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«Creo que los pobres no han sido consultados en la preparación de la visita del Papa. La gran falla de la organización es que no ha dado a conocer al pueblo de Chile quién es este Papa, qué piensa frente a los pobres, a la Iglesia, qué piensa de los pastores, del sistema económico», aseguró el llamado «cura obrero» sobre la venida de Jorge Bergoglio a Chile.
Es uno de los pocos representantes de la Iglesia Católica que opta por alejarse de los lujos de la curia y estar siempre junto a los más pobres. Mariano Puga, sacerdote jesuita, espera expectante la visita del Papa Francisco I a Chile, pero lo hace de manera distinta al resto de la iglesia chilena. El «cura obrero» participó el fin de semana en una pintatón de un enorme mural en la Villa Francia, es honor a Jorge Bergoglio.
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Padre Mariano Puga durante la pintatón / Agencia Uno
«Una iglesia pobre y para los pobres»; «La economía de mercado, mata y excluye a miles»; y «Salgan a las calles, hagan lío, sin violencia, por una sociedad justa fraterna y compasiva» son las frases que acompañan un rostro enorme del argentino.
El artista Luis Henríquez, conocido como «Mico», es la mente detrás de la obra que se erige en la población ubicada en la comuna de Estación Central.
En entrevista con La Tercera, Mariano Puga se refirió a la venida del Pontífice, con palabras bastante duras contra la organización. «Creo que ha sido de espaldas al pueblo. Creo que los pobres no han sido consultados en la preparación de la visita del Papa. La gran falla de la organización es que no ha dado a conocer al pueblo de Chile quién es este Papa, qué piensa frente a los pobres, a la Iglesia, qué piensa de los pastores, del sistema económico. Eso no lo sabe el pueblo. Muchos no van a ir y no les interesa tampoco que venga, porque lo único que han oído es que esto va a costar $ 4 mil millones», aseguró.
Para Puga, el mural en Villa Francia «quiere suplir un poco lo que no se ha hecho, mostrarle al Papa que aquí hay cristianos metidos en la lucha de los pobres y decirle: somos pocos, pero estamos vivos».
Este «es de los períodos más débiles de la Iglesia, de los sectores que la conducen», dice el sacerdote, quien agrega que en sus viajes en talleres de la Biblia, suele preguntarle a la gente si conoce al Papa, si sabe que él no vive en el Vaticano o que celebra su cumpleaños junto a mendigos en Roma. La respuesta siempre es negativa. «Seguimos con una imagen poderosa de la Iglesia, del Vaticano, de los ricos, pero de este Papa no sabemos mucho. Ahora tenemos un plazo corto para cambiarlo con cosas como esta, el mural y otros gestos que se están haciendo en muchas partes. El Papa dice: yo quiero una Iglesia pobre y para los pobres», asegura.
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