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Opinión

Por una “escuela con vivencia” para un mundo en el que no dé vergüenza vivir

Por: Carola Sepúlveda | Publicado: 27.01.2020
Por una “escuela con vivencia” para un mundo en el que no dé vergüenza vivir | Foto: Agencia Uno
No podemos quedarnos en una lectura acrítica o legalista de la escuela como la que propone el programa de convivencia en la escuela del MINEDUC o en la idea desesperanzada de que la escuela no podría ser transformada. Hace falta reflexionar acerca del papel de la escuela en la transformación de las violencias y de cómo podemos transitar desde un programa como el propuesto por la Ministra a una “escuela con vivencia”.

Marcela Cubillos, Ministra de Educación, anunció recientemente el programa “Convive en la escuela”, el que, según sus propias palabras, responde a que “El buen clima de convivencia escolar es no sólo uno de los aspectos más valorados por las familias al elegir el colegio de sus hijos, sino es esencial en la tarea de educar niños y niñas felices, seguros de sí mismos y con capacidad de aprender en ambientes sin violencia”. Sobre el texto, observando que la primera razón aducida por la Ministra se refiere nuevamente a la libertad de elección (algo frecuentemente indicado en sus discursos); se reconoce también la presentación de la escuela como un espacio neutro. Es decir, se comprende a la escuela separada de la sociedad, en tanto, se espera que los niños/as puedan aprender en ambientes “sin violencia”, algo que me parece ilusorio considerando las violencias estructurales que viven muchas de las personas, familias y comunidades en nuestro país, incluyendo las comunidades educativas.

Pensar la escuela separada de la sociedad corresponde a una lectura descontextualizada de los espacios educativos, algo especialmente sensible en nuestro país, donde éstos continúan siendo espacios de reproducción de las desigualdades sociales. Las escuelas no son burbujas separadas de su contexto y las vivencias de sus sujetos se sienten en ella. Como señala Emilio Tenti (2011) “Todo se siente en la escuela”.

Volviendo al Programa anunciado por la Ministra, podemos señalar que entre los aspectos centrales se encuentran:

  • Curso online para equipos directivos en temáticas de disciplina formativa y uso de datos para la gestión de la convivencia;
  • Cada institución deberá postular junto a un equipo de 4 integrantes (Director/a, Inspector/a, Encargado/a Convivencia, Orientador/a (o docente);
  • Implementación de una plataforma online que reunirá todas las anotaciones positivas y negativas que los docentes registren en el libro de clases, categorizando según tipo de comportamiento y procesándolas para que el equipo directivo tome decisiones para la gestión de la convivencia escolar;
  • Implementación de un modelo de relaciones que contempla todas las conductas y comportamientos, y que sean indicativos de los sellos establecidos en el Proyecto Educativo Institucional;
  • Acompañamiento técnico por un período de 4 meses en la implementación de este modelo.

En la descripción del programa llama mi atención la presencia de conceptos como: disciplina, gestión, on line, positivo, negativo, modelos, implementación, técnico; además de que no se aborde la convivencia incluyendo la vivencia, es decir, el que se excluyan las experiencias de los sujetos, las culturas escolares y las historias individuales y colectivas.

En relación a las metodologías, considero que el uso exclusivo de plataformas on line no contribuyen al encuentro entre las personas, tampoco considero adecuado que el número de personas que participe sea tan reducido, pues, no se puede pensar una transformación en la escuela siendo “dirigida” o pensada “desde arriba”. Tampoco participan de esta convocatoria estudiantes, familias o apoderados.

Por otra parte, el fuerte énfasis en aspectos disciplinarios que se presenta en varias de las políticas públicas “para la escuela” diseñadas por el MINEDUC dan muestra de una visión legalista de la educación donde además de excluir las vivencias de los propios sujetos que componen las comunidades educativas proponen acciones que, sin duda, significarán una vivencia con menos libertad y felicidad debido a que el disciplinamiento, la falta de consideración de las emociones, la categorización en positivo/negativo, la falta de discusión y encuentro que se genera por el uso exclusivo de plataformas on line, por el número reducido de sujetos que participa de la toma de decisiones y por la responsabilidad que se entrega al uso de “modelos, no promueve la inclusión, ni la creación, ni la seguridad en sí mismos.

No podemos quedarnos en una lectura acrítica o legalista de la escuela como la que propone el programa de convivencia en la escuela del MINEDUC o en la idea desesperanzada de que la escuela no podría ser transformada. Hace falta reflexionar acerca del papel de la escuela en la transformación de las violencias y de cómo podemos transitar desde un programa como el propuesto por la Ministra a una “escuela con vivencia”.

Se vuelve necesario y urgente que construyamos la educación y el Chile que soñamos, donde en ambos finalmente “la dignidad se haga costumbre”. En ese sentido, recuperando las palabras de Jorge Larrosa (2003) declaro que:

“La educación tiene que ver siempre con una vida que está más allá de nuestra propia vida, con un tiempo que está más allá de nuestro propio tiempo, con un mundo que está más allá de nuestro propio mundo… y como no nos gusta esta vida, ni este tiempo, ni este mundo, querríamos que los nuevos, los que vienen a la vida, al tiempo y al mundo, los que reciben de nosotros la vida, el tiempo y el mundo (…) pudiesen vivir una vida digna, un tiempo digno, un mundo en el que no dé vergüenza vivir”.

Por nuestros niños, niñas y niñes. Por su derecho a una “escuela con vivencia”, porque como decía Gabriela Mistral “El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde”.

Carola Sepúlveda