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Opinión

El Frente Amplio y la izquierda

Por: Daniel Espinoza | Publicado: 04.04.2017
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«El proyecto del Frente Amplio es terminar con el neoliberalismo, el de la Nueva Mayoría es regular sus excesos para evitar un cuadro de protestas e ingobernabilidad. Lo demás es un identitarismo vacío», dice el sociólogo Daniel Espinoza a propósito de las declaraciones de Karina Oliva (Partido Poder) y Sebastián Depolo (Revolución Democrática) que señalaban que el Frente Amplio no era una coalición de izquierda, sino más bien «ciudadana».

Las últimas declaraciones de los voceros del Frente Amplio, diciendo que no es una coalición de izquierda sino ciudadana, han despertado toda clase de reacciones y debates -siempre, claro está, en las redes sociales-.

Es que a todos los que somos de izquierda y militamos en organizaciones que se declaran como tal, este asunto de “superar el eje izquierda-derecha” nos suena un poco a renegar de lo que somos. Si bien entendemos que el Frente Amplio está apostando a ser, tal como su nombre lo indica, amplio en su composición, las declaraciones de sus voceros son poco afortunadas pues, aunque no seamos una coalición exclusivamente “de izquierda”, dicho segmento es parte de la composición y de la apuesta de la agrupación. Así, Oliva y Depolo parecen hablar más a nombre de sus propias organizaciones y no como representantes de todo el conglomerado, algo con lo que se debe ser muy cuidadoso.

Pero lo más relevante es que la amplitud del Frente Amplio no es infinita ni despolitizada. Sabemos que los llamados vacíos a la unión amplia no tienen sentido, basta con recordar la convocatoria del PC a la “unidad de la oposición” durante el gobierno de Piñera. Pero no es el caso de esta apuesta, que toma partido contra el neoliberalismo y tiene por objetivo agrupar a todas las organizaciones que quieran reemplazar –no reformar- este modelo.

Dicho lo anterior, hay que darse una vuelta sobre esto del “eje izquierda-derecha”. Partamos diciendo que es una coordenada que ha servido para posicionar determinadas posturas políticas en diferentes momentos históricos. Los cambios de contexto modifican las ubicaciones de las posturas, por lo que grupos que en algún momento fueron de izquierda luego han sido de derecha -por ejemplo, los liberales-. Por esto, es difícil pensar que como eje ordenador esté agotado y haya que abandonarlo o superarlo, pero sí debemos reconocer es que hoy aparece desdibujado y totalmente vaciado de contenido. Por lo tanto, necesitamos preguntarnos: ¿Qué es ser de izquierda en el Chile del 2017?

Si el eje izquierda-derecha hoy no nos dice mucho es por las pocas o nulas diferencias entre ambas posiciones. Y aquí está el problema: la Concertación se arrogó siempre la etiqueta de centro-izquierda, pero anuló de contenido el ser de izquierda al gobernar prácticamente igual que la derecha.

Ese factor común entre la derecha y esta “izquierda” ha sido el neoliberalismo. Aquello que ha acercado ambas posiciones ha sido gobernar, diseñar políticas públicas y hacer política bajo los estrechos márgenes del neoliberalismo. Y  la misión que tuvo la Concertación en su momento, a saber, democratizar dicho modelo, hoy se renueva en la figura de la Nueva Mayoría, en tanto proyecto que busca garantizarle gobernabilidad.

Aquí está la principal diferencia, y por eso la crítica al poco énfasis que hicieron Oliva y Depolo sobre el punto. El proyecto del Frente Amplio es terminar con el neoliberalismo, el de la Nueva Mayoría es regular sus excesos para evitar un cuadro de protestas e ingobernabilidad. Lo demás es un identitarismo vacío que viene, precisamente, de los sectores de “izquierda” del oficialismo, quienes siempre aprovechan estos deslices para festinar y realizar una autoafirmación casi terapéutica que les permita olvidar que están perfeccionando el modelo que tanto dicen combatir.

Quienes nos consideramos de izquierda y creemos que el eje izquierda-derecha tiene sentido y vigencia –más allá de que hoy aparezca desdibujado por la retórica engañosa ayer de la Concertación, hoy de la NM-, tenemos el desafío de volver a dotarlo de un contenido político, que supere el identitarismo y la nostalgia por una historia ya pasada.

 

Daniel Espinoza