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La culpa no era mía: ‘Un violador en tu camino’ según los datos del Atlas de la Geografía Feminista

Por: César Tudela | Publicado: 19.12.2019
La culpa no era mía: ‘Un violador en tu camino’ según los datos del Atlas de la Geografía Feminista «Las Tesis» |
En el Día Nacional contra el Femicidio, usamos los datos entregados por el libro «La mujer en el mundo. Atlas de la geografía feminista» para comprender el impacto mundial de la performance de Lastesis.

Con pocas pero directas palabras y una performance tan potente como las que realizaban en dictadura Las Yeguas del Apocalipsis –Pedro Lemebel y Francisco Casas–, el colectivo Lastesis le pusieron letra al estado de ánimo del movimiento feminista en plena crisis social, a un mes exacto de iniciado el estallido, en el momento justo para encausar las manifestaciones populares que se estaban entrampando entre el cansancio y la violencia.

Las mujeres feministas de nuestro país, una vez más, y sin abandonar el verde de su lucha, tomaron la brújula de una multitud enardecida a través de la performance creada por Lastesis, cuyo impacto transversal y universal no tiene parangón. “Un violador en tu camino” es un acto tan integral y de tanto significado, justicia y dignidad, que el lenguaje no fue obstáculo para que replicara en diferentes partes del mundo. Der vergewaltiger bist du. Lo stupratore sei tu. Le violeur c’est toi. The rapist is you. El violador sos vos. “Un violador en tu camino” se transformó en un acto de resistencia universal que ha tenido a la Torre Eiffel, El Zócalo de Ciudad de México, el frontis del Museo reina Sofía en Madrid o más recientemente la misma sala del parlamento turco como su epicentro.

¿Cómo se puede explicar el impacto mediático de esta performance? Por supuesto, y primero que todo, tiene una letra y un ritmo que, desde la figura de la canción, abraza esa calidad de himno que, al parecer, le urgía al movimiento feminista como una forma de unir las distintas organizaciones alrededor del mundo (más allá de la lucha en sí misma). Si el pañuelo verde se transformó en un símbolo –visual y estático–, “Un violador en tu camino”, con su rápida viralización y amplia aceptación, se convirtió en otro –sonoro y dinámico–, percibiéndose como un eco sublimado de injusticia que esta generación cuestiona y reclama a viva voz. Y que no es cualquier reclamo: el juicio que hace el colectivo porteño, a través de la performance, es hacia la construcción social del rol de género.

La performance de Lastesis tiene una voluntad globalizante y una insistencia incluso combativa al funcionamiento depredador del patriarcado en la sociedad, como el statu quo que disminuye a la mujer en todo ámbito, a pesar de las ideologías políticas y dogmas religiosos de cada nación. Así es como la experiencia y el mensaje han sido connotativos, organizando las relaciones de género a un nivel profundo y sumamente transversal, donde el mensaje lo podemos cifrar, para así llegar a entender su aceptación, transversalidad y sororidad.

La mujer en el mundo: los datos

En mayo, Grijalbo editó “La mujer en el mundo. Atlas de la geografía feminista”, de la académica estadounidense Joni Seager. El libro refleja la situación actual de las mujeres en derechos, salud, trabajo, educación, política, propiedad, pobreza y poder, planteando nuevos desafíos para el feminismo. La investigación reúne centenares de cifras y datos (como que, a la fecha, en el mundo hay 520 millones de mujeres que no saben leer, o que no será hasta el 2030, que niños y niñas podrán acceder a la educación a partes iguales). La objetividad de la investigación y lo irrefutable de los datos, además de ayudar a reflexionar sobre la importancia del feminismo y seguir en constante lucha por lograr los cambios necesarios para abolir las desigualdades del sistema patriarcal, nos sirve de referencia para conocer la situación de las mujeres alrededor del mundo, y a través de esas estadísticas, entender el impacto mundial de la performance de Lastesis que, en un acercamiento a la realidad de nuestro país, la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres ha contabilizado hasta la fecha un total de 577 femicidios desde 2010, y solo en este año, ya son 61 las mujeres víctimas de femicidio en Chile.

