Preso político que dibujó el centro de detención Chacabuco instala muestra «Gráfica del Horror y la Resiliencia»

Enrique Olivares estaba a punto de titularse como profesor, cursando el último semestre de la carrera de Pedagogía en Artes Plásticas y Dibujo Industrial en la Universidad Técnica del Estado (UTE), actual Usach, cuando se desató el golpe militar. Tenía 23 años y el quiebre en la historia impediría que llegara a titularse.

Tras el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende, Olivares fue detenido en la universidad junto a otros compañeros, funcionarios y profesores, entre los que se encontraba Víctor Jara. En un comienzo también lo llevaron a Estadio Chile, donde presenció el suicidio de un prisionero y el traslado previo del músico previo a su ejecución. Más tarde fue destinado al campo de concentración de Chacabuco, a unos 100 kilómetros de Antofagasta. 

Por el recinto pasaron más de mil personas, estudiantes, profesionales y obreros. El recién galardonado Premio Nacional de Periodismo, Alberto «Gato» Gamboa fue recluido y torturado en el mismo lugar, que Olivares decidiría dibujar como forma de reflejar lo que vivían. Día a día, como hizo el arquitecto Miguel Lawner en la Isla de Dawson, Olivares dibujó la vida cotidiana de los prisioneros y luego sacó las obras clandestinamente con la ayuda de un familiar.

Sus 60 dibujos podrán ser vistos por el público a partir de este jueves, en la Sala Isidora Aguirre (Edificio Vicerrectoría de Vinculación con el Medio) de la Universidad de Santiago (Las Sophoras 175, Estación Central), en un trabajo conjunto de la U. de Santiago y la Unidad de Memoria y Derechos Humanos del CNCA.

«Gráfica del Horror y la Resilencia: Dibujos de Enrique Olivares Aguirre» se titula la muestra, que también contempla la realización de un seminario sobre creatividad en prisión política y la edición de un libro con las imágenes

«La gran mayoría los realicé en Chacabuco, con el deseo de plasmar detalles de la vida diaria, pero privilegié aquellos instantes en que muchos mostraban su grandeza; quienes nos entretenían con su música, humor, canto, poesía y el baile”, contó Olivares a El Mostrador.

En 2001, el dibujante fue incorporado a la carrera y logró egresar, desempeñándose como profesor por más de dos décadas. Sus dibujos decidió conservarlos porque «eran el registro gráfico de mi experiencia en el campo de concentración Chacabuco, eran parte de mi historia y sin ninguna pretensión testimonial», relata.