Alfredo Castro, uno de nuestros más talentosos actores locales, que interpreta a Orlando en la obra, ha contado en entrevistas que fue su padre uno de los primeros médicos en realizar un cambio de sexo femenino en Chile. El actor quiso averiguar más de esa mujer operada y descubrió que, luego de la cirugía, su sueño de vida era cambiarse el sexo para ser asesora del hogar. Esta historia, al igual que la de la obra, es muy potente pues nos demuestra que los cuerpos trans no siempre han perseguido el éxito que nos enseña el capitalismo como objetivo de vida.

Perderse, fracasar, titubear, tomar la dirección equivocada y arrepentirse son algunas de las acciones que esta sociedad del optimismo y el éxito en la que vivimos no perdona y, de hecho, castiga. Hay una historia del éxito que silencia las miles de otras historias más interesantes sobre el fracaso. Esto puede ser porque los exitosos están todo el tiempo dejando registro de sus logros y en cambio los fracasados, por vergüenza, casi no dejan archivos de sus caídas. Es urgente rescatar las historias del fracaso y el arrepentimiento para sentirnos parte de una comunidad más real y situada. Es el arte y particularmente el teatro uno de los espacios más propicios para plantear estas contradicciones y entrar en lo más profundo de nuestro ser social. Ejemplo de este castigo a los que fracasan es cómo la derecha conservadora ha utilizado por siempre a la figura de los trans «arrepentidos» como un freno a la ley de identidad de género en el parlamento. Nos presentan a estas corporalidades que se cansaron de una transición exitosa como un peligro. Pero lo que no entienden los grupos conservadores es que la sexualidad es plástica y no definitiva, moldea nuestros cuerpos y es un territorio de experimentación constante. Sobre esto último trabaja la obra «Los Arrepentidos» recientemente estrenada en GAM, bajo la dirección de Víctor Carrasco y con las brillantes actuaciones de Alfredo Castro y Rodrigo Pérez.

Esta obra, escrita por el sueco Marcus Lindeen, mezcla documental con ficción, testimonio con archivo, para contarnos la historia real de una pareja de desconocidos transexuales suecos que, en los otoños de sus vidas, quieren volver atrás las transformaciones que hicieron a sus cuerpos, en su juventud vivida en la segunda mitad del siglo XX. Esta obra, desde un teatro muy documental, nos habla de las vivencias de dos desconocidos que se juntan para grabar las historias del arrepentimiento de sus cambios de sexos, a la vez que nos habla de momentos de goce, alegría, camuflaje, soledad y dolor. El trabajo se presenta a través de un gran diálogo entre los personajes que se intercala con imágenes del archivo real de los transexuales suecos en las distintas etapas de sus transformaciones. Este hermoso archivo visual que se nos presenta en el montaje nos recuerda, por las fechas en las que fueron tomadas y los colores propios de esa época, al libro de fotografías de los travestis prostitutos de “La manzana de adán” capturados por el inclinado ojo de nuestra Premio Nacional de Fotografía, Paz Errázuriz, quien registró estos cuerpos de nuestro patrimonio sexual bajo la dictadura militar.

Fotografía Paz Errázuriz

“Los arrepentidos” nos habla de un tiempo donde no había aplicaciones tecnológicas del ligue gay sino donde el contacto sexual del cruising homosexual se realizaba en plazas y parques vigilados, además de bares y baños públicos. Los personajes de esta obra, Mickael y Orlando nos remontan a un tiempo donde la transexualidad no era necesariamente una elección o una decisión sino una manera de escapar del acoso para vivir con tranquilidad el deseo sin ser violentada por sodomita. “Siendo mujer no te molestaban tanto porque te gustaban los hombres”, dicen. La transexualidad que se nos presenta en la obra es una donde las operaciones son el momento inaugural para la creación de los cuerpos del futuro. Los genitales se presentan como exuberantes productos de una tecnología médica que por error y ensayo marcaba los cuerpos valientes que se arriesgaban al fracaso.

Mientras veía la obra recordaba a importantes personajes de la cinematografía homosexual como la transexual que realiza su operación de cambio de sexo por amor en “Un año con trece lunas” (1978) de R W Fassbinder, o la cantante transexual que nuevamente a cambio del amor de un americano se realiza una fallida vaginoplastia en “Hedwig and the Angry Inch” (2001) de J C Mitchell. Lo común de ambas películas es que las protagonistas son abandonadas por sus parejas una vez que se transforman en mujeres con vagina. Algo similar ocurre en esta obra “Los arrepentidos”. Este hecho que se repite en producciones de cine y teatro para referirnos al pasado de una identidad histórica homosexual, más que verlo como una repetición de una tragedia amorosa, está ahí para recordarnos que la vida transexual siempre ha vivido el amor como una pérdida, desenmascarando la idea que el futuro siempre será mejor.

Al ver este trabajo, se puede pensar que por cada homosexual exitoso (delgado, adinerado, arribista, musculoso, sano y sexual apetecible) existimos miles de otras que, desde la fealdad, la gordura, el activismo, la escritura, el fracaso y “el arrepentimiento” estamos aquí para manchar las páginas de su blanca historia gay del éxito capitalista.

Víctor Carrasco, el director de la obra, ya nos había presentado su talento con el uso del color y las pantallas en varias obras anteriores como las largas temporadas de «La amante fascista» y también en «Orlando» (2009), obra protagonizada por Claudia Di Girolamo cuyo personaje, del mismo nombre que uno de los la protagonistas de “Los arrepentidos”, transitaba desde el azul al rojo, cuando pasaba de ser un hombre a una mujer como en la novela de la escritora feminista Virginia Woolf que da nombre a esta obra.

Alfredo Castro, uno de nuestros más talentosos actores locales, que interpreta a Orlando en la obra, ha contado en entrevistas que fue su padre uno de los primeros médicos en realizar un cambio de sexo femenino en Chile. El actor quiso averiguar más de esa mujer operada y descubrió que, luego de la cirugía, su sueño de vida era cambiarse el sexo para ser asesora del hogar. Esta historia, al igual que la de la obra, es muy potente pues nos demuestra que los cuerpos trans no siempre han perseguido el éxito que nos enseña el capitalismo como objetivo de vida.

Si la idea de equilibrio, de una ecuación que se balancea, le hace tanto sentido al pensamiento científico occidental, un pensamiento mínimamente cuestionado, tendríamos que entender entonces que no existe matrimonio sin divorcio, ni tampoco ley de identidad de género sin arrepentidos.

Es por esto que es muy importante la presencia de esta obra hoy, pues en un contexto que busca el reconocimiento de las identidades trans, este montaje nos lleva a un pasado de la política sexual para decirnos que ese futuro exitoso del que nos hablan no está reservado para todas, que las cosas no siempre van mejor, que no “todo mejora” y que tenemos que mirar a quienes no triunfaron, esos que manchan la historia gay del éxito, para entender más de nosotros mismos, porque tal y como decía el escritor inglés Quentin Crisp, ícono gay de los años 70`s, “si al principio no tienes éxito quizás es que el fracaso es tu estilo”.

Coordenadas:

25 de mayo al 8 de julio
Miércoles a domingo, 20:30 horas
Edificio A, piso 1, Sala A2
Para mayores de 16 años
Preventa general: $6.000

Jorge Díaz