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Bullying escolar de género: una perspectiva por visibilizar en la violencia escolar

Por: Valentina Camilla Araya | Publicado: 20.03.2019
Bullying escolar de género: una perspectiva por visibilizar en la violencia escolar leonardo rubilar agencia uno portada | Foto: Leonardo Rubilar / Agencia Uno
En el último tiempo, la discriminación se ha posicionado como un tema pendiente a resolver en los ambientes educativos por la visibilidad que ha tenido la demanda de una educación no sexista en el país, lo que ha permitido denunciar las violencias que viven las mujeres en los colegios, tanto por ser discriminadas por sus capacidades como por el hostigamiento que reciben por parte de sus compañeros y compañeras que ataca directamente a su condición de niña.

La violencia escolar en Chile es un problema que en último tiempo ha sido abordado con diversas campañas preventivas y de diálogo impulsadas por el gobierno, fundaciones y organizaciones sociales que buscan instaurar el tema para poner fin, con urgencia, a todo tipo de violencia en los establecimientos educacionales.

Violencia escolar, discriminación y bullying son palabras y situaciones que tienen una raíz común dentro de las aulas de clases: siempre es padecido por estudiantes que quedan excluidos de su grupo de pares, tanto por sus gustos o intereses, hasta por la forma en que se desarrollan en el ámbito educativo y personal.

Para contextualizar, según cifras que entregó el quinto sondeo de bullying en establecimientos educacionales levantado por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en marzo de 2017, cerca del 84% de los jóvenes entrevistados declara que sí ha visto o escuchado algún episodio de bullying en su lugar de estudio, mientras que 61% declara que otros estudiantes de su establecimiento le han intimidado o maltratado verbalmente, insultándole, burlándose o amenazándole.

Por otro lado, un estudio levantado por VTR, con la colaboración de Criteria y el apoyo del Centro de estudios evolutivos e intervención en el niño de la Universidad del Desarrollo y el Ministerio de Educación, demostró que en gran parte las agresiones son verbales (sicológicas), luego le siguen las agresiones físicas (que llegan a extremos de mucha gravedad). Ambas situaciones de violencia terminan replicándose en el ciberespacio, afectando el desarrollo de los adolescentes, niños y niñas en el mundo virtual, ya que su carácter público puede afectar todo su entorno social, provocándole un profundo daño en su integridad psicológica.

Sobre los roles que asumen los escolares chilenos respecto de esta problemática, el estudio indica que frente a las agresiones gran parte de los niños y niñas asumen el rol de testigo pasivo, a pesar de identificar con claridad las motivaciones de los agresores y sobre lo perjudicial que puede resultar la violencia para un otro.

Al respecto, cuando a los estudiantes se les consultó sobre ¿cuáles son las razones que motivan el ciberbullying?, el 17% declaró que las motivaciones de un compañero para llevar a cabo estas acciones son para sentirse superior al resto; 15% lo haría por envidia; 12% por divertirse y 8% para llamar la atención. De todas formas, todas las respuestas tienen en consideración el factor emocional, que puede ser una de las razones de por qué el agresor agrede.

Actualmente, en Chile no existe un sondeo nacional sobre cuántos estudiantes han vivido alguna situación de violencia escolar, bullying o cyberbullying, lo que implica que las encuestas estén focalizadas en las experiencias de los estudiantes de la Región Metropolitana.

Foto: Leonardo Rubilar / Agencia Uno

La urgencia de prevenir el bullying desde el feminismo

Otro factor de relevancia sobre la violencia escolar, es que las agresiones que reciben los niños y las niñas está enfocada en distintos aspectos. Los sesgos de género, los estereotipo, los roles de género, resultan ser otros factores de presión y agresión contra las niñas que impactan directamente en su desarrollo y que marcan sus experiencias de crecimiento.

Las cifras sobre estudios de convivencia escolar no son alentadoras y carecen de una perspectiva de género, simplificando los análisis a un tipo de violencia generalizada, a pesar de que la violencia que se ejerce contra niñas tiene otras complejidades debido a la violencia estructural imperante contra las mujeres.

En el último tiempo, la discriminación se ha posicionado como un tema pendiente a resolver en los ambientes educativos por la visibilidad que ha tenido la demanda de una educación no sexista en el país, lo que ha permitido denunciar las violencias que viven las mujeres en los colegios, tanto por ser discriminadas por sus capacidades, como por el hostigamiento que reciben por parte de sus compañeros y compañeras que ataca directamente a su condición de niña.

La investigación «Bullying homofóbico en Chile: Investigación y acción», publicada en 2015 por la fundación Todo Mejora, indica que 13,5% de los estudiantes no se sienten muy seguros o nada seguros en su institución escolar, mientras que sólo la mitad se siente muy seguros. En los porcentajes, en general, las mujeres se sienten más inseguras que los hombres.

La naturalización de los juegos de levantar faldas, tirar el pelo o tener que soportar el hostigamiento de un niño porque supuestamente siente una atracción hacia la afectada, son la naturalización y réplica de relaciones tóxicas que se exponen a diario en la sociedad.

