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Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria (III)

Publicado: 20.05.2020

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Hemos evaluado hasta aquí (Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria (I)Coronavirus de Wuhan, Cambio Climático y Crisis Civilizatoria (II)) la relación entre el origen y la posible magnitud de la actual epidemia de covid-19 discutiendo algunos aspectos del contexto ecosocial y epidemiológico de esta última. Dos cuestiones resaltan en esta discusión. Primero, que esta crisis sanitaria global no constituye un hecho epidémico aislado, sino que es parte de una tendencia más general caracterizada tanto por el avance de una nueva generación de enfermedades infecciosas (fenómeno que hemos denominado como el de un “nuevo horizonte epidémico” en el proceso histórico), así como también por un empeoramiento generalizado de las condiciones de reproducción ecosocial de las sociedades humanas. Sería justamente esta base doble (nuevo horizonte epidémico y mayores grados de descomposición de la base ecosistémica de los sistemas sociales) y no la mera crisis de los sistemas de salud neoliberales y las características propias del sistema capitalista declinante contemporáneo lo que se encontraría, en realidad, en la base del origen, magnificación y posibles impactos a largo plazo de la actual crisis sanitaria mundial.

En otras palabras, la degradación de los sistemas de salud pública en el contexto de los regímenes neoliberales, la desfinanciación de los sistemas de seguridad social y la mercantilización de las diversas esferas de la vida cotidiana, aunque cumplirían el papel de potenciadores de los efectos más nefastos de la presente crisis epidémica, no deben ser entendidos como los factores centrales o más importantes en el origen, trayectoria y proyecciones de ésta. Un ejemplo de lo anterior es la inexistencia de este tipo de crisis sanitarias en la arena internacional, al menos con la gravedad e impacto planetario que viene tomando la actual epidemia de coronavirus, durante una gran parte del siglo pasado. Todo esto plantea la necesidad de asumir, si partimos del hecho de que lo que explica los grados de dispersión e impacto de esta epidemia no sería, como dijimos, ni el estado de los servicios de atención médica a nivel internacional en sí mismo, así como tampoco la mayor debilidad de los sistemas de protección social de una serie de países luego de décadas de planes neoliberales, que crisis sanitarias tales como la que se vive hoy a lo largo del mundo deberían seguir repitiéndose, de manera inevitable y posiblemente a una escala y ritmos cada vez mayores, en el futuro cercano. Esto último, otra vez, sin importar a que tipo de reformas, mejorías o transformaciones estructurales puedan ser sometidos los sistemas de salud pública en diversos países. La razón de lo anterior sería que, si bien la implementación de reformas al nivel de los sistemas de atención médica en cada país podría ciertamente servir para palear el avance de epidemias tales como la que estamos presenciando durante estos días (por ejemplo, en términos de las tasas de mortalidad asociadas a la misma), dichas medidas no implicarían, necesariamente, un cuestionamiento de las bases estructurales que se encontraron (y que se encontrarán con mucha más fuerza en el futuro) en el origen de ésta y las próximas crisis epidémicas que azoten al planeta: sobrepoblación, hacinamiento urbano, prácticas productivas ecológicamente invasivas, etc. Por el contrario, dichas bases seguirán intocadas en tanto la sociedad industrial y de masas subsista, preparándose así el escenario, al modo de un problema crónico y sin solución, para nuevas y más poderosas crisis epidémicas y sanitarias.

La industria de animales salvajes en China ha sido foco de diversos brotes epidémicos.

No, ninguna reforma de los sistemas de salud pública (por ejemplo, las asociadas a un aumento potencial de sus niveles de financiamiento) estará capacitada para modificar las verdaderas raíces estructurales (de naturaleza ecosocial) que explican el tipo de violenta dispersión internacional y los efectos, cada vez más profundos, que está teniendo sobre el sistema mundial la presente crisis sanitaria global, esto tal como una aspirina o un analgésico tampoco pueden combatir las causas profundas de una enfermedad mortal en estado avanzado. ¡No! Ni la inyección de vastas sumas de recursos al servicio del combate de esta y otras epidemias, ni la existencia de sistema de salud plenamente públicos orientados a las necesidades del conjunto de la población y ajenos a los intereses del lucro y el mercado… y ni siquiera la existencia de un modelo de sociedad industrial alternativa al capitalismo (por ejemplo, el socialismo moderno) estarían capacitados, realmente, para cuestionar la base fundamental de problemas tales como aquellos de los que estamos siendo testigos con la propagación de la peste de Wuhan; esto es, la descomposición terminal de las bases ecosociales de reproducción de la sociedad contemporánea.

Los impactos nefastos de la economía moderna y la huella ecológica de la humanidad sobre el planeta, el carácter cada vez más invasivo de las prácticas productivas sobre los ecosistemas, el crecimiento poblacional infinito, la urbanización sin limites, el cambio climático, la globalización, el aumento de las enfermedades infecciosas y su mayor recurrencia a nivel internacional, el problema de la resistencia antimicrobiana y la reaparición de patógenos antiguos, serían así todos factores que, encontrándose en la base del origen y el impacto de la actual epidemia de coronavirus, responderían a un único problema: la sociedad industrial moderna y su modelo de desarrollo económico y tecnológico característico. Dicho de otra manera, lo que se hallaría en la base de los efectos de la epidemia de covid-19 sería, tal como ya dijimos, no sólo el capitalismo y su intrínseca tendencia a la mercantilización de las diversas esferas de la vida humana (por ejemplo, en el ámbito de la salud pública), sino que, por el contrario, algo más profundo; esto es, la civilización moderno-industrial basada, entre otras cosas, en una perspectiva eminentemente utilitarista y antropocéntrica del dominio de la naturaleza y una comprensión técnico-productivista, inherentemente destructiva, del concepto de progreso. Sería justamente este modelo de civilización y su conceptualización particular de la relación humanidad-naturaleza, modelo que el capitalismo moderno habría llevado hasta su consumación máxima, pero cuyo origen debe hallarse en los últimos siglos de la Edad Media con los primeros albores de la sociedad moderna y su marco de relaciones económicas, sociales, políticas y sistemas de pensamiento característicos inspirados en el marco valórico renacentista y humanista, lo que se encontraría en la raíz histórica (basal) de los altísimos grados de devastación socioambiental planetaria y desequilibrio climático sobre los cuales están comenzando a gestarse crisis tales como la del nuevo coronavirus.

