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Opinión

Benjamin, co-lector de Huidobro

Por: Andrés Ajens | Publicado: 28.07.2020
Todo parece indicar que Benjamin no sólo leyó el poema de Huidobro (publicado en diciembre de 1929 en la revista parisina «Bifur»), sino que también no lo encontró para nada malo, o al menos no tan “arrogante” ni tampoco tan incomprensible.

Improbable aunque no imposible: que en algún momento Vicente Huidobro y Walter Benjamin se cruzaran en calles o pasajes de París hacia mediados o fines de los años 30.

En diciembre de 1929, la revista parisina Bifur,* dirigida por el escritor dadá-surrealista Georges Ribemont-Dessaignes, en su nº 4 trae un poema “mayúsculo” de Huidobro, mayúsculo desde su título: “ENNUI COULEUR CHAIR”. Se trata de un no poco sorprendente texto que acabará por inscribirse (en su versión castellana originaria o en su auto-traducción del francés: “HASTÍO COLOR CARNE”) en El ciudadano del olvido, poemario de 1941.

En noviembre de 1930, Benjamin publica en la revista berlinesa Die literarische Welt un breve artículo sobre Bifur. Todo parece indicar que Benjamin no sólo leyó el poema de Huidobro sino que también no lo encontró para nada malito, o al menos no tan “arrogante” (hay consonancia al comienzo de “ENNUI COULEUR CHAIR” entre “mes chansons filantes” y “mes arrogances”) ni tampoco tan incomprensible como “asegura” el poema mismo (otro pasaje, en castellano esta vez: “Sé que no has comprendido. / Que no comprenderás jamás”), porque de las varias decenas de colaboradorxs de la revista (cada número llega casi a las 200 páginas, con exigua participación de un puñado de escritoras, entre las cuales la poeta noruega Ingeborg Refling Hagen, la francesa Georgette Camille, la griega Lilika Nakos y la fotógrafa italiana Tina Modotti), uno de los nombres que Benjamin retiene es precisamente el de Huidobro. El pasaje (hubiera que leer el artículo completo, empero), casi tomado de alguna tácita esquina de El libro de los pasajes, de Benjamin, este:

“La nueva revista Bifur acaba de cumplir un año. [Para entonces iba en el nº 7; justo tras ese número, por apremios económicos, Bifur pasa a manos del Partido Comunista francés y la dirección, sólo por un número más, queda en manos de J.P. Sartre y P. Nizan; ahí vendría la primera traducción en francés de un texto de M. Heidegger, “Qu’est-ce que la métaphysique?”, presentado por A. Koyré]. Los colaboradores extranjeros que Bifur ha sabido reclutar […], contraponiendo al tono parisino-moscovita de los surrealistas ortodoxos, uno internacional-urbano. Bifur publica cartas de Estonia, de Siria, Estados Unidos, Finlandia o las Antillas, mientras dispone de colaboradores como Döblin, Benn y Kafka —entre los alemanes—, Joyce, O’Neill y Hemingway —entre los anglosajones—, Shklovski, Pilniak e Ivanov —entre los rusos—, y Huidobro, [Gómez de la] Serna, Chirico y Bontempelli —entre los españoles e italianos. A estos hay que añadir algunos de los autores franceses de renombre, como Malraux, Cendrars, Drieu de la Rochelle, Salmon, Giraudoux, Supervielle o Berl”. (Cf. “Surrealistische Zeitschriften”; in W. Benjamin, Gesammelte Schriften, IV-I, 1991; traducción de J. Navarro, en W. Benjamin, Obras, Libro IV, Madrid, 2010, pp. 555-556).

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En la sección que consigna uno que otro dato biobibliográfico de los colaboradores del nº 4 de Bifur (no hay escritoras en ese número), de “Vincent Huidobro”, justo antes de Buster Keaton, se (nos) dice:

Vincent Huidobro. Este chileno es uno de los mejores poetas en lengua castellana, aunque, una pizca desnacionalizado, escribe ahora en francés. Tras una juventud algo movida (fundación de revistas, política, cárcel), lanzó el Creacionismo. Autor de Le miroir d’eau, Horizon carré, Automne régulier, Tout à coup. El poema que publicamos está tomado de un  libro por venir con el título: Le citoyen de l’oubli”.

Aparte de que el supuesto encarcelamiento huidobriano huele más a materia estrictamente poética (“Estoy preso y arrastro mis propios grillos”; Altazor, canto V), aunque en 1925, en el tráfago de su candidatura presidencial, no dejara de sufrir un “violento atentado” (ver V.H, Obra Poética, C. Goic coordinador, 2003, p. 1.394), lo de poeta “desnacionalizado” suena un pichintún unilateral. O al menos cabría decirle a la vez sí y no. No, porque, como Beckett entre otrxs, que escribió también en francés buena parte de su “obra”, Huidobro jamás renegó de su nacionalidad ni de su ciudadanía. Y tal vez sí, en cuanto a que Huidobro fuera a la vez el menos nacionalista de lxs llamadxs “grandes poetas” chilenxs, y sólo en tal sentido, tal vez también el más “desnacional” —más que el “internacionalista” (proletario) que fuera mayormente Neruda. Ello no se contrapone para nada con su intervención en la vida política chilena (su candidatura presidencial es prueba palmaria, como también su “Balance patriótico” de 1925) sino que le diera de paso una libertad extrema a la hora de evaluar la política chilena en el ámbito internacional. Por caso: Huidobro habrá sido el único de tales “grandes poetas” —aparte, de cierto, de Violeta Parra— que se pronuncia abiertamente, por cuestiones de sentido común y de justica, por responder afirmativamente a la demanda boliviana por un acceso soberano al océano Pacífico. (Gabriela Mistral evitó hacerlo, pese a la solicitud expresa de escritores bolivianos en su hora —cierto que cuando eso ocurrió no estaba acaso en condiciones de hacerlo, porque si no perdía ipso facto su destinación consular; en cuanto a los “pablos”, de Rokha —quien, con Winett, visitara La Paz en octubre de 1945, en el marco de una vuelta “latinoamericana” auspiciada por la Presidencia de Chile, en el marco de la fugaz alianza norteamericana-soviética de cara al nazi-fascismo— y Neruda, mutis nomás por el foro).

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Hay un poema “dedicado” justamente a W. Benjamin —su nombre o, más precisamente, su apellido viene ahí inscrito— en que el “desnacionalismo de marras se marca y remarca de manera singular. Escrito en París el 19 de julio de 1968 por Paul Celan (“PORT BOU — ¿ALEMÁN?”), subraya, sin pelos en la lengua, que la “patria” de un poema o, si se quiere, en poesía, jamás fuera tal o cual nación o estado mono o aun plurinacional sino —con y acaso a su vez contra Hölderlin y aun con Rilke— “lo abierto”. Todo ello, pues, en un poema (suerte de ‘conversación’) con Benjamin en torno a la poesía alemana que, desde el Cantar de los nibelungos a la fecha, como toda lengua, aunque diferencialmente, nunca habrá sido simple, homogénea, ni sin más “una”.

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* Los ocho números de Bifur pueden ser consultados digitalmente en www.gallica.bnf.fr (en el nº 5, de abril de 1930, se consigna otra intervención de Huidobro. Se trata de una “conversación” entre Ribemont-Dessaignes, Edgar Varèse, Vincent Huidobro, Giuseppe Ungaretti, Alejo Carpentier y Robert Desnos, en torno a la música por venir, titulada: “La mécanisation de la musique. Conversation sténographiée à Bifur”).

 

Andrés Ajens