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“No ha pensado alguna vez, un instante antes de quedarse dormido o cuando se mira al espejo, ¿cuántas personas han muerto por bombas fabricadas por usted?», interpeló la periodista al empresario dedicado a exportar material para la fabricación de armas.
Raquel Correa sigue siendo uno de los nombres más destacados del periodismo chileno. Por ello, revisar sus entrevistas es un viaje a otra escuela de la comunicación, una que aún formaba periodistas interesados en utilizar las preguntas para incomodar al poder.
El pasado martes se conoció que el Departamento de Justicia de Estados Unidos solicitó la detención, con fines de extradición, de Carlos Cardoen, acusado de exportar ilegalmente circonio, material utilizado para fabricar bombas de racimo y que fue vendido a Irak.
El empresario chileno es investigado por estos hechos desde los años 90. Justamente fue en 1991 cuando Raquel Correa lo encaró en su programa de entrevistas por su rol en la fabricación de armas.
“No ha pensado alguna vez, un instante antes de quedarse dormido o cuando se mira al espejo, ¿cuántas personas han muerto por bombas fabricadas por usted?», lo interpeló la periodista. Por su parte, Cardoen le respondió que su inquietud era «morbosa».
Correa, que era rápida no sólo con las preguntas, le respondió: «Yo estoy frente de un fabricante de armas, no frente a un artista de cine”.
Carlos Cardoen intentó elaborar una respuesta en defensa de sus inversiones, asegurando que «me quita más tiempo el saber que haya gente que pretende resignarse a ser un país en subdesarrollo, pobre, que no aprovecha sus oportunidades, un país que no crece”.
A la vez, sentenció que «las armas son una realidad, no están prohibidas, son una necesidad y en esa función es que existen».