La perspectiva antropocéntrica de la modernidad constituye una de las bases de la actual crisis planetaria

A partir de aquí, sería así el conjunto de sistemas sociales propios de la modernidad industrial y sus patrones de desarrollo económico y demográfico basados en una lógica de crecimiento infinito (incompatible con la existencia de un planeta con recursos limitados), esto desde las actuales democracias occidentales avanzadas y la serie de regímenes capitalistas totalitarios o autoritarios desarrollados en el último siglo (entre otros los regímenes fascistas, las dictaduras nacionalistas o las petro-monarquías) hasta la mayoría de los modelos socialistas vigentes durante el siglo XX, los cuales serían los responsables de los actuales grados de desequilibrio ecosocial sobre los que la aparición de nuevos patógenos tales como el SARS-CoV-2 está volviéndose más frecuente. Un ejemplo claro de lo anterior en el ámbito de los sistemas socialistas puede encontrarse en los niveles de destrucción ecológica sin precedentes asociados en el pasado al régimen soviético, los cuales se expresaron en importantes desastres medioambientales tales como, entre otros, los conocidos casos de la destrucción del Mar de Aral y el desastre nuclear de Chernobyl. Otro ejemplo de lo mismo puede hallarse en las destructivas políticas de desarrollo industrial impulsadas durante el primer periodo de la Revolución Rusa por el partido bolchevique bajo la dirección de Lenin y Trotsky. En el caso de este último, uno de los principales defensores de un tipo de desarrollo industrial “sin límites” (véanse sus alusiones en Literatura y Revolución a la necesidad de una manipulación y control total de la naturaleza por parte del “nuevo hombre socialista”), puede mencionarse su rol en los planes de industrialización temprana de la URSS que servirían, posteriormente, como una importante base para las políticas de desarrollo económico stalinista. Recuérdese aquí, asimismo, además de la fascinación productivista de Trotsky por las emanaciones industriales (expresada en una serie de loas poéticas que pueden encontrarse en diversos pasajes de su obra), su responsabilidad en los proyectos para la construcción de la central hidroeléctrica del Dniéper, la cual sería culminada posteriormente bajo el régimen de Stalin.

El modelo socialista industrial también es responsable de la crisis ambiental contemporánea.

Un ejemplo reciente de lo anterior en el campo socialista, demostrando con ello que no se trata de un problema remitido solamente al siglo pasado o al ámbito exclusivo de la URSS, lo constituye el caso de algunas experiencias contemporáneas de gestión obrera tales como el de la mega-industria Zanón en Argentina, una de las fábricas más contaminantes de Latinoamérica en el rubro de la altamente nefasta industria de producción de cerámicos. Otro caso es el de la empresa Madygraft en el rubro de la destructiva industria gráfica, responsable esta última a nivel mundial de la desaparición progresiva de importantes reservas naturales tales como el Amazonas. Aunque casos minúsculos en comparación a aquellos que se encuentran detrás de los desastres ambientales producidos por los regímenes socialistas de tipo productivo-industrialistas desarrollados durante el siglo pasado, resalta sin embargo la casi total indiferencia que estas experiencias bajo control obrero han demostrado, aquello fundamentalmente por la responsabilidad de sus dirigencias sindicales (muchas de ellas ligadas a partidos de izquierda parlamentarista con una marcada extracción ideológica industrialista tales como en el caso del PTS argentino), ante los problemas ambientales y ecológicos, esto prácticamente desde su fundación hace algunos años (en el caso de Zanón desde el 2002).

Zanón – ¿Destrucción ambiental bajo control obrero?

Ahora bien, tal como señalamos en la introducción de este material, la actual epidemia de covid-19 no es el único ni el más grave de los productos de la presente dinámica de degradación ecosocial que se encuentra en la base de esta última. En realidad, si tenemos en cuenta el peligro que representa no sólo la armada de nuevos virus, bacterias y otros patógenos que, como producto de dicha dinámica, se aprestan a golpear, de modo cada vez más brutal, al conjunto de las sociedades humanas, sino que, además, los efectos súper-catastróficos del fenómeno de quiebre ecosistémico planetario en curso y del avance, ya irrefrenable, del calentamiento global, la actual crisis sanitaria mundial se nos presenta, como dijimos… nada más que como un anticipo. Esto es lo que comenzaremos a ver en la primera parte de esta serie referida a la gravedad y los efectos del primer grado de calentamiento global sobre los sistemas sociales, el proceso histórico y la lucha de clases.

https://www.eldesconcierto.cl/2020/04/30/coronavirus-de-wuhan-cambio-climatico-y-crisis-civilizatoria-i/

https://www.eldesconcierto.cl/2020/05/04/coronavirus-de-wuhan-cambio-climatico-y-crisis-civilizatoria-ii/

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