Para la psicóloga, presidenta de la Fundación Niñas Valientes y autora de «Ni calladitas ni perfectas», -libro que aborda estas temáticas a modo de prevención-, Nerea de Ugarte, las formas en que se manifiesta la violencia contra las niñas es reveladora: «he visto muchas veces en los testimonios que me han llegado, tanto por mis pacientes como por mi libro, que el bullying recibido generalmente apunta a la forma de su cuerpo, lo que no cumplen desde los cánones y los estereotipos de belleza. Las agreden si es que no están depiladas, si tienen la piel morena, piel blanca, muy flaca o si tienen sobrepeso. Las molestan porque no cumplen con este estereotipo de belleza que ni siquiera es chileno y se usa como modo de burla«.

Para algunas expertas, es necesario tipificar dentro de este tipo de violencia, el bullying escolar de género, desde el cual se acosa a las niñas por su identidad, sexualidad, expresión de género o por sus características físicas, que se termina replicando de la misma forma que los otros tipos de violencia, mediante insultos, ataques verbales, agresiones físicas o ataques indirectos, entre otras prácticas solo porque son mujeres. La naturalización de ciertos tipos de masculinidades y feminidades da pie a los casos de bullying escolar de género.

Cabe destacar que el bullying escolar de género hace alusión a los ataques realizados entre pares. La violencia ejercida por adultos integrantes de la comunidad escolar pasan a ser otro tipo de violencia machista.

Según detalla la psicóloga y subdirectora del programa Alerta Bullying-GINSO, Sophie Álvarez-Vieitez, las formas de ejercer este tipo de violencia cambian dependiendo si la realizan niños o niñas: «ellas ejercen un acoso psicológico, como el hacer el vacío o conseguir que se hable más de la otra. Además, se aprecia que las niñas también reciben un mayor porcentaje de ciberbullying. Hay veces que, aunque la víctima cambie de colegio, los rumores llegan al nuevo centro a través de las redes sociales y se perpetúa el acoso”, explica para El País.

Por otro lado, según apuntan los expertos, los niños tienden a encabezar una violencia más física, con agresiones más directas o insultos duros, acosando tanto a niños como niñas. Cabe destacar que dentro de estas observaciones, resulta extraño que una niña lidere el bullying contra un niño.  

La violencia como un problema estructural

Para Emilia Vergara, directora Ejecutiva de «Niñas Valientes», la fundación que busca empoderar y a acompañar a niñas que viven violencia escolar, «hoy se camuflan muchas violencias de género con el nombre de cyberbullying, bullying, etc. Verlo desde la perspectiva feminista permite entender que no es lo mismo la violencia escolar que existe hacia hombres que la que existe hacia mujeres. Hace entender que lo que gatilla esa violencia tiene que ver justamente todos estos estereotipos y roles de género. Cuando las niñas se «escapan» de eso, se les expone, se les discrimina y se les violenta».

La investigación de la fundación Todo Mejora, indica que solo 16% de las y los encuestados afirma nunca haber escuchado algún insulto sexista, mientras que 79% asegura haberlo escuchado rara vez, frecuentemente, algunas veces o casi siempre. Al respecto, se les consultó cuántos de sus compañeros/as realizan comentarios sexistas u homofóbicos en el colegio, a lo cual 30% afirma que todos o muchos de sus compañeros tiene este tipo de conductas.

Respecto de los comentarios homofóbicos y sexistas, los estudiantes identificados como LGBT perciben mayor frecuencia los comentarios homofóbicos y sexistas hechos por sus compañeros/as.

A modo de solución y prevención, la psicóloga Nerea de Ugarte, considera que es urgente que la acción se realice desde el sistema educacional, entendiendo la violencia como un problema estructural que perpetúa los estereotipos y roles de género que si no son derribados, no se logra generar mayor concientización sobre el tema, «es necesario que los colegios entiendan que el sexismo es una enfermedad de transmisión social y que la forma de cambiar esto es a través de programas que vayan a educar, visibilizar y concientizar (…) el bullying va a seguir estando porque  es una consecuencia de una estructura machista que hace que sigamos burlándonos de niñas y de niños porque no cumplen con lo que socialmente nos han dicho que un hombre y una mujer tienen que cumplir«.

La violencia contra las niñas trae consecuencias en su desarrollo y desempeño, afectando su ya dañada autoestima por los cánones de belleza lejanos e inalcanzables que se han naturalizado durante el tiempo. Este otro punto lo gráfica un estudio realizado en 2016  por ONU Mujeres, junto a Adimark y Unilever, «La autoestima en las jóvenes chilenas«, el que arrojó que 47% de las niñas entre 10 y 16 años en Chile sienten presión por verse bonita de acuerdo a los estándares promovidos por los medios de comunicación y la publicidad.  Mientras que el 36% de las niñas chilenas entre 10 y 17 años, deja de hacer una actividad porque se siente insegura de cómo se ve físicamente, inclusive levantar la mano en clases para dar su opinión; prefieren pasar desapercibidas.

Si eres mujer y vives algún tipo de violencia escolar, tanto real como virtual, puedes recurrir al sitio de Niñas Valientes, en donde encontrarás información sobre su trabajo, testimonios de otras niñas y podrás ponerte en contacto con mujeres dispuestas a ayudarte.

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