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«Él mismo redactó y entregó una autodenuncia ante la seremi de Salud de Valparaíso, a través de la que comunicó que se fue a instalar a su segunda vivienda porque en su edificio hay una persona contagiada», sostuvo José Luis Riesco, intentando justificar la conducta de su cliente, Cristóbal Kaufmann.
En medio de la controversia que se generó el fin de semana largo, cuando se detectaron infracciones a las medidas establecidas por el Ejecutivo para frenar el avance del coronavirus en nuestro país, derivadas de viajes a segunda vivienda vía aérea y a bordo de helicópteros, el sitio Interferencia dio con los nombres de dos de ellos: el de Cristóbal Kaufmann y José Manuel Urenda.
Consultado por La Segunda, el abogado del primero fue enfático en defender a su cliente del repudio popular del que ha sido objeto durante las últimas horas. Intentando explicar la conducta del empresario del rubro automotor, José Luis Riesco aseguró que su cliente «voló el 10 de abril, despegó desde Tobalaba», para dirigirse a su casa de Cachagua», propiedad que tiene hace 35 años.
Adicionalmente, dijo que «él mismo redactó y entregó de manera electrónica, una autodenuncia ante la seremi de Salud de Valparaíso a través de la que comunicó que se fue a instalar a su segunda vivienda porque en su edificio hay una persona contagiada» y este dispone solo de un ascensor.
«Don Cristóbal salió de su casa con permiso, porque fue a comprar un medicamento y extendió el viaje. Y fue al aeródromo, que está ahí mismo», ilustró luego al tiempo que agregó que Kaufmann tenía considerado quedarse en Cachagüa de manera indefinida.
«Si era tan importante restringir las salidas de Santiago, incluidas las aéreas, la autoridad debió haber solicitado a la DGAC (Dirección General de Aeronáutica Civil) que estableciera una norma restrictiva de los planes de vuelo de los pilotos», dijo luego el abogado del cuestionado hombre de negocios.