 

Haciendo un desglose por alguna de las frases de “Un violador en tu camino”, se usan los datos entregados por la investigación de Seager en el Atlas de la geografía feminista:

El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer.
En el capítulo dedicado a los derechos reproductivos, Seager afirma que la preferencia cultural por los hijos frente a las hijas es casi universal: “Esta preferencia adopta muchas formas y suele comenzar en el vientre materno, la proporción de nacimientos es la prueba más clara de esto. Los ultrasonidos son el primer medio de discriminación prenatal: es fácil acceder a un escáner para detectar el feto de sexo femenino y abortarlo. La discriminación posnatal está muy extendida y genera desequilibrios a través de infanticidio femenino o el abandono intencionado (alimentando menos a las niñas u omitiendo la atención médica)”. La proporción de sexos en algunos países –80 niñas por cada 100 niños, como media global– es tan desequilibrada que se producen alteraciones sociales generalizadas al masculinizarse sociedades enteras. “Entre otras consecuencias, la escasez de mujeres parece contribuir a incrementos locales y regionales en el secuestro y tráfico de mujeres”.

Y nuestro castigo, es la violencia que no ves.
Más allá de los escandalosos datos sobre violaciones y asesinatos (que se especifican más adelante), la exclusión de la mujer en el mundo civil es de larga data. “Durante siglos, el mundo ha dividido a los seres humanos en dos  grupos para excluir y oprimir después a uno de ellos”. El problema específico y particular del género se centra en la mujer. “El patriarcado es el sexismo cotidiano, pero es más que el sexismo cotidiano; abarca la misoginia, pero se basa en algo más que la misoginia; produce desigualdad de género, pero sus consecuencias son más profundas que la desigualdad de género”, Seager usa una frase de la escritora Cynthia Enloe, de su libro The Big Push, para justamente evidenciar eso que las tesis ponen como “la violencia que no ves”.

El libro pone de manifiesto las diferencias en educación: “Hasta hace poco, la historia de la enseñanza superior es la de la exclusión femenina. En la mayoría de las universidades de élite pasaron siglos entre su fundación (…) y el momento en que, con una fuerte oposición, admitieron mujeres”. Según datos tomados desde el 2012 por la UNESCO, existe un porcentaje promedio del 60% de mujeres entre los alumnos en la enseñanza superior, a excepción de África y Medio Oriente y países como México, Alemania y Japón, donde el promedio es menor al 40%.

En cuanto al ámbito laboral, Seager plantea que “las mujeres están «concentradas» y «marginadas»: en todo el mundo hay trabajos «de hombre» y trabajos «de mujeres», aunque su definición cambie con el tiempo y de un lugar a otro. Los empleos que se permiten o se fomentan par unos y para otras reflejan las normas culturales acerca de lo que es correcto desde el punto de vista de la femineidad y la masculinidad, así como su distinta situación. Cuando las mujeres son mayoría en un sector en específico, sus trabajos están peor pagados y valorados”.  Algunos ejemplos de trabajos «de hombre» en casi todo el mundo son los cirujanos, pilotos de aerolíneas y taxistas, mientras que en los trabajos «de mujer» figuran las profesionales de enfermería y obstetricia, profesoras de primaria y las telefonistas.

El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer.
Según la activista feminista Charlotte Bunch, “una importante fracción de la población mundial se ve constantemente sometida a torturas, hambre, terrorismo, humillaciones, mutilaciones e incluso asesinatos por el hecho de ser mujer”. Algunos datos: el 30% de las mujeres, de entre 15 y 69 años, alguna vez han tenido una relación y han sufrido violencia por parte de su pareja; en EE.UU., el 21% de las mujeres de 18 a 29 años dice haber sufrido acoso sexual digital, el 53% ha recibido imágenes explícitas que no ha pedido; en África (Egipto, Mali, Chad, guinea, Sudán, Etiopía, entre otros), el porcentaje de niñas y mujeres de 15 a 49 años que se han sometido al la mutilación genital femenina (MGF) llega a un 60%.

Y nuestro castigo, es la violencia que ya ves.
“A modo de amplia observación política, podríamos decir que, en todas partes, las mujeres se enfrentan en la práctica a restricciones en su presencia pública, en su forma de vestir y su conducta pública y privada. En muchos países, eso de «poner en su sitio» a la mujer es algo literal”, dice Seager antes de entregar algunos datos brutales.

La Unicef calcula que 120 millones de niñas y mujeres menores de 20 años se han visto sometidas a relaciones sexuales forzadas u otro tipo de acto sexual forzado en algún momento de su vida. El 20% serían caso de sexo a la fuerza en la primera relación sexual, según datos de la OMS desde el 2010. Hombres y niños constituyen la mayoría de las muertes violentas, pero la tasa de asesinatos de mujeres es igual o superior en muchos países (incluido naciones con buenos índices OCDE como Alemania, Austria, Suiza o Nueva Zelanda). “Hay mil maneras de poner a la mujer en su sitio: discriminación económica, estructuras legales que las tratan como  seres humanos de menor categoría, negándoles sus derechos reproductivos, etc.”.

