hospital del salvador | Fotografía de Agencia Uno
Solo en el Hospital del Salvador hay 60 personas que han recibido perdigones en el ojo, cifra que representa el 41% del total de heridos que han ingresado por heridas provocadas por estos proyectiles desde el día sábado.
Cuando Bastián Sandoval (24) y Maicol Núñez (22) salieron de su hogar en San Bernardo el día miércoles 23 de octubre, acordaron que si, por cualquier motivo, se llegaban a separar en la manifestación, a las 19.30 se devolverían y se encontrarían en el mismo punto en el que estaban.
Los primos se encontraban protestando esa tarde en Plaza Italia, cuando un «guanaco» de Carabineros comenzó a lazar agua en el sector donde se hallaban y, como antes habían previsto, mientras corrían para alejarse del carro policial, sin darse cuenta, se separaron.
Bastián cumplió con la promesa y regresó al punto de encuentro. Maicol no volvió.
Cuando llegó a su casa, Bastián se duchó para sacarse el olor a lacrimógena y cuando salió del baño su tía le dijo: «Me acaban de llamar del hospital. El Maicol está esperando en neurocirugía del Salvador. No sabemos nada aún, mañana tenemos que ir».
Maicol había sido víctima de un perdigón percutado por uniformados, por agentes del Estado. Y no ha sido el único.
Micol es solo uno de los 146 casos de personas heridas con perdigones que han ingresado al Hospital del Salvador desde el sábado, según comenta a El Desconcierto Camila Godoy, representante de la Defensoría Jurídica de la Universidad de Chile, que trabaja haciendo catastro de los heridos en el recinto hospitalario, en conjunto con el Instituto Nacional de Derechos Humanos, Abofem y la FECH.
Godoy asegura que, de estas 146 personas que presentan heridas de perdigón, hay 60 a las que les llegó un proyectil en el ojo, es decir, un 41% del total.
«Esto nos ha llevado a concluir que la mayoría de los disparos van a quemarropa, apuntando a la altura del rostro», dice Godoy, quien establece que también son recurrentes los disparos por la espalda, en las piernas y brazos.
Cuando Bastián Sandoval pudo ver de nuevo a Maicol, ya lo habían dado de alta, y el médico le dijo a la familia que el paciente se retiraba a su casa en las «mejores condiciones posibles».
Sin embargo, el viernes, cuando Bastián le llevó el desayuno, notó que Maicol tenía fiebre. Luego comenzaron a darle ataques de pánico, se desvanecía, por lo que lo llevaron de vuelta al servicio de urgencias, de donde no debiera haber salido en primer lugar, de acuerdo a lo que declara su primo.
«La última vez que hablé con el me dijo que recordaba al carabinero corriendo hacia él, a lo que atinó a cubrirse. No sé si te diste cuenta pero tenía un perdigón en la mano. Él con esa mano se tapó su otro ojo. El otro perdigón también iba a la cara», relata Bastián.
Maicol Núñez perdió su ojo a causa de esta herida.
Ayer el portal informativo Interferencia sacó un reportaje que hablaba sobre la situación de los heridos por perdigones en el ojo, que han sido reportados en distintos centros de salud de Santiago y de otras ciudades de Chile. Para el jueves, la cifra que entregó al medio el vicepresidente del Colegio Médico, Patricio Meza, hablaba de 60 heridos con lesiones oculares graves en la Región Metropolitana. Hoy, sabemos que hay 60 solo en el Hospital del Salvador.
Además, Meza destacó que la situación a nivel regional indicaba que cerca del 50% de los heridos terminaban con pérdida total de visión en uno de sus ojos.
El Desconcierto pudo conversar con una de las personas de los casos que también revisó Interferencia, sin embargo, en esa ocasión fue un testigo y amigo de la víctima quien conversó con los reporteros del medio.
Se trata de Raúl del Valle (18), quien fue herido el martes, a eso de las 18.00 horas, cuando se manifestaba también en el sector de Plaza Italia. «Nos encontrábamos cantando cuando, de repente, los carabineros comenzaron a disparar a quemarropa y a la cara, y tuvimos que correr», cuenta el estudiante de enseñanza media.
«No alcancé a cubrirme y me llegaron tres perdigones, uno en el brazo, uno que me rozó la cabeza, y el último que me hizo perder el ojo», relata del Valle.
Raúl también fue trasladado primero al Hospital del Salvador, para luego ser derivado a la ex Posta Central. «Me iban a llevar a la Unidad de Trauma Ocular (UTO), pero no fui por el colapso», dice el herido, quien finalmente fue derivado al Hospital de la FACH, debido a que su mamá tuvo un cargo de secretaria en la institución.
