Google: El miedo a la verdad

Desde el jueves 18 de abril, Google mantiene bloqueadas las cuentas de YouTube y los correos de los canales internacionales HispanTV y PressTV, de la televisión pública iraní.

Ante esta censura, callan todos los medios hegemónicos internacionales y locales, las autoridades, los columnistas, los opinólogos. Los mismos que proclaman las libertades democráticas, objetividad, el pluralismo y el profesionalismo en la información.

¿Por qué quieren acallar estas voces? Es sencillo: han visto con miedo cómo se ha ido instalando una verdad distinta, proveniente de gentes que a ellos jamás les interesaron: los pueblos, los trabajadores, los movimientos sociales, que difunden hoy un puñado de cadenas internacionales como HispanTV, PressTV, teleSUR, RT o Al Mayadeen.

Sin duda alguna, detrás de este ataque está el siguiente hecho: los canales iraníes internacionales son lejos los más activos denunciantes del genocidio sistemático que perpetra Israel contra el pueblo palestino. Día a día, año tras año, la lucha de los palestinos ha ocupado un lugar central en los informativos, documentales, reportajes y espacios de debate de estos canales.

Son los que han reporteado cotidianamente las batallas y derrotas sufridas por los sionistas y sus aliados en Siria, Irak y Yemen, y en este último país la gigantesca violación de los derechos humanos perpretrada por la agresión armada de Arabia Saudita, apoyada por estados Unidos e Israel.

Son los canales que contribuyen a desenmascarar el tinglado político, económico y mediático construido para derribar al gobierno de Venezuela y apoderarse de sus riquezas naturales, en primer lugar el petróleo.

Son los que muestran a los invisbles: los pueblos que defienden con grandes sacrificios su independencia, su soberanía y algo que la mayoría de los periodistas venales y sus amos no logran comprender: la dignidad.

Todo esto a costa de inmensos esfuerzos financieros y laborales, en medio del brutal bloqueo económico con que han acosado a la Revolución Islámica de Irán hace 40 años. El mismo que aplican a Cuba desde ya casi 60 años. Y que desde hace varios años han impuesto sobre el pueblo venezolano.

Los hegemones quisieran que no hubiera otra verdad que la que ellos propagan sin cesar; que no hubiera otra cultura, otro cine, otra perspectiva de las cosas. Que sigan siendo ellos quienes definen lo bueno y lo malo, lo dulce y lo agrio, lo bonito y lo feo, lo que es arte y lo que es artesanía, lo democrático y lo dictatorial.

Es la dictadura del «mundo occidental», de los que colonizaron y esclavizaron a media humanidad por siglos, los destructores de culturas, que se luego se autoperdonaron, y audodesignaron como luces del planeta, los portadores de valores universales inmanentes que tratan de imponer hoy con misiles, bombas y redes sociales digitales, asi como antes lo hicieron con la cruz y la espada.

Que tomen estas medidas violentas refleja el buen trabajo realizado en ejercer y entregar el derecho humano a la comunicación. Y se plantea así el mismo desafío de largo aliento del movimiento de países no alineados desde los años 60: transformar el orden mundial de la informacón y la comunicación, terminar con la dictadura mediática implacable que nos embrutece, que nos convence de que estamos más cerca de Europa y Estados Unidos que de nosotros mismos, para que sigamos siendo vasallos.