Es femicidio.
En Francia, cada tres días muere una mujer a manos de su pareja o ex pareja. En Argentina, cada 30 horas muere una mujer, en lo que las feministas llaman “feminicio”: un asesinato cometido por el marido, novio, familiar o conocido. En México, en las últimas dos décadas han sido miles las niñas y mujeres secuestradas y asesinadas en el norte del país, en el centro de choque de fuerzas de actividad criminal organizada. En Inglaterra, una mujer víctima de violencia doméstica sufre 35 ataques antes de llamar a la policía. En Japón, muere una mujer a manos de su pareja o ex pareja cada tres días. En Australia, el 80% de las mujeres asesinadas fue resultado de violencia doméstica. El Salvador, Jamaica, Guatemala, Sudáfrica y Rusia son los cinco países con mayor índice de asesinatos de niñas y mujeres. “Los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres tienen miedo de que los hombres las maten”, dice una certera frase de la poetisa canadiense Margeret Atwood.

Impunidad para mi asesino.
En muchos países, la ley permite a un violador eludir su pena si se casa con la víctima, casi siempre tanto si ella está de acuerdo como si no. Los vacíos y exoneraciones legales en caso de violación y matrimonios siguen vigentes en países como Palestina, Angola, Camerún, Siria, Libia e Irak. En la última década, indicaciones legales en esta línea han sido derogadas en El Líbano, Jordania y Túnez en 2017; Bolivia, Ecuador, Marruecos y Mozambique en 2014; y Argentina en 2012 gracias a los movimientos feministas.

Es la desaparición.
La principal finalidad de la trata de personas es la explotación sexual: el 96% son mujeres y niñas, según el Informe Global de Trata de Personas de 2016.

Es la violación.
El 18% de las mujeres han sufrido violencia sexual, al menos, una vez en la vida. El 14% ha sido a manos de su pareja. En Arabia Saudita, no es raro que se castigue a las mujeres por adulterio (con penas de cárcel y azotes) si denuncian violación. En Nueva Zelanda, 9 de cada 100 agresiones sexuales se denuncian, de esas, tres se procesan y una recibe condena. En EE.UU., el 28% de las mujeres ha sufrido algún tipo de contacto sexual no deseado, incluido los tocamientos y besos a la fuerza. En varios países, la violación marital no está tipificada como un delito, en otros, como Nigeria, Indonesia, Bahamas, India o Ghana, la violación en el matrimonio es permisible.

Son los pacos, los jueces, el Estado, el Presidente.
La CEDAW (Convenio sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer) es el único tratado mundial exhaustivo –validado por la ONU– sobre los derechos de la mujer. Desde entonces, 189 países  han firmado y rectificado su compromiso. Solo EE.UU. (1980) y Palaos (2011) lo han firmado sin ratificarlo. El primero, en 1980, donde el Senado aún no lo ratifica, encontrando enérgica oposición en políticos conservadores y grupos religiosos. “La ratificación de la CEDAW debilitaría la protección actual de las mujeres (…) con el fin de redefinir (…) el indispensable papel que desempeña en nuestra sociedad (…) como madres y esposas”, afirmó ante la cámara alta la organización Family Watch International en 2010. Por otro lado, Sudán, Irán, Somalia y Tonga son los países que ni siquiera han firmado el convenio, y los que, justamente, según el Informe Global de la Brecha de Género (Foro Económico Mundial), presentan menor paridad y mayor brecha de género (2017) y cuyos índices de discriminación contra la mujer en la sociedad son altísimas: 67% en la África subsahariana y 74% en Oriente Medio y norte de África (según datos de instituciones sociales recopiladas por al OCDE entre 2014-2015).              
“En muchos países, menos de la mitad de las mujeres que sufren violencia buscan ayuda. Entre las que lo hacen, la mayoría recurre a la familia y amigas; muy pocas van a la policía”, informa Seager.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
¿Alguna duda?

 

Si eres víctima de violencia o conoces a alguna víctima y quieres informarte sobre qué hacer, llama al Fono Ayuda y Orientación 1455. La línea anónima atiende todos los días, las 24 horas. Gratuito también desde celulares. Además, acá puedes ver una guía sobre cómo y dónde realizar una denuncia.

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