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Opinión

Objeción de conciencia institucional, una paradoja

Por: Catalina Baeza | Publicado: 31.08.2017
Objeción de conciencia institucional, una paradoja casa_central_pontificia_universidad_catolica_de_chile |
Las instituciones poseen normas, reglas e incluso historia, pero nunca tendrá conciencia de sí misma. Es lamentable que algo tan elemental haya confundido al Tribunal Constitucional al punto de inventar una nueva conciencia que se prestará, como ya lo estamos viendo, en abusos por parte de quienes comandan las instituciones.

De una forma muy simple, la objeción de conciencia es la negativa a realizar actos o servicios invocando motivos éticos o religiosos. Su objetivo es proteger la integridad de las personas involucradas en un situación de conflicto moral. En el caso del aborto, es una norma que pretende cuidar los intereses personales de profesionales que, aunque la ley determine que la mujer decida, el individuo podrá negarse a realizarlo.

Invocando convicciones individuales, como es el caso de las creencias religiosas, la objeción de conciencia permitirá a profesionales de la salud negarse a prestar un servicio legal. Como si esto ya no fuera mucho para impedir y dificultar la libre decisión de una mujer que opta por interrumpir un embarazo en caso de riesgo de vida, inviabilidad fetal o de violación, el Tribunal Constitucional decide eliminar la frase “en ningún caso”, dejando la ley con una suerte de paradoja.

La frase “es de carácter personal y en ningún caso podrá ser invocada por una institución” se transforma, después del recorte, en “es de carácter personal y podrá ser invocada por una institución”.

Paradoja porque algo que es de carácter personal, por lógica, no puede ser invocado por una institución, ya que ésta no tiene conciencia y por lo tanto como institución no puede objetar lo que no posee.

Según Antonio Damasio, neurólogo e investigador portugués, la conciencia es un fenómeno biológico y natural que emerge en los seres vivos con cierto grado de complejidad. Un ser vivo con conciencia es un ser que percibe tanto lo exterior como lo interior, pero además percibe que lo interior es también su propio interior, el interior de sí mismo que le permite una imagen autobiográfica de sí mismo. La conciencia se entiende como algo que solo los seres vivos poseen, no las instituciones.

Las instituciones poseen normas, reglas e incluso historia, pero nunca tendrá conciencia de sí misma. Para esto tendrían que ser seres vivos y tener conciencia de sí.

Es lamentable que algo tan elemental, como la conciencia de sí mismo, haya confundido al Tribunal Constitucional al punto de inventar una nueva conciencia que se prestará, como ya lo estamos viendo, en abusos por parte de quienes comandan las instituciones, que por creencias personales exigirán que todos los que en ellas trabajan se sometan para impedir que una mujer o una niña no reciba la debida atención médica cuando requieran interrumpir su embarazo en tres mínimas causales.

Catalina Baeza