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Opinión

Piñera debe asumir su responsabilidad

Por: Francisco Mendez | Publicado: 03.11.2019
Piñera debe asumir su responsabilidad Chile, ©Kramm | Enfrentamientos y barricadas en el centro por crisis econ—mica y social del pa’s. Entre las demandas de l@s manifestantes se exige una nueva constituci—n y la salida de Sebasti‡n Pi–era. ©Nicole Kramm Caifal
Aunque suene muy duro para los oídos de quienes dicen querer traernos la “unidad” mediante un discurso despolitizante y convenientemente ingenuo, parece claro que Piñera debe dejar de mirar para el lado y reconocer no solo su desprolijidad, sino también la nula pericia para manejar situaciones como estas, al recurrir a un tono altisonante para evitar entender lo que estaba sucediendo en las calles. Y eso sí debería traer duras consecuencias, independientemente de la cantidad de votos con los que salió electo.

La idea de exigir responsabilidades políticas al Presidente Sebastián Piñera por los hechos sucedidos en los últimos días, ha sido vista por algunos con temor debido a que podría desestabilizar las instituciones en un momento complejo para el país y , según se repite, porque “no sería la solución” a lo que está pasando.

Si queremos estar de acuerdo con algo de lo que se dice, tal vez podríamos estarlo con lo segundo. Es cierto, acusar constitucionalmente, y dado que se quiere cambiar la Constitución, no sería una “solución” a la explosión social que estamos viviendo. Y eso pasa porque estas acciones nunca han buscado solucionar nada, ni es su objetivo. Lo que hacen, en cambio, es recordar algo primordial para el ejercicio público, que es la responsabilidad  de las autoridades ante la ciudadanía cuando no han cumplido la labor o han cometido alguna ilegalidad. Y, en este momento histórico en particular, parece sumamente importante tenerlo en cuenta.

Se ha dicho hasta la saciedad que la explosión social en Chile es un cúmulo de situaciones y lógicas que ya no pudieron ser contenidas por el sistema actual, que es el que las produce. Por ello es que se recuerda que la principal culpa de todo lo que hemos padecido no es particularmente de este gobierno, sino de la suma de los últimos treinta años de democracia. Se ha hablado de los acuerdos impuestos por la institucionalidad de Jaime Guzmán, como también de la poca resistencia de cierto progresismo para aceptarlos, con tal de que recordemos que no solo es Piñera quien debería estar en la banca de los acusados.  Sin embargo, vale la pena recordar que no se lo quiere acusar por los años de este régimen post dictatorial, sino por acciones puntuales de estos últimos días, las que han sido de una irresponsabilidad temeraria, y que han puesto en peligro la vida de los ciudadanos. Es cuestión de ver  el despliegue de Carabineros y el Ejército, sin respetar siquiera el más mínimo protocolo que se exige en un estado de emergencia.

En eso hay que pensar si es que queremos caminar realmente hacia un nuevo comienzo. Si bien muchas veces las acusaciones constitucionales han servido en el pasado reciente para desviar el foco de discusiones más profundas y hacer espectáculos comunicacionales, pareciera que hoy es la oportunidad para dejar establecido qué es lo que puede o no hacer la máxima autoridad del país en situaciones como las que hemos vivido. Más aún cuando se usó una medida de excepción para alimentar un discurso político, como es el de la guerra que declaró Sebastián Piñera en momentos en que la explosión era múltiple y diversa.

Aunque suene muy duro para los oídos de quienes dicen querer traernos la “unidad” mediante un discurso despolitizante y convenientemente ingenuo, parece claro que Piñera debe dejar de mirar para el lado y reconocer no solo su desprolijidad, sino también la nula pericia para manejar situaciones como estas, al recurrir a un tono altisonante para evitar entender lo que estaba sucediendo en las calles. Y eso sí debería traer duras consecuencias, independientemente de la cantidad de votos con los que salió electo.

Habrá quienes querrán ver en estas palabras algo parecido a la venganza o al golpismo, pero lo cierto es que no hay nada de eso. Por el contrario, solo pretenden plantear que, aunque sea mediante una Constitución que parece estar dando sus últimos suspiros, no se puede comenzar un nuevo régimen institucional sin antes dar señales políticas contundentes.

Francisco Mendez