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[#Viña2020] Pablo Alborán y la nueva masculinidad

Por: César Tudela | Publicado: 26.02.2020
El español podría ser uno más de los baladistas que afloran cada cierto tiempo en la música popular. Sin embargo, tomó postura y se alejó de las trincheras de filias y fobias que genera la canción romántica. Artistas como él dan a entender que otro tipo de compositor masculino es posible, más allá de ciertos clichés y del historial sexista del estilo.

No sólo las mujeres viven su revolución. A la par, pero en la vereda del frente, muchos hombres han cuestionado su rol en la nueva sociedad inclusiva que se está construyendo. Dicho de otro modo, gracias al feminismo la masculinidad también está en un gran proceso de cambio ideológico, provocando –lentamente– el quiebre del estereotipo varonil-machista, dando paso a la proyección de un hombre que se desmarca del canon patriarcal, que es más bien un caleidoscopio de opciones y no, un molde rígido y limitado. Uno de esos nuevos hombres es el músico español Pablo Alborán.

El malagueño de 30 años es parte de una generación –los millennials– que se enfrenta y trata de derrumbar los cánones culturales del siglo XX en cada acción que realizan. Es más, su hoy apabullante carrera comenzó en la independencia y a través de internet, saltando desde plataformas como MySpace y YouTube (con grabaciones caseras) a las grandes ligas, al punto de estar diez veces nominado a los Grammy en menos de una década.

“Cualquier letra que denigre a cualquier persona a mi me ofende y no me gusta”, dijo claro en la conferencia de prensa en la antesala a su presentación de hoy en la Quinta Vergara. Una forma de pensar que no es sorpresiva en el cantante, ya que desde que se hizo un nombre en la industria, proyecta una imagen distinta del clásico cantante romántico, ese que es mezcla entre el seductor infalible e impostada sensibilidad, con una imagen de catálogo: héroe principesco, galantería barata y frases metafóricas hacia la mujer llena de lugares comunes. Alborán está fuera de ese canon. Más bien representa una nueva masculinidad: alternativa, ecléctica, contradictoria, vulnerable, que nace desde la profundidad del feminismo, esa verde marea que empuja a una transformación radical en cómo, hombres y mujeres, nos constituimos en una nueva sociedad igualitaria y digna para todes. “Este no es un cambio que empieza ahora, sino que viene desde hace tiempo, con la educación que recibes en tu casa, desde que ves a tu padre sentado en la mesa y a tu madre recogiendo los platos o lavando. Y me alegra que se le esté dando mayor visibilidad”, le decía el año pasado a El Clarín de Argentina.

En otra entrevista, esta vez a El Mundo, el guitarrista, pianista, compositor y cantante dijo: “pertenezco a una generación que está preocupada por lo que sucede, somos gente a la que no le dan igual las cosas, del mismo modo que nos planteamos mucho lo que queremos en nuestra vida”, en relación a la necesidad de pedir igualdad y respeto a la diversidad. “No es algo nuevo, obviamente, pero hoy está más presente porque parece mentira que haya un montón de derechos que aún necesitamos reclamar”, agregaba en la conversación.

Alborán ha demostrado en sus declaraciones que lo suyo es una visión profunda y que tiene mucho que ver con el mundo al cual le tocó vivir, con temáticas no impuestas sino que vienen desde el hogar, el cotidiano. “El otro día me llamó la atención una conversación que tuve con una amiga, estábamos escuchando un discurso que defendía los derechos de la mujer y la igualdad. De repente ella misma dijo: «ay, otra vez ya estamos con esto». Me chocó mucho y le dije: «oye, es que si otra vez estamos con esto es porque quizá lo necesitamos cada vez más». Esto no es una moda, no es que este año toque el feminismo, el año que viene el racismo… Son temas que desgraciadamente en pleno siglo XXI, siguen estando en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en nuestras familias. Y es que yo creo que el cambio empieza en casa. No se trata sólo de publicar tal o cual tuit o de defender públicamente los derechos de la mujer, algo que obviamente también hay que hacer, pero todo empieza en tu casa, desde como tratas a las mujeres que viven contigo, que te cuidan y que han hecho de ti el hombre que eres. Desde ahí ya podemos hablar luego de temas importantes como la igualdad salarial o de las condiciones laborales de hombres y mujeres. Hay mucha gente que defiende ciertos valores que luego en su casa no respeta. No es algo que valga sólo con hacerlo públicamente, hay que demostrarlo. La gente no es lo que dice, sino lo que hace”.

La cosmovisión del compositor malagueño no es de obviar. El impacto de lo que dice y expresa es crucial en nuestra era donde las opiniones muchas veces valen más que los hechos, y más aún teniendo en cuenta sus números: es el músico español más rentable discográficamente en la península ibérica durante la pasada década, con más de 1,7 millones de álbumes vendidos, más de mil millones de escuchas en Spotify y otros mil millones más en cuanto a visualizaciones en YouTube. Sí, un influencer.

Esos números son importantes sobre todo si se contrastan con la realidad de su tierra natal. “Cada vez hay más pluralidad en la imagen masculina y los jóvenes ya han normalizado la homosexualidad, la bisexualidad y el transgénero; pero, paralelamente, hay un cierto retroceso en España –y otros países que no han evolucionado lo más mínimo–, y el modelo hegemónico tradicional de hombre blanco dominante y heterosexual sigue ahí. Hay una tensión constante”, reflexiona el profesor José María Armengol, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y coordinador de un proyecto europeo de investigación sobre masculinidad en la cultura popular contemporánea.

Así, la sensibilidad y romanticismo al que apela Alborán es distinto al de cantantes de generaciones anteriores. Es como un Alejandro Sanz de los jóvenes que tienen entre 20 y 30 años, no solo por su misma pasión e influencia flamenca en lo musical, sino también por recoger el concepto de este hombre moderno, guapo y tierno, que sufre en el amor y no esconde sus sentimientos, sus depresiones amorosas. Otra cosa es el detalle poético de sus letras, donde no se habla específicamente de un otro femenino o un amor/desamor heterosexual, sino más bien construye relatos ambiguos en cuanto al género, por lo que funcionan como canciones románticas con espíritu queer, lejos del machismo y el prejuicio.

Ese detalle ha provocado distintas llegadas a su música. Ya no son solo mujeres seducidas por el encanto, talento y mensaje del artista, sino que se distinguen por romper los roles de género clásicos de la balada romántica. Sus fanáticos se congregan según la ley del deseo y la libertad del gusto. Con ese antecedente, no es raro encontrarse con cosas como el video de dos hombres bailando al ritmo de ‘El beso’, donde la pareja de bailarines profesionales proyectan una impactante sensualidad con su danza al ritmo de esta bachata aflamencada de Alborán. ¿Podría funcionar igual con una canción de, por ejemplo, Chayanne o Ricardo Arjona? Lo dudo.

Pablo Alborán podría ser uno más de los baladistas que afloran cada cierto tiempo en la música popular. Sin embargo, tomó postura y se alejó de las trincheras de filias y fobias que genera la canción romántica. “De repente, la gente te encasilla y crea una controversia”, ha dicho. Pero artistas como él están dando a entender que otro tipo de compositor masculino es posible, más allá de ciertos clichés y del historial sexista del estilo. Vamos por ancho camino.

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