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Gala de Viña 2019: No todo es pavoneo y dinero

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 24.02.2019
Una gala, en definitiva, bastante poco modesta, con un espíritu arribista, que ansía parecerse a otras galas internacionales del primer mundo. Con algunas mujeres que logran darle una vuelta de tuerca a ese medio farandulero como la Katherine Salosny, que ocupó un vestido reciclado de TVN, dando un mensaje, una señal, de que no todo es pavoneo y dinero, sino que hay un concepto ecológico que se puede instalar en medio del barullo. El otro que me pareció en esa línea fue Pancho Reyes, con corbata y un terno comprado prácticamente en una tienda.

Nunca fui muy fijá en la ropa, así que me van a perdonar los que leen esta columna, que mi opinión sea pura patudez. Dios me dio una sola virtud en los físico, y eso fue el porte y las piernas largas, en realidad dos virtudes. El pelao se enamoró de mi porte, una mujer con porte es una mujer con presencia, me decía.

Bueno, harto de eso vimos en la gala del festival de Viña 2019. Una alfombra roja interminable con un aire de glamour bañado en ostentación.

Harto escote y pierna larga, tacos también largos, y cabellos de todos tipos; cortos, en moño, peinados para un lado y para el otro. Con toda la plata que gastan en maquilladoras, diseñadores, asesores de imagen es como bien difícil verse mal, si hasta yo pasearía de lo más bien, con la Gaby Hernández tomada del brazo. Es cosa de ser sobria, sonreír, saludar para un lado y para el otro.

El pelao, mi marido, estaba turnio frente a la pantalla, nunca vemos la gala de Viña, pero esta vez por razones de trabajo tuve que hacerlo, y eso fue como pegarme un balazo en la pierna, por que el otro estaba de fiesta. Yo con los hombres me pude desquitar bien poco: Marcelo Alonso, era como el único de mi gusto, los demás (la mayoría) son cabros chicos, con olor a pañales. El guapetón maduro, canoso, de barba, está como en retiro, como que la juventud dicta los principios estéticos y es obviamente la que decide.

Igual hay que decir que personas como el medallista olímpico Tomás Gonzalez, es un cabro bien buenmozo, chiquillo que cualquiera quisiera como pareja para su hija. El que le provocó más risa al pelao, fue Lukas Tudor, yo le preguntaba, pero se reía tanto, que no le entendía muy bien lo que me decía.

De las chiquillas, las más bonitas fueron la Trinidad Noi, Inna Moll y Josefina Gallardo. Cabras con buen porte, igual que yo, pero delgaditas, como si hubieran estado sin comer por semanas, pero pese a todo son regias, mención aparte la Lucila Vit, que estaba encargada de la cámara que mostraba las joyas. De las mujeres ya más grandes, con hijos y criterio formado, la Carla Zunino, elegante ella, igual que Sigrid Alegría, que ilumina con su sonrisa. La Diana que es un amor de persona, flaquita eso sí, pero bien guapa la chiquilla, incluso hasta más linda que su hermana. Bueno la gran Tonka Tomicic, larga, delgada, elegante, simpática, se lleva todos los premiados. ¿Cómo ser millonaria, famosa, elegante de la TV y no perder la frescura de la naturalidad? Eso habría que preguntarle a Tonka, que refleja ese aire mañanero.

Di Mondo es un caso aparte, estrafalario, transgresor, que la deja a una pensando si se trata más bien de una perfomance o si realmente hay una propuesta estética en su vestuario. Da la sensación que Di Mondo cree que todo es una fiesta de disfraces y que él es el único que capta esa atmósfera, que es imposible tomarse en serio una gala en Viña, y a Di Mondo no le queda otra que recurrir a conceptos salidos del Happening, que tienen un efecto desconcertante y provocador.

La Fran García Huidobro, que animó la gala, bastante parlanchina, diría que ella tiene una incapacidad de pasar a ser un personaje secundario, una incapacidad de dejar que otros tengan protagonismo, y satura con una forma de hablar que tiene bien poco de glamour, más bien mantiene el tono del cotilleo y el cahuín farandulero. Ella no tiene versatilidad, siempre es el mismo personaje, como si pidiera que la escenografía, el contexto tuvieran la obligación de adaptarse a ella todo el tiempo. Además conoce tanto el medio y los personajes que desfilan por la alfombra roja, que prácticamente es imposible pedirle una opinión con más distancia y espíritu crítico.

Una gala, en definitiva, bastante poco modesta, con un espíritu arribista, que ansía parecerse a otras galas internacionales del primer mundo. Con algunas mujeres que logran darle una vuelta de tuerca a ese medio farandulero como la Katherine Salosny, que ocupó un vestido reciclado de TVN, dando un mensaje, una señal, de que no todo es pavoneo y dinero, sino que hay un concepto ecológico que se puede instalar en medio del barullo. El otro que me pareció en esa línea fue Pancho Reyes, con corbata y un terno comprado prácticamente en una tienda. Con su caminar cercano, como si sus pasos dentro de la alfombra roja fueran desinteresados, como si quisiera estar en otro lado, lejos de ese mundo, y que por razones de pega tuviera que transitar el Camino de Damasco, y lo hace con normalidad y sobriedad, como si quisiera pasar totalmente desapercibido.

El resto, en su mayoría, me parece, tiende a naufragar en el ideal de belleza de la estridencia, careciendo de cualquier contenido. Lo conceptos de este circo farandulero son: lo aspiracional y el derroche. Una pasarela bañada de propuestas vacías que reflejan el Chile de hoy, donde lo genuino y los valores naufragan todos los días.

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